Por Aurelio Contreras Moreno
Finalmente, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN emitió la convocatoria para la renovación de la dirigencia del blanquiazul en el estado de Veracruz, donde se debaten entre la continuidad de un grupo señalado por presuntas y muy probables corruptelas, y un cacicazgo que pretende extenderse a toda la entidad.
Por un lado, el actual presidente del Comité Directivo Estatal, José de Jesús Mancha Alarcón, pretende reelegirse en el cargo a pesar de los señalamientos y posibles denuncias en su contra por presuntos actos de corrupción.
No hay que olvidar que durante las recientes campañas electorales, fue exhibida la asignación de contratos millonarios del gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares y del Congreso del Estado –dominado por el PAN y un personero del propio Mancha, Sergio Hernández- a empresas en las que aparecen como propietarias y/o administradoras la esposa y la madre del dirigente estatal panista, mismos que fueron reconocidos como auténticos, aunque arguyendo que no hubo ilegalidad en su concesión. Ello, a pesar de que dichos contratos se otorgaron por asignación directa o por invitaciones en las que se simuló competencia.
Las dependencias y entidades involucradas en lo que bien podría configurar, por lo menos, un caso de tráfico de influencias para favorecer al panista, son la Fiscalía General del Estado, las secretarías de Infraestructura y Obras Públicas, de Educación y de Desarrollo Social, así como el Congreso del Estado.
Las primeras por la asignación de contratos de obra pública, mientras que el Poder Legislativo le otorgó convenios publicitarios para sus medios de comunicación electrónicos: Sin Muros e InformanetMX.
En total, el monto de lo que las empresas relacionadas con Mancha recibió ascendería a más de 70 millones de pesos. Y ha trascendido que los contratos que le fueron asignados en la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas, que encabezaba el hoy senador panista de primera minoría Julen Rementería del Puerto, formarían parte del pliego de observaciones del Órgano de Fiscalización Superior del Estado por presunto daño patrimonial en el Informe sobre la Cuenta Pública del Estado de 2017. Con esa calidad moral es que Mancha Alarcón se pretende reelegir.
Pero en el bando contrario no están mejor. El oponente de Mancha sería el varias veces presidente municipal, diputado local y diputado federal Joaquín Guzmán Avilés.
El “Chapito” Guzmán, como es conocido, es el indiscutible cacique de Tantoyuca, ya que ha mantenido un inédito control político en toda esa franja de la región norte del estado desde hace casi 20 años, en donde entre él y sus hermanos se han apoderado literalmente de todos los puestos de poder público, saltando consecutivamente de la alcaldía a las diputaciones, sin nadie que les haga sombra. Incluso ahora. Ésta fue de las pocas zonas del estado donde no arrasó Morena el pasado 1 de julio.
Guzmán Avilés representa un serio riesgo para los afanes reeleccionistas de Mancha, ya que cuenta con una estructura política real, dentro y fuera del PAN.
Tan sólo al interior del blanquiazul, controlaría unos cinco mil votos para el día de la elección interna, a celebrarse el próximo 11 de noviembre. Un liderazgo real, pero absolutamente antidemocrático y gangsteril, de acuerdo con habitantes de aquella zona.
Según fuentes dentro del PAN veracruzano, el grupo del gobernador saliente apoyaría la reelección de Mancha, ya que le garantiza injerencia en las decisiones futuras del partido. Pero la misma decadencia política en la que se sumió el yunismo tras la derrota el 1 de julio habría menguado su poder de influencia en las decisiones internas. Ya no tienen nada que ofrecerle a los panistas, que tienen claro que son unos oportunistas.
Mientras tanto, en medio de la avalancha morena, el panismo en Veracruz tendrá que decidir entre el malo y el peor. Con todo lo que eso implica.
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