La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La siniestra ‘víbora de la mar’ geopolítica: los de atrás se quedarán
La lucha por la vacuna contra el COVID19, además de dar con la cura, tiene otro elemento, que se liga con los intereses hegemónicos de los países que lideran la investigación.
En principio, se trata de vender una imagen de superioridad científica: fuimos los primeros en lograrlo, luego viene lo más interesante: las prioridades para la distribución del remedio.
En este contexto, la lucha que libran las tres potencias más sobresalientes (Estados Unidos, China y Rusia), junto con sus respectivos aliados, tiene que ver con una recomposición de los equilibrios internacionales, ante el resquebrajamiento de los que surgieron, después de la desaparición del bloque soviético.
Estados Unidos, batalla por mantenerse y tener a raya el creciente poderío chino y el zar Putin, hace todo lo que esté a su alcance, por retornar al esplendor de la Rusia imperial, por lo tanto, la búsqueda del antídoto contra la posmoderna peste, les cayó como anillo al dedo.
De entrada, la vacuna será utilizada como moneda de cambio, una versión recargada de la injerencia humanitaria. La idea de que se repartirá sin fines de lucro, puede centrarse solamente en los aspectos monetarios, sin embargo, la ganancia tendrá carácter estratégico.
Quizá, asistimos a la primera guerra, en la que los muertos fueron a priori, el arma es la carrera científica y, como siempre, los ganadores pelearán por sus cabezas de playa.