Cuando muchos hacían las cuentas alegres de que el país iba por un rumbo diferente en busca del desarrollo y la estabilidad, se percataron como de golpe y de forma inevitablemente, que eso está muy lejano.
Ni el Pacto por México, ni las 11 reformas estructurales aprobadas en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, pueden poner en primera el motor de arranque de este país.
Pero ni siquiera tenemos la ventaja de estar en punto muerto, lo cual nos daría la alternativa en partes iguales de ir hacia adelante o hacia atrás.
No, el país ya se encuentra en camino regresivo.
Nadie puede objetar que es imposible continuar el camino en un país en donde por incendio, mueren unos pequeños en una guardería federal y no exista explicación aceptable hacia los padres de los mismos luego de cinco años.
Tampoco es admisible que luego de iniciada una guerra en contra del narcotráfico las cosas estén peor que hace ocho años. No sólo hay cárteles, sino grupos poderosos paramilitares, pasando por autodefensas y hasta elementos de los grupos de las Policías y el Ejército, actuando en la ilegalidad.
El país va en la ruta del cangrejo y no se ve cómo recomponer el camino.
Reunirse y publicitar acuerdos de forma mediática para el consumo de la sociedad respecto a hechos oprobiosos, en nada ayuda a resolver los casos que ya indignan a cualquiera.
No me lo va usted a creer amable lector, pero la noche de ayer mi sueño fue interrumpido con eso que es llamado insomnio y cuando empezó la película mental de todos y cada uno de los que catalogo como mis problemas, llegué al caso de los normalistas de Ayotzinapa.
La oscuridad y el silencio de la noche me hicieron llorar por los casi niños estudiantes, su familia y su comunidad. Intenté ponerme –no sé porqué– en el lugar de los chicos desaparecidos y me aterré, luego como para escapar del horror, visualicé los sentimientos de sus padres y familiares cercanos e irremediablemente lloré.
Se me hace increíble creer que no sea posible encontrar a los desaparecidos, que no son pocos y muchos vieron cómo y quiénes se los llevaron.
Ayotzinapa y su horror, es un claro signo de que en México hay muchas barreras que romper para llegar al menos, al punto muerto del desarrollo, porque de que vamos para atrás, vamos.
Acta Divina…Para el presidente Enrique Peña Nieto, la prioridad es encontrar a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.
Para advertir…Si mi insomnio lo promueve el caso de los jóvenes normalistas de los que no se sabe paradero y destino, no quiero imaginar cuántos más a la distancia nos encontremos en conciencia.
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