Luis Alberto García / Moscú
*La verde amarela ha crecido de la mano de “Tite” Bacchi.
*Enfrentó a la Mannschaft tras el 1-7 de la Copa FIFA 2014.
*Luiz Gustavo, Marcelo, Maicon y David Luiz protagonizaron la derrota.
*El país se transformó; pero la “canarinha” fue eliminada en Rusia.
*En el país del futbol ha pasado de todo en solamente cuatro años.
Tres meses antes de inaugurarse la Copa FIFA / Rusia 2018, la selección de Brasil se enfrentó a la de Alemania el martes 27 de marzo en Berlín sin ningún espíritu de revancha, a pesar de todo el simbolismo del partido, según opinión de los periodistas acreditados para cubrir ese partido.
Por primera vez en encuentros oficiales, la selección brasileña se reencontró con sus victimarios de la Copa del Mundo de 2014, los causantes de aquel humillante e histórico 1-7 en el estadio Mineirão de Belo Horizonte, el 8 de julio de ese año.
Desde entonces, la selección y el país pasaron por muchas transformaciones, y esa caída es motivo de bromas entre los brasileños: “Cada día un 1-7 diferente”, se ha convertido en expresión popular para demostrar insatisfacción ante cualquier cosa, sea por una inundación causada por la lluvia o por los escándalos que abundan en la serpenteante política nacional.
Después del último encuentro con Alemania, Brasil experimentó eventos traumáticos en varios aspectos; pero en lo que se refiere al futbol, el evento mundialista de 2014 dejó cicatrices mucho más profundas que aquel desastre en la capital de Minas Gerais.
Pasados más de cuatro años del torneo, diez de los doce estadios que fueron escenarios de los partidos de la Copa del Mundo de Brasil se encuentran bajo investigación por sobrecostos y desvío de dinero en las obras, inservibles algunos, abandonados otros.
El presidente de la Confederación Brasileña de Futbol (CBF), José María Marín, fue arrestado en Suiza en una operación del gobierno de Estados Unidos, que desató el más que conocido escándalo de corrupción de la Federación Internacional de Futbol (FIFA).
Marco Polo del Nero, sucesor de Marín, fue expulsado por el Comité de Ética de la entidad nacional en 2017, y con tres presidentes destituidos por escándalos en siete años, la CBF no ha podido recibir el fondo de setenta millones de dólares prometido por la FIFA para inversiones en ciudades que no fueron sedes mundialistas.
“Fuera de la cancha, solamente tenemos que lamentar todo lo que le pasa al futbol brasileño”, dice Artur Coimbra Antunes “Zico”, participante como jugador en los torneos de Argentina 78, España 82, México 86, y en Estados Unidos 94 como auxiliar técnico de Mario Lobo Zagallo.
Irónicamente, la selección brasileña, protagonista del monumental fracaso de 2014, hoy ya no encaja en el término, al menos dentro de la cancha, y bajo la dirección de Agenor Bacchi “Tite”, que sustituyó a Carlos Bledorn“Dunga” tras un mal segundo paso en el mando del equipo, la verde amarela se ha reinventó.
Fueron diez victorias y dos empates en las eliminatorias sudamericanas, que garantizaron a Brasil la clasificación para el mundial de Rusia, y como entrenador, “Tite” sufrió solo una derrota en el amistoso contra Argentina, en junio de 2017.
En año mundialista y elecciones presidenciales en octubre de 2018, la selección brasileña dejó atrás el trauma del 1-7 al consolidarse como un soplo de esperanza, o al menos un pedazo de Brasil que funciona, para la gente, aunque su eliminación por cuenta de Bélgica no satisfizo a nadie.
“El 1-7 de 2014 es un fantasma. Ocurrió, sigue estando presente. La gente habla de ello y cuanto más se habla, menos desaparece el fantasma”, dijo “Tite” en una entrevista concedida a una revista alemana; pero cada brasileño sabe que esa humillación nunca se superará, igual que el “Maracanazo” que privó a Brasil del cetro mundial de 1950, cuando lloró al caer ante Uruguay, que lo derrotó (1-2) en Río de Janeiro.
Aquel 8 de julio de 2014, la representación brasileña afrontaba la semifinal del campeonato ante Alemania con un aire de pesimismo por la lesión de Neymar, en el partido anterior contra Colombia; pero lo que se desencadenó en el Mineirão fue una masacre despiadada, increíble y absolutamente inesperada.
Un estadio silencioso presenció ese 8 de julio de 2014 cómo los alemanes superaban a Brasil con una facilidad extrema ante los ojos llorosos de aficionados en estado catatónico, casi en estado de coma, y una prensa implacable, con un veredicto unánime: fracaso, vergüenza, humillación, algo demasiado duro para los “torcedores” del sensual, alegre y musical país del futbol.
Por el lado de la situación de Brasil, “Tite” dijo que, luego de la Copa del Mundo de 2014, la impunidad de los políticos le dolía al ver cómo han dejado a su país; pero prefirió ver hacia adelante y en todo momento puso la mirada en el torneo ruso: “Pasó de todo en cuatro años; pero quisimos mejor que los brasileños se sintieran orgullosos de nuestra selección”, afirmó.
Aunque tuvo críticas por algunas convocatorias, el entrenador despertó unanimidad en Brasil, debido a que la mayoría de los aficionados, que son millones, piensa que la recuperación del equipo se debe a él, y no a los dirigentes de la CBF.
Entre los principales hechos del entrenador de Brasil destacan la adopción de un sistema táctico que privilegia las funciones ejecutadas por los jugadores en sus clubes, la filosofía de trabajo apoyada en un moderno departamento de análisis, así como el haber fomentado el sentido de equipo, sobre todo para disminuir la dependencia de Neymar.
Tal como ocurrió en la semifinal del Campeonato del Mundo de 2014, el 10 se tuvo que recuperar de una lesión y no estuvo en Berlín el 27 de marzo de 2018, que fue una oportunidad más para “Tite”. Una oportunidad más para el entrenador, que probó jugadores, y para sanar las últimas dudas antes de la convocatoria final para Rusia, que si convenció a los fanáticos.
“Tite” y sus jugadores se esforzaron por rechazar cualquier clima de revancha en el reencuentro con los alemanes, y todos sabían que devolver una derrota en un amistoso jamás atenuará la vergüenza de haber sido eliminado en casa con la mayor goleada recibida.
Fue un sentimiento semejante al de 2016, cuando Brasil se proclamó campeón olímpico por primera vez al ganar al equipo sub-23 alemán en la serie de los penales, y el triunfo histórico estuvo lejos de ser tratado como una venganza.
Lo ocurrido en el verano de 2016 en los Juegos Olímpicos de Río, seguramente sirvió para dar confianza a jóvenes jugadores que ganaron espacio con “Tite”, como el centro delantero Gabriel Jesús, un 9 que puede ser la solución presente y futura del Brasil renovado.
De los jugadores convocados por “Tite” para el amistoso que cortó una notable cadena de partidos invictos a Alemania, solo cuatro jugaron en el 1-7 de julio de 2014: “Fernandinho”, Marcelo, “Paulinho” y Willian, y Dani Alves y Thiago Silva también formaban parte del grupo comandado por Luiz Felipe Scolari, pero no actuaron en la tarde fatídica del Mineirão.
El técnico alemán, Joachim Löw, adelantó que haría varias pruebas, sin titulares como Marc Ter Stegen, Mesut Özil y Thomas Müller, sin que la victoria (0-1) ante Alemania difícilmente sacudiera la confianza de “Tite”, mucho menos su prestigio; pero tampoco borró la sombra del 1-7, ni regalará a los brasileños una dosis de optimismo en medio de la crisis vivida en la nación en los últimos años.
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