Raúl Hernández Viveros
Se fue una de las voces poéticas fundamentales de América Latina. Su obra ahora y siempre trasciende la inmortalidad. Demuestra la riqueza de las raíces profundas de las letras de Venezuela. Le decimos hasta luego y para siempre a Reynaldo Pérez Só (Caracas, Venezuela, 18 de noviembre de 1945 – Valencia, Venezuela, 30 de julio de 2023) fue un poeta, traductor y médico. Obtuvo el Premio Nacional de Cultura, mención Literatura, 2019-2020 por su obra publicada desde 1971. antes es reconocido como “traductor, cofundador y director de la Revista Poesía, editada por la Universidad de Carabobo”, médico y docente, propiciador y facilitador de talleres literarios. Adjunto una inolvidable muestra de su poderío literario.
Los que soñamos
sentimos el sueño más hermoso
nos morimos temprano
porque no somos sueños
ni pájaros
y el aire nos pesa
sin embargo con todo
volvemos cada noche
para morirnos de otro sueño.
***
esta es una silla
sólo una silla
en ella
se sentó mi padre
todos
ahora
está sola
sin nadie
una silla
***
hay lugares
que se prolongan
donde nuestros cuerpos
pesados se inclinan
y
una gran caída
nos estremece.
***
el hombre no se parece a la lluvia
el hombre camina
piensa
y se multiplica
la lluvia
vive arriba
y baja y se retorna
nosotros hablamos y morimos
la lluvia es otra cosa.
***
vase el cuerpo
la casa
se va también
el amigo
ya
abandona aprisa el día
sin que entienda
la gravedad del cuerpo
no queda sino la puerta
que no se mueve
cuando el día
ahora se ha cerrado.
***
he dejado que la muerte
me socave
no he hecho nada
no puedo recobrarme
y acepto mirar
el sol cada mañana
y a cambio he podido
poner la mesa y
sentarme a comer.
***
mi casa está como un
muerto
sola
nadie sino yo sobre una silla
el viento sopla sobre
el patio
la casa no responde
ni yo
sobre la silla.
***
me despojo del domingo
y me cubro de espanto
hablando solo
junto a estas casas
hoy como este día
cúbreme árbol
cúbreme
***
De no estar tengo un aire
semejante
al espejo donde no me miro
suena la puerta y no estoy
les respondo callado
que no estoy en los campos
ni el sueño me deja
***
mi mejor mano con sus ojos
sobre mi boca
sintiendo a dios redondo a una cuarta
de los dedos
suyos sintiendo
mirarse en el movimiento
***
la cueva es un misterio del corazón
lava el corazón y lo cubre
con la mano hasta sentirlo
una y otra vez en su pulso
porque su asombro es tocar
paredes por donde de nuevo
su mano quisiera devolverle
algo que no sabe sino tocar
***
él
no tiene un espejo
no tiene un espejo
se responde
él
cuando
su mano
se apoya
en su otra
mano
tibia
una
fría
la otra
***
no se aturde
no espera
no se deja llevar
no se inclina a sí mismo
solitario
está ahí
quieto
***
gracias a dios que no existe
sino en este momento
que lo necesito
subiendo un ascensor
me atrapa en su caja
y la luz artificial
desciende mientras sube
a un piso desconocido
entre infierno
y tierra
donde dios nos supone
hermosos y desgraciados