Luis Farías Mackey
5 xi 21
“A ver, para que se enojen”.
Así empezó su alocución el presidente López Obrador.
Que se enojen quiénes. Se entiende que los jefes de Estado reunidos en la Cumbre Climática Glaswog COP26.
¡Vaya manera de cultivar las relaciones diplomáticas!
Y sí, sin duda se han de haber enojado y mucho y con razón. Pues resulta que según los otros datos del presidente el programa para terminar con la desforestación mundial lo propuso México y se inspiro en “Sembrando Vida”.
“¿De dónde creen que salió esa idea? De ‘Sembrando Vida’. Y un dato adicional porque también ahí estaban pendientes de que no había firmado México, si el programa lo propusimos nosotros”.
Mucho es lo que no cuadra. Si el programa lo propuso México, por qué se rehusó a firmarlo hasta que la presión mundial lo obligó a recular. Y que hacer con los antecedentes que datan el inicio de las negociaciones en la Cumbre del 2014, cuando sembrando vida ni sembrado estaba.
Y la piedra de molino imposible de tragar: la diferencia entre detener la desforestación y sembrar.
Desforestar es talar selvas y bosques en muchos casos milenarios e implica políticas públicas de prevención, cuidado, vigilancia, prohibición y sanción.
Sembrando Vida no es un programa forestal, por más que se diga. Es un programa clientelar para hacer dependientes de un apoyo gubernamental a los campesino de México.
Con un agravante, Sembrando Vida tiene un incentivo perverso que lleva a los campesino a deforestar sus bosques y selvas para hacerse clientes del apoyo mensual del lopezobradorismo.
Sembrando Vida no siembra, pero sí desforesta. Luego entonces podrá haber inspirado al programa contra la desforestación, pero en el sentido negativo de lo que no hay que hacer.
El presidente sabe que México está dentro de los cinco países que más superficies deforestaron en el 2020. En gran parte debido al programa Sembrando Vida.
Pero vayamos a los vocablos, que por sí mismos desmienten una vez más,a López Obrador, en este caso ante todos los jefes de Estado y especialistas en el cambio climático reunidos en Glaswog. Sembrando Vida no pudo haber inspirado el acuerdo para detener la desforestación, no solo por los tiempos y procesos que así lo niegan, sino porque parar la desforestación es una acción diversa a sembrar. Se siembra cuando ya se desforestó, como lo vemos angustiosamente en México.
Posiblemente el presidente no lo alcance a ver, pero tras suscribir el acuerdo contra la desforestación tendrá que poner a revisión su mentado programa clientelar.
El presidente miente miente a sabiendas de que nadie que conozca del tema le va a creer y se engaña, porque lo suscrito le obliga a modificar los estímulos perversos de Sembrando Vida.
Vaya manera de hacer presente su ausencia y su mentira en una Cumbre Mundial.