Francisco Gómez Maza
En verdad, nunca había visto tanta libertad para mentarle la madre al presidente de la república.
En lo pasado, muchos se la mentaban, pero no se atrevían a decírselo en su cara, en público. Sólo entre ellos y que no oyera “un oreja”, un espía de los que andaban por todos lados.
Ahora, apenas abre la boca López Obrador y sus opositores del Partido Acción Nacional, del ala conservadora del empresariado, de algunos medios de prensa defensores del status quo heredado por el pasado, de personajes que dicen ser periodistas, pero que en la práctica son fiscales, empiezan a burlarse hasta de que sus zapatos están llenos de polvo.
El presidente es, para sus enemigos, como un diablo de feria. “Péguenle al negro.”
Pero la verdad es mejor pecar por exceso que por defecto.
Antes del primero de julio de 2018, día en que el actual presidente se impuso arrasadoramente sobre los candidatos del Viejo Régimen, nadie tenia la libertad que ahora tiene. Qué bueno. Me gusta. Si no hay desahogo, la bilis se derrama sobre el hígado.
En lo pasado, muchos seudo periodistas dedicaban su tiempo a ensalzar al Tlatoani en turno. Había quienes se constituían en voceros oficiosos del político más espléndido. El premio a la adulación no se dejaba de concretar con millonarios contratos de publicidad, o gruesos embutes enrollados. Había tal entusiasmo en defender la causa del presidente, o hasta del más insignificante de los regidores del municipio.
Pero hoy, tanta es la libertad, y se acabó el chayote, que a sus detractores les da miedo usarla, y el discurso anti López Obrador, destila bilis, rencor, resentimiento, odio.
Si en vez de haberse incendiado Notre Dame, por ejemplo, se hubiera quemado la Catedral de México, inmediatamente habrían culpado a López Obrador de incendiario.
Hasta tal grado llega la Sinrazón de quienes están realmente asustados por la libertad. Les da pánico ser libres. Estaban tan acostumbrados a la esclavitud del dinero mal habido.
Pero, con odio y todo, es muy saludable para la república la presencia de un sector que tiene la posibilidad de mentársela al presidente. No pasa nada. Simplemente es un desahogo. Recuerdo que, en los tiempos del radicalismo comunista, la figura del líder del partido era pintada en un pushing bag de entrenamiento para boxeadores… Y habrá que perderle, entonces, el miedo a la libertad.
analisisafondo@gmx.com