Durante décadas, ríos de tinta se han derramado sobre textos e investigaciones que tratan de explicar las intrincadas e inexplicables relaciones diplomáticas bilaterales entre un indefenso país como el nuestro y la potencia imperial que tenemos del otro lado del Río Bravo. Algunos la juzgan de tergiversada e intrincada, otros de habilidosa, y los certeros, de hipócrita.
Fundaciones extranjeras de insincero filantropismo, se han esmerado generosamente hasta en financiar Institutos de altos estudios, especializados en darle vueltas a una noria que está más descubierta que el agua tibia. Sin embargo, hasta premios, distinciones y grandes vituallas se otorgan a quien finge mejor sobre la “astuta” descripción de sus delicados sostenes.
A los dueños de las finanzas estadunidenses y de los grandes corporativos multimillonarios en dólares, que son los que mandan del otro lado –y no los presidentes “florero” que instalan en la silla más ostentosa de la ribera del Potomac–, les ha interesado una funcional relación, motivada por tres importantes razones:
1) Somos el vecino incómodo que demuestra ante el mundo que su injerencia en nuestra vida doméstica es operada por las vías pacíficas; 2) somos puntuales pagadores de un servicio de la deuda-intereses proverbialmente moratorias que nos atan de por vida a todas las generaciones-, y 3) hemos sido las correas de transmisión de sus dicterios, cuando ellos así lo deciden.
Nuestros opiáceos, indispensables para EU
Lo demuestra el hecho de que los tolucos y pachuquitas siguen endeudándonos hasta el cogote, sin el falso señuelo de la factura petrolera, pues ésa ya ni existe, y ni sudan ni se acongojan por tomarse la molestia de qué mexicanos son los que pagarán, y hasta cuándo… aunque para el próximo 2017 ya se haya recortado presupuestalmente todo lo que no se debe recortar.
Hemos dejado al final una razón casi existencial, porque merece un comentario aparte: desde principios del siglo XX, cuando los avezados empresarios gabachos empezaron a darse cuenta de nuestro monumental reservorio como productor y exportador de opiáceos, nuestro peso diplomático adquirió característica de gigante. Indispensable para su modo de vida.
De la fantástica producción de trabajadores migrantes, desplazados de nuestro modo de producción en un sistema sin direccionalidad ni destino, mejor ni hablamos en esta ocasión, porque es un procedimiento que siempre ha estado sujeto a la oferta y la demanda y a las ventajas del mercado productivo de los compradores. Sólo abren la puerta cuando lo necesitan, y eso sucede siempre. Así como suena.
México-EU: mamar y dar de topes
Pero la razón existencial tiene presente la friolera de cien años. La habilidad y experiencia de los chinos, empleados en la construcción de las vías férreas del Pacífico norte mexicano, fueron la causa histórica de que los magnates gabachos fincaran en ella el puntal del surtimiento de enervantes y sicotrópicos para sus héroes de guerra.
México, en ese sentido, es intocable para los demagogos y oportunistas politiquillos gabachos que hacen campañas en verso para ganarse el voto de los wasp. Todos ellos saben que jamás podrán tocar una relación que responde a intereses más elevados y necesarios que sus delirios retóricos. Nuestra relación diplomática siempre se ha basado en el viejo aforismo: mamar y dar de topes.
Y los políticos entraron al “bisnes” de la droga
Los candidatos republicanos y demócratas podrán llamar a misa y envolverse en el fallido patriotismo de la bandera de huesos y calaveras, Mark Twain dixit. Podrán ofrecer el oro y el moro. Pero nunca, brincar esa vara que está muy por encima de cualquier atleta olímpico.
Las etapas por las que ha pasado la relación bilateral son ridículamente deducibles: después de la adquisición de las huertas de opiáceos en el triángulo de oro, Sinaloa, Chihuahua, Durango, en los tiempos de paz de los veinte años que transcurrieron entre la Primera y la Segunda guerras mundiales, el negocio fue dejado en manos privadas de políticos mexicanos.
Fue la era de los Elías Calles, Abelardo L. Rodríguez y Miguel Alemán, como los grandes magnates, desde Tijuana hasta Culiacán. Cuando llegó la Segunda guerra, los mandos militares de los güeros volvieron a las andadas, desplazaron a los locales y empezaron a dictar las reglas.
Políticas de seguridad o maniobras de distracción
Todas las historias de los secretos fumaderos del Barrio Chino de la calle de Dolores en la capital nacional, la matona de la pandilla de Paco, El Elegante, las inspiradas artes de Valente Quintana y de los jefecillos de la Dirección Federal de Seguridad, la Brigada Blanca de los sesudos policías encargados de la seguridad nacional, fueron el tema de la distracción. Todo estaba acordado y asumido de antemano.
Todo cambió cuando el Departamento de Estado desplazó a los militares del Pentágono. Los mandaron a invadir Corea e Indochina, sólo para desprestigiarlos en esas aventuras sangrientas y hasta en frentes caribeños, como Bahía de Cochinos y Granada, mientras ellos utilizaban a sus habilitados para hacerse del espectacular negocio del trasiego.
Desempleados, surgen los sicarios regionales
El FBI, la DEA y sus operadores, manejados desde las altas esferas del poder, se encargaron directamente de contratar sicarios regionales sin empleo, que habían sido guardaespaldas de poderosos gobernadores, y la historia del narcotráfico empezó a escribirse con otra tinta: la del engaño y el asesinato sin límites.
Así se han manejado los gabachos desde que entendieron que eran unos bultos para el pleito pecho a tierra y entre infanterías, y optaron por los salvajes bombardeos dirigidos desde el espacio; desde que entendieron que el dinero les daba la posibilidad de manejar todo en lo oscurito, usando a los payasos locales.
Ésa ha sido siempre la base de su actuación. El que no lo entienda así, puede ser extraterrestre o analfabeta funcional en política, como se han cansado de demostrarlo los improvisados que presumen que nos gobiernan, y hasta piensan que el triunfo de Hillary puede ser la trompeta que anuncie la llegada de alguna señora desmemoriada de su pasado reciente.
Iguala, Tanhuato, Tlatlaya y la amapola negra
La relación bilateral, asunto fundamental para la supervivencia, debe ser manejada por expertos, jamás por ingenuas improvisadas de cuartillo, que no entienden ni la O por lo redondo. En ese rubro, nadar de a muertito es complicado, porque la tentación de participar en el negocio, sólo por los pingües beneficios que deja, produce masacres execrables, como las de Iguala, Tanhuato y Tlatlaya, sólo por mencionar algunas de las miles que existen frente a nuestras narices.
Los veneros de la codiciada amapola negra, más valiosa que cualquier negocio mexicano, debe ser un asunto vedado para los mercachifles insensatos de la política, así como para los sicarios rancheros, matarifes que han creído comérsela cruda. Requiere más que eso.
Debe ser parte de un Convenio internacional con toda la barba, que aproveche todas las rendijas y resquicios de la debilidad estadunidense, y todas las habilidades y conocimientos de diplomáticos y negociadores políticos que han sido desplazados, o definitivamente es que no existen ya en el panorama mexicano.
Reiterar que los mexicanos merecemos respeto
Un Acuerdo que sirva, de una vez por todas, para clausurar las fosas clandestinas y el enorme camposanto de soldados, sicarios, culpables e inocentes que han pagado el pato con sus vidas. Que han horrorizado la conciencia internacional y han enlutado a cientos de miles de hogares.
Que termine con esta guerra civil disfrazada de falsos patrioterismos y tome el toro por los cuernos, en manos de nacionalistas y honrados. Que se piense en México como una gran nación que merece respeto, y no como un burdel que sólo aporta los muertos. Y entrega las ganancias a los intermediarios poderosos de un sistemita de cagada.
Que acabe con la hipocresía montada de mamar y dar de topes. Que entremos con el pie derecho al siglo XXI, tan cerca y tan demasiado lejos.
Que nos ahorre la molestia de tener que soportar otros seis años de entreguismo y rapiña, por parte de los narquillos que dizque gobiernan.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Gracias, muchas gracias. El jefe de prensa de Los Pinos, Eduardo Andrade, dijo en las vísperas de la ceremonia de El Grito, en el Zócalo capitalino, que quienes acudan a ella tendrían libertad para las rechiflas y críticas al muchacho de Atracomulco. Que él está abierto a la crítica… Y sí, las manifestaciones de repudio a la figura del priísta han sido la constante en sus tres apariciones previas… ¡y todavía no invitaba a Trump a la residencia oficial! + + + Se movió rápido el pachuquita Oso…rio Chong. Cuando después de las seis de la tarde se dio a conocer la renuncia de su paisano Tomás Zerón a la PGR, movió sus hilos de titiritero y consiguió que tres horas después nombraran al cesado como asesor presidencial en materia de seguridad. No quiere perder posiciones. Ya ve usted, el CISEN está prácticamente descabezado, por una grave enfermedad de su titular –también pachuquita– Eugenio Imaz, y no hay relevo, porque el ocupante del Palacio de Covián –bueno, pasa más tiempo en un edificio frontero a la embajada de Australia–, no quiere perder esas posiciones, no quiere que nadie se meta en sus terrenos.
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