homopolíticus
- Sheinbaum, por Cuauhtémoc: Investiguen
Todo terminó por descomponerse —la pax narca pendía de un alfiler llamado Arturo Beltrán Leyva—, porque no todo estaba bien, a la muerte del narcotraficante hace 15 años, en Cuernavaca.
Bibliografía respecto de la ‘cacería’ del jefe del clan —y textos periodísticos—, concluye que BL no murió en enfrentamiento en el departamento 201 del fraccionamiento Punta Vista Hermosa, sino por tortura, una vez capturado, y luego desprendido parcialmente su brazo derecho a balazos, cuando tendido en el piso.
Para unos, fue una entrega. Para otros, una traición. Alguien más habla de una venganza desde Los Pinos, tras el pique del avión, un año antes, que trasladaba al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.
Como sea, el estado de relativa calma de 10 años en el estado de Morelos —la pax narca— provocó una sucesión de hechos violentos, aún en vigor, con la aparición de células y el arribo de cárteles, desde entonces en conflicto por trasegar sustancias narcotizantes.
Uno de los protagonistas del período de calma que siempre estuvo a punto de acabar, será hoy sentenciado en el décimo piso del edificio de la Corte de EEUU, en el condado de Brooklyn, a las 12:30, hora de México. Su nombre: Genaro García Luna. Luna, para efectos prácticos de justicia. El súper policía mexicano que viajó a Estados Unidos de Norteamérica, para protegerse, terminando en prisión.
De Luna se llegó a pensar que cogobernó Morelos, con la licencia del presidente Calderón. Camino a Tepoztlán, los hermanos BL lo retuvieron y su escolta desarmada, «ya ves qué fácil es llegar a ti», le dijeron al entonces director de la AFI. No había cumplido los acuerdos, según. Como en los restoranes, hay dos sopas: 22 años de prisión o cadena perpetua.
El poderoso secretario de Seguridad portará su exquisito traje con del que registró su imagen y su nombre. Es un traje azul de corte inglés, camisa blanca de algodón con hilo fino de dos cabos, ojales cosidos a mano, botones de nácar, puños entretelados y la corbata de seda, cuenta el periodista Francisco Cruz en su libro García Luna, el señor de la muerte. Él, Luna, quiere oír la sentencia sin el uniforme naranja. O el amarillo del América, donde jugaba novel como defensa central, donde conoció a Cuauhtémoc Blanco, ambos descubiertos por la Coca González.
Ilustración: Infobae
letraschiquitas
La alocución —el lenguaje sin palabras no engaña— «Que se hagan las investigaciones», de la presidenta Claudia Sheinbaum sobre la denuncia contra Cuauhtémoc Blanco por intentar violar a su hermana agnada NFBF, tiene la connotación de instrucción, como debe tomarla el zar anticrimen Uriel Carmona, que se relame los bigotes para que el diputade se separe del cargo y, con ello, pierda la protección constitucional. Antes se debe probar el delito, hablar la víctima y defenderse el victimario, tras cinco días de abstinencia verbal***. Para aprovechar las vacas gordas por El buen fin y los aguinaldos, y no por otra cosa, la Policía Recaudatoria de Cuernavaca, bajo control de Alicia Vázquez, implementará las pruebas de alcoholemia***. «Nos dejaron poco dinero», recriminó Margarita González-Saravia, con lo cual confirmó la bancarrota de gobierno, desvelada aquí.