Los ciudadanos de a pie estamos inermes ante los vaticinios de los poderosos. Más indefensos que los marineros griegos, expuestos a los caprichos del Olimpo, cuando en plena tempestad los dioses los mandaban a escoger rutas borrascosas entre Escila y Caribdis, igualmente inexactas y destructoras.
Los dioses eran los dramaturgos, los tramoyistas… y el público. La historia era, y es, un guión teatral ya impreso, y con todos los papeles asignados a unos intérpretes que, más que actores, son muñecos de Guiñol, sin capacidad de informarse, elegir y menos decidir.
Las calificadoras internacionales y las corredurías financieras al servicio de los grandes grupos de poder, montan un juego de sombras chinescas, en el que vaticinan la tormenta y transmiten la condena proveniente de sus cansados patrones. Son los mensajeros del prestamista. Unos vulgares corre, ve y dile, al servicio del valedor, jamás de nosotros.
Los que nos hacen saber, cuando las carteras están vencidas y las hipotecas agotaron su capacidad de endeudamiento, que todo esfuerzo es vano. Los que, manipulados desde el backstage de Wall Street nos amenazan y nos recuerdan que sólo hay dos caminos: “aguantarse y ajoderse”, como recomendaban en los ranchos a las pubertas ansiosas, en edad de merecer.
El gobiernito atracomulca abusó de los presupuestos de Pemex
Las posibilidades de cualquier préstamo están más que agotadas. El gobiernito atracomulca chupó toda la leche y además mató a la vaca. No tiene posibilidades de garantizar nada a cambio de dólares, porque simplemente abusaron de los presupuestos de Pemex y tronaron la alcancía. No le queda ni el puerquito.
Toluquitas y pachucos, al horrísono, nos endeudaron hasta poner en prenda los retratos de las abuelas. Debemos la mitad del producto interno bruto anual, unos diez billones de pesos, cada doce meses, más los implacables intereses que se acumulen. Una deuda onerosa, leonina e históricamente impagable, hasta el fin de los tiempos. Y todavía quieren pedir más, como siempre, a cambio de nada.
De afuera les dijeron cómo estructurar la empresa estatal productiva
Los ignorantes “empresarios” petroleros de acá del rancho grande sólo responden a través de sus esmirriados boletines de prensa, que ahora sí, que ya la hicieron, porque agigantaron su capacidad productiva, o lo que eso represente en sus infames cerebritos… ¡en 1% este año!
Nunca quisieron informarnos de qué se trataba. Lo que siempre dejaron en prenda a los financieros y lo único que éstos les aceptaban, eran las garantías de los yacimientos petroleros. Hasta les dijeron cómo debían estructurar una empresa estatal productiva, para que las torres de ésta pasaran a ser alfiles de su juego macabro.
Allá afuera sabían que Pemex, el mundialmente famoso “perro verde”, nunca había producido un solo barril de petróleo. Por eso, sus actividades de exploración, perforación y producción, eran terrenos vírgenes para las grandes empresas succionadoras de energéticos en tierra, playa y mar, aunque aquí seguían presumiendo ser los campeones de la producción.
Todo se hipotecó para financiar el gasto suntuario de las burocracias
Y es que allá, en el Imperio, nunca necesitaron ni el envase de los supuestos barriles que en boletines de prensa producía Pemex. A ellos lo que les interesaba era la hipoteca sobre el subsuelo terrestre y marítimo. La garantía de los inmensos yacimientos de su exclusiva propiedad, no de la Nación, hasta que vivan nuestros choznos.
Todo se hipotecó para financiar el gasto suntuario de las burocracias doradas, de las legiones de favoritos y consentidos, que engrosaban las nóminas de ejecutivos, socios en el “brinco”, coyotes, proveedores de adminículos de todo tipo, prestanombres que se prestaran al juego de competir por las rondas petroleras, subastas ridículas, más cargadas que los dados de un tahúr buscando pendejos en un velorio de pueblo.
Siempre fuimos los campeones de la simulación petrolera, de la gesticulación como grandes magnates de la industria cuando, en realidad, Pemex siempre ha sido una entelequia, una fantasía de consumo masivo que respaldaba los sueños de grandeza de petimetres sin escrúpulos… y sin sesos rescatables.
Pemex no extraía petróleo, sólo adormecía con cuentos a la masa
Tanto fue el cántaro al agua… hasta que se quedaron con él. Los grupos transnacionales del petróleo, a través de sus empresas, se prestaron conscientemente al juego de Juan Pirulero, pues estaban conscientes de la verdad de Pemex, como una entidad que producía sólo el adormecimiento de las masas. El opio que el pueblo necesitaba para continuar confiando en el desempeño de sus mentecatos próceres y elegir a sus candidatos.
La figura jurídica de la subcontratación de todo fue la argamasa legal sobre la que se armó el tinglado de la venta de la soberanía, de la entrega incondicional del país, con todo y tenis por delante. Y como aquí nadie tenía la experiencia petrolera, pues se “subcontrataba” a las empresas extranjeras, haciendo creer al respetable que las decenas de miles de trabajadores petroleros eran los héroes.
Prueba suficiente y sobrada de lo anterior es que uno de los dos principales rateros del llamado sexenio, Luis Videgaray, le ordenó a su recomendado, de nombre Emilio Lozoya Austin –un ladrón en busca urgente de juez de sentencia– que, para echar a andar con empuje sus “reformas estructurales”(?), en Pemex, tomara dos decisiones:
Lozoyita, Videgaray y Henríquez quebraron y desprestigiaron a Pemex
La primera, echar a la calle a miles de técnicos, profesionales y trabajadores de campo que realmente sabían cómo se le hacía para que Pemex llegara a producir algún día de Dios… y ¡no pasó absolutamente nada! Al contrario, las transnacionales se sintieron aliviadas por deshacerse de críticos sensatos en campo y plataformas marítimas que señalaban sus entrambuliques.
La segunda, convertir a Pemex en una empresa de “procura”, una gran coyota compradora de abastecimientos y contratos a cargo de un felón apátrida como Arturo Henríquez Autrey, delincuente internacional perseguido por sus víctimas petroleras, para hacerse cargo del changarro y procesarle previamente a los socios.
A base de veinticincos por ciento por adelantado, Lozoyita, Videgaray y Henríquez, no sólo arruinaron, también desprestigiaron todavía más a la industria. A base de cobrar por adelantado las audiencias del impresentable Lozoyita, quien subastaba desde entonces las condiciones del reparto de los saldos petroleros que iban a dejar las reformas estructurales, montaron un emporio de trastupijes.
El respetable, impávido y sobrecogido, sólo pregunta: ¿A qué hora se le ocurrirá al desdentado y fantasmal Sistema Anticorrupción de la tolucopachucracia empezar a rescatar la dignidad nacional juzgando sin miramientos a estos descastados? Empezando, obviamente por el jefe Peña, más perdido que un gusano en gallinero.
González Anaya, del clan CSG: más estropicios y más befa mundial
Hoy, cuando las calificadoras financieras, holdings de los grupos de Wall Street hacen saber al mundo que Pemex es una empresita quebrada, sin patrimonio subyacente y sin posibilidad de ofrecer hipoteca alguna para respaldar un préstamo más, los atracomulcas se jalan de los pelos del copete, a sabiendas de que han sido los principales testaferros de este juego de inmundicias.
Hoy, el vulgar ratero Luis Videgaray le ordena a otro de sus recomendados, José Antonio González Anaya, miembro destacado del clan familiar de Carlos Salinas de Gortari –en mala hora investido director de Pemex, después de destrozar al IMSS–, una nueva figura para continuar los estropicios… y los ridículos internacionales:
Un programa de ¡reestructuración de la empresa estatal productiva! Consiste en seguir despidiendo a trabajadores y técnicos socialmente responsables, experimentados en el manejo de la industria petrolera… y acabar con todas las posibilidades de indemnización. Enterrar en definitiva muchas páginas de la historia y de lo poco recordable.
Buscan la forma de seguir despertando apetitos de seductor de un grupo financiero más toreado que el miura Islero que mató a Manolete. Quieren dormir al velador, engatusar a quién sabe quién con un petate del muerto que ya no sirve para maldita la cosa. Sólo para quemar al cadáver.
Pemex ya no existe más. Es uno de los legados horrendos de un régimen depredador, reptiliano por definición, de una pandilla de rateros que creen que llegaron para quedarse. Que sueñan con volver a ganar la elección con el ridículo 30%, y sobre el 60% de los apáticos del que se ríen los informadores europeos.
¿Usted, qué cree?
Índice Flamígero: Luego de la intempestiva renuncia de la titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, Susana Thalía Pedroza de la Llave, y tras sus graves señalamientos hacia el subsecretario de Gobernación Roberto Campa, muchos se preguntan ¿qué hace todavía ahí el ex candidato presidencial de lo que queda del PANAL? La respuesta es poco sabida: es recomendado del inefable Juan Armando Hinojosa Cantú –léase: prestanombres de la constructora presidencial Higa–, quien a cambio recibe la protección de Campa en sus muchos trastupijes y violaciones a los derechos humanos en la obra de la autopista Toluca-Naucalpan. Alfil a modo, pues. + + + Los mismos que “inflan” la precandidatura de Margarita Zavala a.k.a La Calderona, fueron quienes la semana anterior tundieron a Ricardo Anaya, insufrible presidente de Acción Nacional. Hay mano negra… y temblorosa, por las muchas crudas que tiene en lista de espera.
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