Claudia Rodríguez
Cuando Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia de México el primero de diciembre de 2012, casi de inmediato señaló con un aire de suficiencia, que los priistas sabían cómo gobernar, insinuando que dos sexenios de panismo habían sido de meros aprendices y de calificaciones reprobatorias.
Claro que Peña Nieto se sabía arropado por los viejos priistas, tan sólo porque los intereses de todos ellos estaban y aún están, más vigentes que nunca. Eso del “Nuevo PRI” con el que intentaron identificar a esta Administración, tiene mucho del viejo partido aún con estructuras dominantes en todo el territorio nacional y con veteranos lobos de la política intentando acrecentar sus fortunas y prevalecer en el grupo de poder.
Nos presentaron los priistas a los mexicanos, nuevas caras con títulos en las mejores escuelas de Estados Unidos e Inglaterra, como si eso fuera garantía de buen gobierno, pero en todo caso las fórmulas extranjeras, resultaron entreguistas.
El caso es que Peña Nieto prometió un México renovado que llegaría a ocupar justo en el tiempo de su mandato, un lugar muy preponderante en la economía del planeta y para no variar, no faltó el compromiso de erradicar la violencia e inseguridad del país, encarcelando para lograrlo a los líderes de las bandas y cárteles de delincuentes.
Ya entrado en tareas, Peña impulsó las tan llevadas y traídas reformas, entre éstas la de educación, energética y fiscal que han resultado un fracaso en cuanto a beneficia directo de los gobernados –porque aquí los favorecidos son muy pocos y siempre los mismos.
Los “prietitos en el arroz” en la Administración de Enrique Peña Nieto, han sido demasiados, enunciarlos en este espacio es imposible, pero también ha sido doloroso para millones y millones de mexicano que en general sufren la carestía, la inseguridad, la violencia y los abusos repetidos de poder revestidos de impunidad y corrupción.
Es Peña, uno de los presidentes mexicanos con peores calificaciones de aceptación en la historia.
Pero la evaluación final con todo y las trampas que logre hacer en el examen de la jornada electoral para elegir a su sucesor en Los Pinos, ya veremos si de forma abrumadora lo rechazan con el voto de castigo.
Yo, por lo pronto, como muchos otros, ya lo reprobé.
Acta Divina…Una de las mayores pruebas de este sexenio, ha sido la devastación de los sismos de septiembre de este 2018, señaló el presidente Enrique Peña Nieto.
Para advertir… Demasiados parciales reprobados por el Ejecutivo, en contubernio con el Legislativo y el Judicial.
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