La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Su filosofía de la vida lo definía: gel o no gel, esa es la cuestión
Dentro del imaginario colectivo, el ex presidente Peña Nieto, pasó a la historia como un político torpe (todo empezó con aquello de sus tres libros favoritos), corrupto y responsable de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, claro, entre otras lindezas.
No obstante, el tontuelo y frívolo personaje, salió muy hábil para la negociación post sexenal, ya que, a pesar de todas las tropelías cometidas en su administración, es muy remoto que la Fiscalía General de la República proceda contra su persona, vamos, ni siquiera ha sido víctima de linchamiento verbal en una ‘mañanera’.
Para entender tal despropósito, han surgido varias hipótesis: algunos analistas sugieren que el toluquita habría organizado una ‘vaquita’ (ante la inminente derrota), para la campaña del tabasqueño, añaden que el presunto recaudador fue un güerito de sureño estado.
Otra de las versiones, señala que Peñita posee una videoteca, en la que aparecen integrantes del círculo más íntimo de AMLO que, de darse a conocer, tendría consecuencias catastróficas para la reputación de YSQ.
Insistimos, son rumores, sin embargo, estos surgen, porque no hay una razón fundada en la lógica formal, que explique la inacción de la 4T para indagar el cúmulo de anomalías de la anterior administración.
Lo más paradójico del caso, es que, si la FGR jalara los hilos de los ilícitos cometidos, habría forma de llegar al ex Tlatoani (además, los bonos políticos de AMLO se irían al cielo), sin embargo, el o los motivos para no hacerlo, deben ser muy poderosos.
Todo redunda en conjeturas y mucha frustración ciudadana, al confirmarse que la impunidad sigue campeando en territorio nacional. Lo cierto es que, a EPN, su victimario en las urnas, le hace lo que el viento a Juárez, por lo tanto, lo suyo, es la dolce vita.