La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Ellos lo enarbolaron, ahora hay que replicarlo: lo siembre ajeno, lo nunca nuestro ¡lo tomaremos!
En una entrevista que le hicieron a Adolfo Suárez, el presidente de la transición española, señalaba que un político tiene prohibido deprimirse, bajo ninguna circunstancia puede caer en ese supuesto y, precisamente, uno de los mejores ejemplos de templanza, es el de Winston Churchill, quién ofreció a los ingleses: sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.
Viene a cuento lo anterior, porque se ha rumorado que José Yunes, ex candidato a la gubernatura de Veracruz en el pasado proceso, está considerando retirarse de la actividad política, a lo cual le asiste derecho, sin embargo, tiene una asignatura pendiente.
Así pues, es curioso que, los analistas políticos, se enfrasquen en sesudas discusiones buscando explicar el fenómeno López Obrador, cuando la fórmula del tabasqueño es muy simple: a pesar de las derrotas, jamás bajó la guardia y siempre estuvo en modo campaña electoral con una estrategia simple, pero, efectiva: caminar todos los municipios.
En este contexto, Lula, Mitterrand, López Obrador, el ‘huacho’ Díaz Mena, entre otros, lograron su objetivo en la tercera oportunidad, por lo tanto, a menos que él lo quiera así, esperanzas, razonables, de que sea gobernador, existen.
Yunes tendría que dedicarse a recorrer todas las secciones electorales de la entidad durante los próximos cinco años, olvidarse de siglas partidistas y construir una estructura territorial con liderazgos emergentes, comprometidos (que no se vendan el día de la jornada electoral), fue, justamente, lo que hizo AMLO: consolidar cabezas de playa regionales.
No todo está perdido, se trata, eso sí, de voluntad…voluntad de poder. Más de un millón, de sufragios efectivos, son la plataforma de arranque. La moneda está en el aire.