Luis Farías Mackey
Crecimos bajo la máxima: “yo soy yo y mi circunstancia, y, si no la salvo a ella, no me salvo yo”, de Ortega y Gasset.
Con todo el respeto al maestro, aquí estamos de imbéciles tratando de salvarnos nosotros y resolver nuestra circunstancia, como si todo fuese un problema de voluntarismo: “Échale ganitas, manito”.
En su versión nacional, es el mito de los Niños Héroes: lánzate, “¡oh, joven heroico!”, al glorioso precipicio de la muerte tan épica cuan inútil, que tu sacrificio se cantará eternamente en un sobrio y luctuoso: “murió por la patria”, sin que haya joven ni estudiante que no quiera igualar tu heroísmo e inmolación, aunque los adultos, gobernantes y líderes de toda monta se ahorren ese inconveniente clavadístico, no sin por ello cantarlo eternamente en tu honor y muerte. Bien visto, es la versión mexicana de Aquiles: morir joven y alcanzar la gloria eterna, para retorcerse en el Hades por no poder ser siervo de un labrador sin caudal y de corta despensa, en lugar de reinar eternamente sobre el panteón de héroes lanzados al vacío. O de la épica del 68, que “no se olvida” ni en la UIF.
“Salva tu circunstancia”, dicen, como si no fuésemos parte y víctimas de la misma; como si existieran en nuestra realidad, hoy y aquí, las condiciones sociales y económicas elementales para salvarla, como si morir de cáncer infantil a falta de medicinas, de sarampión, bichos en el estómago, hambre o fuego cruzado entre facciones del crimen organizado fuese falta de voluntad de resolver nuestra circunstancia. Como, si ante una tarjeta del “bienestar” o un chaleco guinda y su emisario asociado no tuviesen que postrarse nuestra vejez, miserias, necesidades, opresiones, ignorancia, miedos y las humillaciones sin fin hechas hoy México todo, y las filas de mujeres mayores indígenas con acordeón en mano para votar por lo que no saben que votan ni que eligen.
¡Salva tu circunstancia!, le dicen entre marchas, plantones y carcajadas los maestros de la CNTE, con los bolsillos llenos de dinero, a los niños de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán y Tabasco, mientras arrastran su niñez entre la desnutrición ancestral, la ignorancia impartida, el olvido, la ideología y la traición de un gobierno que llegó para perpetuarse hundido en el miedo, no para gobernar. Pero eso sí, con un nuevo Benito Juárez por llegar a la Corte por indígena, no por jurista.
Que cada quien resuelva su circunstancia, al mejor estilo neoliberal y populista, que así se dan la mano, al fin y al cabo no es menester que la sociedad nos libere de nuestras más ingentes necesidades: hambre, salud, educación, opresión, sumisión, fantasmas, mesías, miedos, acarreos, acordeones.
Sálvate a ti mismo, héroe.
Salva tu circunstancia, patriota.
Tú contra el mundo. ¡Échale ganas!
O lánzate al vacío.
Ni la circunstancia, siendo compartida, podremos resolverla en acción conjunta o como niño héroe, porque somos seres aciudadaneizados en un mundo de redes llenas de vacíos y ruidos que no dejan oír el llanto silencioso del mundo que muere a nuestras espaldas, mientras vemos la pantalla de nuestro celular o copiamos los acordeones de nuestra perdición.