Norma Meraz
Perdón a los que robaron y compromiso de ajusticiar a los que roben a partir a partir del uno de diciembre de 2018 ha sentenciado el próximo presidente Andrés Manuel López Obrador.
Perdón a todos los personajes públicos que se embolsaron 500 mil millones de pesos –costo de la corrupción, según AMLO. Este monto nada despreciable que va a las cuentas por pagar de los contribuyentes, es decir: “que se haga la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”.
Tranquilos respiran y duermen los no pocos políticos y funcionarios públicos que se enriquecieron impunemente con el único límite que les impuso el tiempo. Hoy disfrutan y heredan en vida a todos sus descendientes para que no sufran estrechez económica y salgan sin apuro a gastar, gastar.
Gobernadores priistas como César Duarte, de Chihuahua, que saqueó el Estado, vive tranquilamente en Estados Unidos sin que nadie lo moleste, pues el todavía canciller Luis Videgaray no se ha dado tiempo para pedir su extradición. Y Fidel Herrera Beltrán, de Veracruz, con amparo en mano muy quitado de la pena, además de otros tantos que ya se cobijaron con el fuero que protege a exgobernadores hoy en el Congreso, lo mismo en la Cámara de Diputados que en la Cámara de Senadores.
Secretarios de Estado como Rosario Robles Berlanga con la “estafa maestra” a cuestas y Gerardo Ruiz Esparza, de Comunicaciones y Transportes, por el socavón en el llamado Paso Exprés Cuernavaca, el tren México – Querétaro, el tren México-Toluca y el Aeropuerto Internacional de México, sin dejar de mencionar a Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, involucrado en el escándalo de Odebrecht, son una probadita de la larga lista de hampones que ejercieron el poder para enriquecerse a costa de este desdichado país, bajo el manto protector del Presidente Enrique Peña Nieto.
Y aún queda una lista de amparos que la Suprema Corte de Justicia ha extendido a numerosos funcionarios públicos –desde el más alto nivel hasta el más bajo– para no ser tocados por la justicia.
¿Quién osa decir que en México la justicia no se imparte a modo?
Quizá la Suprema Corte no debiera apurarse tanto obsequiando más amparos si ya el futuro presidente les perdonó la cárcel de antemano y el todavía presidente, Enrique Peña, expresa en un acto público, amplio reconocimiento a todo su gabinete por su esfuerzo y entrega al servicio del pueblo de México.
¿Acaso la ciudadanía, asolada por la corrupción y la impunidad estará de acuerdo con otorgar “perdón” a la plantilla del presidente Peña Nieto? ¿Perdón y olvido, mientras siete millones de indígenas sufren de hambre y marginación, otros 40 millones de mexicanos sobreviven en la pobreza extrema y cientos de miles viven emigrando de un pueblo a otro en Chiapas, Oaxaca, Puebla, Guerrero y Estado de México huyendo del hambre el frío y la violencia?
Mientras tanto, 30 millones de sufragios emigran hacia el “sueño morenista”, esto es, a un país en el que tendrán salud universal –por cierto una promesa de campaña de Peña Nieto que nunca cumplió–; becas para todos los que no trabajan ni estudian; oportunidades para un trabajo digno; escuela para todos; un lugar donde ya no asesinen a las mujeres –cuatro de cada diez homicidios son a mujeres–, donde se aplique la ley –cárcel a los corruptos–; donde no aumentará la gasolina ni el gas; paz y seguridad; además se respete la libertad de expresión y no haya más periodistas asesinados .
¡Ese es el compromiso!
A partir del uno de diciembre: ¡México, el país de las maravillas! ¿Será?
¡Digamos la Verdad!