Joel Hernández Santiago
A Lourdes Maldonado la asesinaron por ser periodista. Por decir verdades que pesaban a muchos y que evidenciaban corrupción y malos manejos. Por lo mismo fue amenazada y ella pidió auxilio, no sólo a las autoridades locales, también a las autoridades federales e, incluso, en una “Mañanera” levantó la voz para pedir auxilio al presidente de México: La mataron el 17 de enero en Tijuana.
Muy lamentable que muera un periodista… una periodista, como también lo es que con este nuevo homicidio se acumulan más de 28 (según informe documentado de la Organización Artículo 19) en lo que va de este sexenio en el que se prometió abatir la impunidad, abatir la violencia pública, defender la libertad de expresión y cuidar de los periodista en sus distintas áreas de trabajo: ya periodistas de medios impresos, electrónicos o digitales…
Pero nada. La impunidad sigue rampante. Las amenazas en contra de periodistas es el día a día de un ejercicio profesional que cada vez está más en riesgo. Es ya un lugar común decir que México es uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio del periodismo, y lo que esto significa para el ejercicio de la base de todas las libertades como es la Libertad de Expresión…
Una libertad que ha costado vidas a lo largo de muchos años. A lo largo de siglos ya. La que llegó a México por la vía de la Constitución de Cádiz de 1812 a favor de la libertad de imprenta y que más tarde se incorporó como Libertad de Expresión a las distintas constituciones que han ocurrido en México, hasta llegar a la de 1917 en la que se consagró esa forma de ejercer la soberanía de los habitantes de la Nación. Se ha incorporado a esta ley el derecho a la información que tiene todo ciudadano mexicano.
Pero nada contiene al enemigo de esas libertades: Agravia, mata, sustrae, amenaza… Esto ha pasado a lo largo de los años, pero se ha incrementado de manera extrema en los tres años recientes. Cierto no es sólo en este sexenio cuando se han acumulado más muertes, amenazas, desapariciones, daños patrimoniales en contra de periodistas y sus medios… (En el mismo lapso con Vicente Fox fueron 6 periodistas asesinados, con Calderón 25, con Peña Nieto 17)
Pero es cuando uno suponía que habrían de cambiar las cosas a partir de diciembre de 2018 en los que estos actos criminales se incrementan. Tan sólo en lo que va de este año: un mes, han sido asesinados tres periodistas: Dos en Baja California y uno en Veracruz.
¿Qué hace entonces Alejandro Encinas, responsable de velar por la seguridad de los periodistas? Él como subsecretario de Derechos Humanos y ¿qué hace Rosa Isela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana? ¿Qué hacen gobiernos estatales y gobiernos municipales para garantizar y preservar la vida y la seguridad de periodistas y la libertad de expresión en sus estados y municipios?
La impunidad, decimos, sigue rampante. Ni el diez por ciento de los asesinatos de periodistas en México a lo largo de años se han procesado en ley y se ha sometido a los homicidas o delincuentes ya políticos o de la delincuencia organizada a los juicios legales que permitan poner ley en el tema.
No habían transcurrido muchos días luego del asesinato de la periodista Maldonado en Tijuana cuando desde Palacio Nacional se lanzó la crítica feroz en contra de periodistas críticos del actual gobierno. Se les acusó de ser enemigos del pueblo, del gobierno, de “los tiempos nuevos” y de ser emisarios del conservadurismo, del neoliberalismo, de ser “chayoteros” y de ser resentidos…
Sólo los que apoyan al actual gobierno en todas sus acciones, quienes subrayan lo bien hecho y quienes garantizan la preservación del proyecto 4-T aparecen como ‘periodistas honorables’. En el fondo lo que ocurre con esto es generar animadversión en contra de periodistas, esto consigue la confrontación ciudadana en la sociedad. Esto genera odio.
Como ocurre en el mensaje de cada miércoles en el que –en nombre de la réplica de gobierno–, se azuza, se señala, se descalifica, se acusa, se envenena el ambiente social con señalamientos que con frecuencia están sin fundamento.
Pero ahí está el tema. La muerte de periodistas es muy grave. Y lo es peor que pidan auxilio y no se les garantice el ejercicio profesional como la salvaguarda de su vida. Y, en contra, se acusa de periodismo mexicano de insano, falaz, mentiroso y contrario al pueblo.
Muy grave situación esta. Muy grave que haya cómplices de los agravios al periodismo mexicano independiente, crítico y fundamentado. Muy grave que la mayor parte de los ataques a periodistas provenga de agentes de gobierno y peor aún que exista tal grado de impunidad… y de odio.