Por Arturo Sandoval
“A la gorra no hay quien le corra” frase popular.
Dijo uno de los empresarios al salir dela cena en Palacio Nacional con López Obrador: “son los tamales más caros de mi vida”, pero no le informaron que los tamales son cortesía de la presidencia, también el chocolate. No se sabe si este empresario palomeó alguna opción de compra de boletos por 20 ó 200 millones de pesos, o si hizo una vaquita con sus cuates para alguna opción.
Vaya, 200 millones es muy poco dinero para Slim, y quizás mucho para quién su capital es de 2 mil millones, Pero entre todos los asistentes invitados, “el más chimuelo masca rieles” Cualquiera puede donar 200 millones o más, algunos lo hacen a fundaciones extranjeras como la de los Clinton y otras; por qué no aquí. Por cierto, el más pobre de los sentados en la mesa es el Presidente de la República, aunque usted y Peña Nieto no lo crean.
El segundo más rico de México, tiene seis veces menos dinero que el ingeniero Slim, no sabemos si más o igual que muchos políticos sin invitación a la tamaliza. Esperamos con ansia los números de Santiago Nieto sobre las fortunas de Videgaray, Peña Nieto, Calderón, los Duarte, los Moreira, Fernández de Ceballos, Mancera, Fox, Lozoya, Rosario Robles, Deschamps, y dos mil más. Seguro pagaría la deuda externa cientos de veces, con sus fortunas al parecer muy cuestionables.
Los empresarios de ayer, producen, crean fuentes de trabajo, ya pagan impuestos, crean cadenas de bienestar en sus empresas; algunos a regañadientes le caerán con la lana: los políticos corruptos millonarios son todo lo contrario y Hacienda o la ley se los cobrará. Después de todo, el dinero no es suyo.
En lo obscurito ya no. Así se marca una diferencia con los pases de charola de los gobiernos anteriores, donde las reuniones se hacían en lo obscurito; a veces grupales, otras individuales. Pudo haber valores entendidos o de plano se negociaba la aportación en la charola, con condonación de impuestos, préstamos a fondo perdido, adquisiciones directas en productos o en obras monumentales; todo a costillas del pueblo.
Todo sin saber lugares, día y hora de la reunión, ni los nombres de los convocados, total opacidad. Hoy supimos hasta el menú, nombres de los invitados, gestos de algunos, declaraciones de otros, creo que nadie salió con itacate. En resumen, se ven las cosas muy diferentes y esperanzadoras. En charola de plata el dinero irá a la salud del pueblo y no a la compra de ferraris, jets privados, residencias de lujo, ranchos, pisos en otros países, vida de reyes.
NOTA: así sí: ¡vivan los empresarios!