Joel Hernández Santiago
En México estamos como la Bartola, aquella mujer de la canción de Chava Flores a la que el marido le entregaba ‘peso sobre peso, siempre hasta llegar a dos’ y para de ahí hacer el gasto y pagar ‘el teléfono, la luz y el alipuz del señor’. Así aquí: el gobierno federal mexicano dice que la crisis económica mexicana es un mito y que aquí todo está bien, rechinando de limpio… y que con los trabajos y lo que se gana, alcanza para la felicidad mexicana: eso dicen: ‘Peso sobre peso’.
Y así tan ajenos a la realidad nacional, nuestros ilustres y muy queridos gobernantes nacionales no se dan cuenta de la tragedia cotidiana de millones de mexicanos que viven en todo el país con el “¡Jesús!” en la boca porque cada día alcanza menos para el gasto cotidiano, para la renta, los servicios, la salud, la educación de los muchachos y aun para el solaz; eso si se tiene la suerte de tener un trabajo, porque los que no tienen: pues no, diría el filósofo de Güemes.
Pero la verdad desmiente los dichos extravagantes en esa campaña renovada desde la presidencia de la República en la que, a modo de control de crisis, se nos quiere hacer creer eso, que las cosas están bien, que aumenta el empleo, disminuye el desempleo, que es decir, los sin ingresos, y hay para casa, comida, sustento, alimentos y hasta para el alipuz. Una clara imagen de un gobierno federal que supone que se gobierna con discursos.
Pero aún los datos oficiales, que pueden ser objetables por lo mismo, nos ilustran en otro sentido. Esto es, que apenas por estos días, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) nos da a conocer la fotografía de nuestro país en materia de salarios y trabajo, y aunque paso a paso justifica los datos, lo cierto es que están ahí y no pueden ser más dramáticos para millones.
Para empezar un dato de la precariedad salarial en México: 24 millones de mexicanos tienen un sueldo mensual de 4,802 pesos y, claro, el INEGI desliza, junto, que las tasas de desempleo e informalidad bajaron al cierre de 2016, aunque el contraste está en que los niveles de los ingresos de los trabajos que se crearon resultaron extremadamente bajos.
Así que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo dice que casi la mitad de la población ocupada en el país gana menos de cinco mil pesos al mes, en el mejor de los casos. Aunque adoban con que la tasa de desocupación en México es de 3.54 por ciento (1.9 millones de personas) al terminar 2016: “cifra inferior a 4.86 por ciento (2.4 millones) al término de 2012, que es cuando comienza este gobierno.
Pero hay un fenómeno que subyace a estas cifras: Es el de la precarización salarial. Si de por sí el desempleo y el empleo informal –que es una forma de desempleo disfrazado-, son altísimos en el país, también es indignante el nivel salarial que el gobierno estimula desde sus oficinas.
Y para eso tiene a su disposición a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos y a su consecuente e interminable presidente de siempre, Basilio González Núñez, quien por hacer el trabajo negro recibe un sueldo que equivale a cientos de salarios mínimos ahora de 80.04 pesotes para que los mexicanos, como la Bartola, paguen el gasto, el teléfono, la luz… el gas, la gasolina, y aun sonrían, y que son la gran mayoría de los trabajadores mexicanos.
Así que según José Luis de l Cruz, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico el alza de precios de los productos genera un mal humor social por el aumento de la gasolina, gas y luz; además se encarece el jitomate, cebolla, frijol, tortilla, tarifas de microbús… [Todo eso que el gran poder, por supuesto no conoce].
Y dice: la caída del poder adquisitivo provocará un aumento del sector informal (…) y al final de cuentas -dice De la Cruz—al término de este año solamente se podrá comprar 25 por ciento de lo que se adquirió en 1976.
Y según Ignacio Martínez, de la UNAM la inflación en enero fue de 4.7% “el problema es que las porciones de muchos productos se disminuyeron en los tianguis y mercados del país, por lo que se requiere más dinero para comprar la misma cantidad de alimentos o pagar más por un servicio, además de la baja calidad de muchos productos.
Pues eso, que al perro flaco más pulgas, y quienes pagan el pato por la mala administración de nuestros recursos y de nuestro trabajo son, precisamente, los que trabajan o los que tienen la expectativa de un trabajo si no es que se acomodan en la informalidad en donde la seguridad social pasa a ser inexistente…
¿Hasta cuándo esta tragedia nacional de millones? ¿Cuánto resistirá la liga? Pues eso, que mientras son peras o son perones, aquí estamos… con ‘pesos sobre pesos, siempre hasta llegar a dos’, como la Bartola.