¿Qué será, será…?
Joel Hernández Santiago
Que para 2024 la economía mexicana alcanzará una tasa de 6 por ciento de crecimiento; habrá una recuperación de 20 por ciento del poder adquisitivo; empleo suficiente para los jóvenes; erradicación del hambre y de la pobreza extrema, y la inseguridad habrá disminuido en por lo menos el 50 por ciento de la que hoy nos agobia. Suena bien.
Según el Plan Nacional de Desarrollo para 2019 y hasta 2024, cuando concluya la actual gestión presidencial, México será muy distinto al que recibió el 2 de julio de 2018 cuando comenzó su gobierno aun como Presidente electo y más aún luego del 1 de diciembre de 2018 cuando asumió la presidencia. “Se votó por el cambio” es la consigna de gobierno.
Así que, como está ordenado, el 1 de mayo pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador envió a la Cámara de Diputados su Plan Nacional de Desarrollo (PND) para 2019 y hasta noviembre de 2024, cuando otra nueva gestión presidencial comenzará a elaborar el suyo propio.
Pero mientras son peras o son perones ya está ahí el mapa de ruta que se propone seguir el gobierno del presidente López Obrador, del cual llama la atención su sentido social y propositivo, al mismo tiempo que su complicado entramado para desactivar todo lo que, a su juicio, ‘se hizo mal en el pasado’ y, por lo mismo, se toma ya una ruta distinta.
Para empezar ya desde el 1 de julio de 2018 una vez que se conoció el triunfo de “Juntos haremos historia” el Presidente Electo anunció ‘la muerte del modelo neoliberal’. Esta misma acta de defunción la anunció el lunes 18 de marzo cuando declaró formalmente “el fin de la política neoliberal” y anunció el nacimiento de una nueva etapa a la que denominó “post neoliberal”. Esto al anuncio de que ya se elaboraba su PND y cuyo contenido tenía este sentido.
En un legajo de 225 cuartillas, quienes elaboraron el documento, desgranan el ideal político, económico y social del actual gobierno y hacia dónde se dirigirá la vida de los mexicanos en los menos de seis años que faltan. Se divide en cuatro capítulos:
Política y Gobierno: en el cual define las metas para erradicar la corrupción, el dispendio y la frivolidad; recuperar el Estado de Derecho, separar el poder político del poder económico; un cambio de paradigma en seguridad.
Política Social: construir un país con bienestar y desarrollo sostenible, además de que enumera programas prioritarios: “Bienestar de las persona adultas mayores; pensiones para el bienestar de las personas con discapacidad; Programa Nacional de becas para el bienestar; Jóvenes construyendo el futuro; Jóvenes escribiendo el futuro; Sembrando vida; Programa nacional de reconstrucción; Desarrollo urbano y vivienda, así como Tandas para el bienestar.”
El tercer capítulo habla de economía, dice que se detonará el crecimiento, mantener finanzas sanas, no más incrementos impositivos, respeto a los contratos existentes y aliento a la inversión privada, rescate del sector energético e impulsar la reactivación económica, el mercado interno y el empleo. El cuarto capítulo es reiterativo: metas de crecimiento, empleo y seguridad para el último año de la administración.
A lo largo del documento se desglosan temas que son un posicionamiento, como es el caso de que “insistir en una reforma migratoria en EUA es una práctica intervencionista injustificable y perniciosa”; el Tren Maya como factor de desarrollo; el crecimiento anual de 4 por ciento y 6 por ciento al final del sexenio; fin del desempleo, subempleo e informalidad; fin a la migración de mexicanos; cuidado de los jóvenes para que no caigan en delincuencia y disminución del 50 por ciento de delitos.
Pero a todo esto se extraña el desarrollo productivo: El incremento de la riqueza a partir del trabajo coordinado entre factores de producción y economía política. La inversión calificada. No es solamente el espíritu justiciero de distribución directa lo que habrá de fomentar y fortalecer el crecimiento de la economía nacional; si podría ser una detente si esta voluntad social no se equilibra con el trabajo fértil y justo en sus resultados asimismo fiscales como salariales.
Esta correlación de fuerza de trabajo y factores de la producción deben ser coordinados por el gobierno mediante esa política económica que solucione los vacíos, debilidades y corrupción que le han debilitado y, al mismo tiempo, fortalecer la calidad productiva, equidad y estabilidad previsora.
Lo dicho: El documento está lleno de buenas intenciones. De reclamos a lo que fue y de promesas por lo que se quiere ser. Como también de un profundo sentido social en el que se presupone el ideal de justicia prometido; pero también está ausente el cómo y cuándo, y cuáles serán los resultados concretos –sin especulaciones- con lo que le da sentido a un Plan Nacional de Desarrollo. Fechas fatales. Rutas críticas. Fortalezas y debilidades confrontadas.
Los grandes temas nacionales están ahí, como el de la inseguridad, como el del desempleo, como el de la inflación, como el de la estabilidad microeconómica y muchos más, pero éstos son absorbidos por las intenciones de hacer de este gobierno el del rescate.
Decía don Daniel Cosío Villegas a Luis Echeverría cuando éste era presidente: “Si, señor presidente: “Arriba y Adelante”… pero ¿dónde vamos a aterrizar?
Por lo pronto el PND fue enviado a la Cámara de Diputados para su estudio meticuloso y para sus observaciones. Las que serán pocas si consideramos la mayoría Morenista en el Congreso. Así que cuando concluya esta gestión sabremos si se cumplieron las expectativas o se dirá que “factores externos y del conservadurismo nacional lo impidieron”. Ya veremos.
jhsantiago@prodigy.net.mx