* Agarrados del chongo hasta porque se les fue el hilo de la pantimedia, los políticos hoy en el poder carecen de altura de miras, de imaginación y respuestas para que el futuro opere en nuestro favor
Gregorio Ortega Molina
Un pueblo desilusionado empequeñece sus ambiciones, ve negro su futuro; los ciudadanos pierden toda esperanza cuando, además de padecer el ninguneo, pueden constatar que la mendacidad en los políticos es práctica perfecta, destinada a favorecer el ocultamiento de su inconmensurable enriquecimiento.
Este país carece de proyecto para vivir el presente y apostar al futuro; lo que hoy presenciamos como actividad política sólo es un pleito de lavanderas por el control físico y legal de los recursos fiscales, lo demás son tocadas de corneta, como dijera el difunto Javier Wimer.
La disputa suscitada por una reforma educativa inexistente -Aurelio Nuño promete, una y otra vez, que ahora sí presentará la reformulación de los contenidos de los libros de texto y la manera de instruir-, nos permite percibir el absoluto vacío de poder y la intención de distraernos de lo fundamental: la edificación, piedra sobre piedra, de un Estado fallido, para que los recién llegados hagan con México lo que consideran conveniente.
Los maestros de la CNTE y del SNTE distan mucho de ser los enemigos de México; los verdaderos malos se mimetizan en la élite política y empresarial, de idéntica manera a como Victoriano Huerta se escudó en el uniforme y en la disciplina.
Pleito de lavanderas, insisto, en el que las propuestas políticas para resolver nuestras profundas diferencias sólo favorecen el encono, como lo muestra el dicho de Margarita Zavala, quien se presenta como la némesis de AMLO; y éste, oculto en una pureza fingida, en una “honestidad valiente” ajena a una honradez necesaria, se esfuerza por subrayar la distancia que ha puesto entre él y el innombrable, cuando en realidad sólo es su marioneta, como lo fue de Manuel Camacho Solís cuando dispuso, como dueño, de la plancha del Zócalo durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, años en que nos prometieron entrar al Primer Mundo.
Distraídos quieren mantenernos, por ello se esfuerzan por tratarnos como judíos en el convoy de la muerte, e insisten en ocultarnos el fracaso de no tener a tiempo la reforma constitucional penal, o lo que en verdad nos trajeron -hasta el momento- las reformas estructurales, podridas por errores de procedimiento en su implementación, o por factores exógenos, pero inútiles para los resultados económicos y públicos inmediatos para los que fueron legislativamente impuestas.
Pleito de lavanderas que se disputó la presidencia del PRI, en la creencia de que el piso de 30 por ciento del electorado les garantiza conservar el poder, aunque -como hemos atestiguado durante estos casi cuatro años- no la gobernabilidad, por lo que el inteligente Manlio Fabio Beltrones convenció a EPN de proponer e impulsar la reforma de los gobiernos de coalición, que permitirán gobernanza en condiciones fáciles de proyectar el porvenir.
Agarrados del chongo hasta porque se les fue el hilo de la pantimedia, los políticos hoy en el poder carecen de altura de miras, de imaginación y respuestas para que el futuro opere en nuestro favor.