Luis Farías Mackey
Maquiavelo advertía al príncipe que pudiera hacerse de todo el poder, y no la gloria, porque ésta depende del uso y efectividad que se le dé a aquél. De igual manera, se puede tener todo el poder y nada de autoridad.
Plinio ejemplificó la diferencia entre autoridad y poder confrontando los papeles de auctor, autor, por un lado, y artifex, artífice, por otro; el primero tiene un papel primigenio y fundacional, verdaderamente creativo, inventivo, disrruptor; el segundo es un constructor diestro y hábil. El autor, en tanto creador, tiene la cualidad de numen, vocablo que deriva de nueren que significa asentir con la cabeza; los dioses en el Olimpo aprueban o desaprueban las acciones humanas afirmando o negando, igual corresponde para con el autor. El artífice podrá tener todas las capacidades y recursos para acometer su arte, más no la de aprobación que se reserva a la autor-itas por su naturaleza genesiaca de auctor.
La distinción entre poder y gloria, así como entre poder y autoridad suelen ser -no en balde se lo decía Maquiavelo al Príncipe- el tormento de todo gobernante.
Claudia inició la semana pasada con un discurso que transparentaba su tormento: “¿Creen que me van a debilitar? ¡Nooo!, más fuerte soy, más fuerte”.
Argumentando con conceptos de debilidad y fuerza, no de autoridad.
Si hubiese orientado su discurso por la idea de autoridad y no de artífice, en lugar de ostentar sin gran éxito fortaleza, se hubiese colocado por encima del conflicto y no a ras de ring, habría podido tomar el papel de autora de un nuevo comienzo llamando a la serenidad y reconciliación de los mexicanos, dándose la oportunidad de sancionar a los funcionarios que no supieron procesar políticamente la marcha del pasado 15 de noviembre, al tiempo de asentar un golpe al Bloque Negro antes que, como hoy la CNTE y Adán Augusto, se le salga de control.
Su proceder, sin embargo, ha hecho escuela: la secretaria de Gobernación (es un decir), en lugar de atender las demandas de campesinos, transportistas y titulares de concesiones de agua, los acusa de tener afiliación política diversa a Morena, como si ello fuese delito y no Derecho Humano y político protegido por la Constitución y el derecho convencional. Otra vez, artífices sin mayor lustre y suerte, no autores y menos autoridad.
Luego se queja que sus críticos le ubican como vicaria del templo, en este caso de Palacio, es decir, representante de otro, no ente con propiedades y alcances propios.
Y extraviada en esa condición los problemas se agolpan y exacerban, pronto ni el opio de sus giras y redes podrá anesteciar sus tormentos.
Podrás tener todo el poder, príncipe, más no la gloria.
Tampoco la autoridad.




