Javier Peñalosa Castro
La semana que termina estuvo marcada por la aparente reacción de Peña Nieto al desplome de sus índices de popularidad, que son los más bajos desde que se lleva registro de estos ociosos indicadores, en lugar de dar seguimiento a la obra de gobierno de los presidentes en turno.
Una vez más, los “genios” de la imagen que tiene como asesores el jefe de la camarilla que mangonea a su antojo lo que queda del País le aconsejaron hacer declaraciones protagónicas e incluso controversiales –especialmente para alguien educado por el Opus Dei, como Peña– en temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Durante la conmemoración del Día Internacional de Lucha Contra la Homofobia, Peña envió un paquete de iniciativas al Congreso para legalizar las uniones entre personas del mismo sexo en las entidades federativas que aún no lo hacen.
Por supuesto, aprovechó una reunión con líderes de la comunidad LGTTTB para tomarse la foto y ponerse la máscara de la tolerancia, la inclusión y el pensamiento vanguardista, tan ajena a lo que ha demostrado a lo largo de toda su trayectoria como político.
La cabeza visible del desgobierno que padecemos también reconoció –a sugerencia de sus consultores– la trascendencia del Politécnico a 80 años de su fundación por el Presidente (aquel sí era Presidente con mayúsculas) Lázaro Cárdenas, tras haber instruido al Niño Nuño para que negociara con los paristas el regreso a clases.
Peña también se subió al carro de la supuesta reforma educativa que dice promover Nuño y aclaró, contra todo lo que ha dicho y declarado su valido, que con ésta se busca incentivar, y no sancionar a los maestros (es un alivio que lo aclare).
Otro asunto que llama la atención es la persecución del llamado Lord Rolls Royce, cuyos abusos trascendieron gracias a las redes sociales, y a quien se vincula con Alfredo Castillo, quien fuera procurador de Peña en el gobierno mexiquense y posteriormente Comisionado del peñismo en Michoacán, cuya gestión tuvo un saldo por demás sangriento e ineficiente y estuvo marcado por el afán de venganza. Baste recordar que el más ecuánime de los líderes de las autodefensas (surgidas de la incapacidad de los gobiernos Federal y de Michoacán para garantizar la seguridad de los ciudadanos), el doctor Ricardo Mireles, sometido a vejaciones e injustamente encarcelado, es el único que sigue privado de su libertad, en tanto que otros, sobre quienes pesaban sospechas y señalamientos, recibieron el perdón e incluso fueron contratados en cuerpos de seguridad oficiales.
Falta ver si la decisión de modificar la imagen de inmovilismo de la camarilla en el poder alcanza para —al menos– amagar con el castigo a Castillo por sus nexos con pillos como el patibulario Emir Garduño, señor de horca y cuchillo y hermano del presidente municipal de Metepec, a quien ya se busca por fraude y homicidio.
Otro golpe mediático dado al concluir la semana fue el anuncio formal de que el gobierno de Peña concederá la extradición fast track de Jesús El Chapo Guzmán, en lo que luce como el desenlace de un pacto entre los gobiernos de México y Estados Unidos e, incluso, podría pensarse que el propio cabecilla del narcotráfico.
Y mientras se llevan a cabo todos estos actos circenses, la tan cacareada estabilidad macroeconómica es cada vez más endeble: nada parece frenar la caída del peso en su cotización frente al dólar, y por esa misma razón, se advierte sobre el advenimiento de una escalada inflacionaria, con los efectos de todos conocidos, y se “revisa a la baja” el pronóstico de crecimiento del PIB para este 2016, de 3% a algo así como 2.1%… Y eso que aún no llegamos a la primera mitad del año.
Mientras tanto, la inseguridad sigue campeando en buena parte del País, al grado de que familias de clase media, pequeños comerciantes, profesionistas e incluso obreros, huyen de las poblaciones más golpeadas por el cobro de “piso”, los secuestros y las balaceras a cualquier hora del día, y en entidades como Veracruz, tienen lugar contiendas electorales marcadas por las acusaciones —más que fundadas– de latrocinio y otros actos de corrupción, sin que ello parezca importar a nuestras virtualmente inexistentes autoridades electorales.
Seguramente los asesores de Peña han llegado a la brillante conclusión de que, a falta de resultados tangibles de las llamadas reformas estructurales, en un entorno de absoluta inseguridad, privaciones económicas y falta de esperanzas, lo único que queda es el circo, y en tal virtud se aventuran en diversas pistas.
Habrá que sumar a esto la pretensión de “firmeza” que no es sino brutal represión que ahora recrudecen el clima social. Típica manifestación de un gobierno débil que intenta mostrarse fuerte. Vienen tiempos difíciles (más).