La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Al menos Incitatus no era protagónico
Los llamamos políticos por la naturaleza de su cargo, pero en realidad, son comediantes fracasados que entran en el mundo de los cargos electorales, merced al oscilante humor ciudadano y al oportunismo de los partidos políticos, más que por sus méritos.
En este grupo, se ubica el senador de Movimiento Ciudadano, Samuel García Sepúlveda, un personaje que ha destacado por sus escándalos, no por sus propuestas legislativas.
Su paso a la fama, fue cuando un ciudadano lo increpó por no cumplir con sus promesas de campaña, a lo que reviró con un: no soy tu gato, frase que lo catapultó al ‘estrellato’.
Ya en su papel de senador, ha sido motivo de escándalo por caracterizarse como un sultán, en un viaje de trabajo por Qatar. También se le ha señalado, de haber recibido dinero procedente del crimen organizado para su campaña y de falsificar papeles de su posgrado.
Ayer, fue hashtag, por decirle a su mujer que estaba ‘enseñando pierna’, en un video chat íntimo que ellos hicieron público, obvio, con el interés de ponerse en boca de los usuarios.
Miembro de una familia pudiente, Samuel encaja en lo que los publirrelacionistas consideran un producto vendible en términos electorales: joven, bien parecido y echado para adelante, sin considerar que es un hombre frívolo, sin la menor sensibilidad social.
Ni hablar, Dante y Samuel, son parte del cáncer social clasificado como partidocracia.