Elii Mora
Si comenzara esta redacción con el titular “una fuente importante” apuntaría a continuar con algo positivo, pero la basura no lo es. Sin embargo, sí es una de las fuentes más importantes de contaminación hecha con mucho esmero por todos nosotros: los seres humanos.
Aunque hay residuos que tienen las condiciones para poder reciclarse o reutilizarse, la abundancia de desechos causa un enorme impacto ambiental, ya que toda la basura que va a dar a los vertederos tarda en común cien años para desintegrarse. Al plástico, contaminante que más abunda, podría llevarle hasta quinientos.
Cuando vamos al supermercado proveemos una lista de artículos que pocas veces, escasas, casi nulas, llegan a ser uno o dos; el carrito espera pacientemente paralelo a la persona encargada de acomodar nuestra compra mientras la cajera hace pitar el lector de código de barras. Pagamos con una tarjeta de plástico, y nos vamos haciendo rodar al carrito que en su interior lleva mínimo diez bolsas en las que caben cuatro o cinco objetos que a su vez viajan plácidamente en envoltorios de plástico. Esas bolsas de carga, si no se reutilizan, por decir de manera “inteligente”, en los botes para la basura que también son de plástico, habrán servido durante media hora para trasladar las cosas e irán en su momento, cuando pase el camión, a algún destino donde reposan más bolsas de plástico donde viajó el plástico de otro.
Pero la bolsa de plástico no es la única que se utiliza en exceso. También existen los famosos, multicolor, flexibles, fosforescentes, chicos, largos, con bigote, de todos tamaños y sabores, inigualables y extravagantes… ¡Popotes!
Aplausos, por favor, para el alma de la fiesta, el cubierto de los restaurantes, la botana de los cines, la matraca de estadios, el rey de puestos de aguas frescas, el tronco de playa en los “cocos locos” y la corbata de los jugos empaquetados. Pido ovaciones para el popote que guarda al azúcar enchilada o acidulada, chochitos o pulpas frutales que de fruta no tienen nada. Exijo un reconocimiento con validez oficial al incitador de violencia, como menciona, acerca de los popotes, Hiriam Martín en su publicación de la revista Algarabía en 2014: “…y hasta juguetes bélicos —¿recuerda las cerbatanas con papelitos mojados o arpones con ligas y pasadores de cabello?”
Reducir el exceso de uso placentero es lo ideal, pues existen casos en que verdaderamente el popote se convierte en un elemento indispensable. Con esto quiero señalar las situaciones adversas de personas enfermas u hospitalizadas que necesitan de un popote para poder beber líquido, o los infantes que están siendo educados, o las personas con capacidades limitadas, por mencionar algunos aspectos.
Juliana, mi compañera de casa, al preguntarle por qué usaba popotes, habló de su gusto personal por la sensación que le produce la manera en que llega el líquido a su boca, pero que también depende del popote. No le gustan anchos porque entonces es mayor la cantidad de líquido que sorbe y le da asco; prefiere los popotes delgados porque puede medir mejor la cantidad a sorber. Le comenté que en San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, prohibieron el uso del unicel y desechables en una iniciativa propia de la localidad. Los pobladores evitan el uso, y los propietarios de tiendas han reducido, en la medida de lo posible, la venta de estos contaminantes. Juliana dijo que ella estaría dispuesta a dejar de consumir popotes de plástico porque no son una necesidad primordial, y añadió una anécdota familiar: “Mi nana usa popotes, pero porque ni de chiste puede beber de un vaso. Ella lleva enferma desde hace mucho y la mayor parte del tiempo está acostada. Además, son de esos popotes que ya vienen en los vasos especiales, no es que tenga que estar comprando popotes.”
Usar popotes se ha convertido en un lujo, y considero que existen dos tipos de popotes que son los más inútiles. El llamado “periscópico” hecho de plástico rígido transparente, curvado en su extremo superior. Además de sorber, tiene la función de entretener dejando a la vista cómo sube de manera divertida, juguetona y dinámica lo que se toma; el público infantil es el que más goza de este espectáculo contaminante. Otro popote que quiero resaltar es el “agitador”, de extrema delgadez y que no es óptimo para sorber. Se encuentra en tiendas de autoservicio, expuesto al polvo y al manoseo de cualquiera, en la zona de cafetería. Si el consumidor acostumbra endulzar su café, lo recomendable es echar primero el azúcar al vaso para que se revuelva con el líquido al presionar la máquina expendedora.
Antiguamente, en los hospitales, los pacientes bebían por medio de tubos de vidrio, hasta que se crearon los popotes que hoy en día serían bautizados bajo el seudónimo de ecológicos o amigables con el medio ambiente. El concesionario de comida, Harry Stevens, notó que las personas perdían de vista los juegos al tomar sus refrescos, y contrató a una empresa papelera para fabricar los primeros popotes de papel. No hay fecha concreta para ubicar el invento de Stevens porque hubo alguien más que prácticamente robó su idea. Lo que sí se puede saber de Harry es que se le considera el creador de los hot dogs, cosa que sucedió por accidente en el primer partido de béisbol en casa de los Gigantes de Nueva York.
Como proveedor de alimentos a estadios, aquel día decidió vender salchichas servidas en un pedazo de papel encerado. Tras la demanda de hambrientos asistentes se agotó el papel y Harry Stevens pidió a su personal que consiguieran panecillos para poder entregar el alimento. Hoy los perritos calientes son una de las comidas rápidas predilectas de casi todos. Sí, qué rico el pan con salchicha envuelta en tocino, cebolla y jitomate picados, catsup y mostaza, un refresco muy frío y, por qué no, un popote.
En 1888 Marvin Stone, fabricante de cigarros, patentó los popotes hechos de hoja de papel manila cubiertos de parafina consecuencia de un capricho. No le gustaba que su bebida favorita de whisky con menta se enfriara y cambiara de sabor. Tras realizar algunos experimentos y combinar la fabricación de cigarros, creó la primera máquina para hacer popotes en 1916.
El inventor Joseph Friedman fue el primer hombre en proponer el popote flexible. Prestó atención a la compañía de su pequeña hija que estaba teniendo problemas para beber de un popote común de papel. Friedman cogió un popote nuevo al que le metió un tornillo y le enrolló hilo dental sobre la superficie correspondiente en donde había colocado el tornillo para marcar la propia forma de éste. Al sacarlo, Joseph había provocado arrugas y el popote se doblaba con facilidad sobre el borde del vaso y permitió que su hija pudiera sorber el último traguito anunciado por el sonido del borboteo y los cachetes chupados hasta los pómulos. El popote flexible fue patentado el 28 de septiembre de 1937. Los primeros popotes de plástico aparecieron en 1940. Por su ligereza no se consideraron inofensivos, y contaban con un punto a favor: no cambiaban el sabor de la bebida.
A pesar de los registros con fechas y nombres, en realidad el uso del popote, conocido así en México por la derivación del náhuatl popotl, proviene de una de las civilizaciones más antiguas que se desarrolló en Mesopotamia. Dicha civilización a la que me refiero es la sumeria, que utilizó el tallo hueco de las plantas para beber cerveza o filtrar la cebada. Algo similar hicieron los mexicas, pero para beber chocolate o pulque. Así que las culturas mexicanas antiguas también metieron su cuchara en la historia de la contaminación. Corrijo, también metieron su popote.
Un mexicano puede llegar a consumir 38 mil popotes durante su vida según lo que dice el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y en el país desechamos diariamente un aproximado de 10 mil toneladas de plástico. Juntado esto con el país vecino del norte que todos los días tira 500 millones de popotes, y que para acabarla de amolar van a dar al mar 250 mil toneladas de basura, dice la fundación Straw Wars, dedicada a promover mejores hábitos en los habitantes norteamericanos, que al menos cada año mueren un millón de aves marinas, 100 mil mamíferos y tortugas. Algunos animales, bien muertos, terminan patas pa’rriba en las costas, y al destriparlos hallan en sus adentros: plástico y más plástico.
Otras especies marinas mueren atrapadas en plástico. Recordará usted a la famosa “tortuga ocho” de la cual circularon videos y fotografías de ella atascada en el empaque que agrupa al six pack de cervezas, o también el video de un rescatista que ayudaba a otra tortuga que no podía nadar porque en una de sus aletas traía atorada una bolsa de plástico. Estudios dirigen sus observaciones a que para el año 2050 habrá más plástico que vida marina.
Loliware, empresa estadounidense, creó una iniciativa no solamente propositiva con mensajes de cuidado ambiental, sino que generó un producto: Lolistraw, un popote comestible y biodegradable hecho de algas marinas que al entrar en contacto con el líquido podría desintegrarse en veinticuatro horas. Así que lleve su Lolistraw de sabor mango, caramelo y chocolate; como parte de la mercadotecnia tenían que hacer algo para que el público voltee a verlos.
La basura también es un vicio, una necesidad que contamina desde su creación hasta su abandono. Sale muy caro deshacerse de ella. Así que inscríbase en Basureros Anónimos y aprenda a tomar de la boquilla de una botella que, si es de plástico, puede reutilizarla ecológicamente en una linda maceta cuando ya no la quiera; o corte un costado a manera de pestaña, clávela en un árbol o átela con alambre, y échele agua para hacer un acto de bondad en consideración a los animales callejeros. No le dé amor a su popotitos. Gracias.