Javier Peñalosa Castro
Una imagen construida artificialmente que se esfuma
Catastrófica, en términos de su prestigio político resultó para Enrique Peña Nieto la visita que realizó a Canadá para reunirse con los jefes de Estado de aquel país y de Estados Unidos, Justin Trudeau y Barack Obama, a fin de revisar algunos temas de la relación entre los socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Más allá de la corta estatura y falta de presencia del jefe del Poder Ejecutivo mexicano, quedó en evidencia su insignificancia tanto en cuestiones protocolarias de forma como de fondo, en sus intervenciones y discursos hueros, plagados de lugares comunes y de afirmaciones temerarias, que —al menos por lo que puede aventurarse a partir de las imágenes disponibles—se tradujeron en falta de empatía con sus homólogos norteamericanos e incluso provocaron que expresaran diplomáticas y mesuradas contradicciones a los planteamientos del de Atlacomulco.
Pese a que los “genios” del manejo de la imagen presidencial se encargaron de que en las primeras planas de los periódicos y en los noticiarios de televisión se incluyeran sólo las imágenes más rescatables, en las redes sociales han circulado profusamente no sólo las imágenes que dan testimonio de los desatinos y ridículos protagonizados por Peña, sino de las respuestas de Obama y Trudeau a las desafortunadas declaraciones del mexicano sobre dos temas fundamentales para la agenda política nacional: el conflicto magisterial y los ataques a López Obrador (en forma indirecta), a través de la censura a su supuesto populismo (tendencia política que pretende atraerse a las fuerzas populares, según definición de la Real Academia Española de la Lengua).
Fue por lana y salió trasquilado
En ambos casos, Peña Nieto apeló al “modelo” foxista de abordar temas sensibles en los foros más inapropiados y de la manera más inoportuna. Sin embargo, a él se le volteó el chirrión por el palito, pues Trudeau y Obama, lejos de respaldarlo, se sintieron aludidos. El primero recordó su experiencia como maestro y exhortó a Peña a privilegiar el diálogo y la negociación para la solución del conflicto magisterial, en tanto que Obama le espetó: me preocupo por la gente pobre, que está trabajando fuerte y pese a ello no puede avanzar; quiero estar seguro de que los niños reciben una educación decente y de que tengamos un sistema de impuestos justo. Y remató: “supongo que eso me hace un populista”.
Ridículo internacional
Como en la época de su campaña por la Presidencia, con el “yo soy 132” surgido de la fallida visita de Peña a la Universidad Iberoamericana, menudearon las imágenes, caricaturas y composiciones gráficas que hacen referencia a sus dislates en Canadá, que reflejan su falta de tacto y de rudimentos de diplomacia. Si su imagen había ido erosionándose durante el tiempo que lleva en la Presidencia hasta alcanzar mínimos históricos de impopularidad, esta gira apunta a debilitar aún más su reputación como político.
Castañeda, a la carga
Antes de que Peña intentara sentar las bases para descalificar a López Obrador en foros internacionales con la vieja artimaña fabricada por los panistas de asignar a este término una enorme carga negativa (destructor de lo construido, antidemocrático, estatista, partidario del gasto incontrolado, etcétera, etcétera, etcétera) y de etiquetar al tabasqueño como sinónimo de populismo, el aspirante a la candidatura “independiente” a la Presidencia, Jorge Castañeda, dijo que un eventual gobierno de AMLO no sería igual a los de Chávez y Maduro en Venezuela (como han repetido machaconamente sus detractores), sino similar a los de Echeverría y López Portillo. Pero al igual que a Peña, podría salirle el tiro por la culata, pues con todos los errores que tuvieron estos dos expresidentes, muchos añoran aquellos regímenes, en los que a la inmensa mayoría de los mexicanos les iba mejor que durante los llamados gobiernos neoliberales, que hemos padecido de 1982 a la fecha.
El gobierno de Peña, en la mira de la comunidad internacional
Algo que quedó claro por los señalamientos de Obama y Trudeau durante el encuentro es que los principales socios comerciales de México tienen serios cuestionamientos e incluso expresiones de censura hacia la falta de respeto a los derechos humanos en que incurren Peña y su Camarilla, la profundización de las desigualdades sociales, su falta de resultados en todos los campos y—por supuesto— el escandaloso grado de corrupción que existe en el actual gobierno y la impunidad que se enseñorea en todos los campos de la actividad económica que sobreviven a la depredación de los de Atlacomulco.
El TLCAN no pinta para tapadera
En suma, aparentemente Peña viajó a Canadá en busca de ser arropado por sus homólogos de Estados Unidos y Canadá, pero quedó claro que no le extendieron un cheque en blanco y que difícilmente logrará edificar una relación sólida con Trudeau y Obama, más allá de los compromisos establecidos en el TLCAN que, dicho sea de paso, tiene la obligación de cumplir.