Redacción MX Político.- “¿Se percató de la coincidencia en las fechas?” –pregunta Florence Cassez, con voz algo tensa.
– Sí. Obviamente: el 8 de diciembre de 2005 agentes de la AFI (Agencia Federal de Investigación) la detienen junto con Israel Vallarta y…
–¿Nos detienen? –el tono de la voz se torna indignado–. El 8 de diciembre de 2005 en la madrugada los hombres de Genaro García Luna nos secuestran durante 24 horas. El 9 de diciembre de 2005 a las seis de la mañana nos exhiben ante las cámaras de Televisa y de TV Azteca en una escenografía ideada por Genaro García Luna: una liberación en vivo de víctimas de secuestro y la detención de dos temibles delincuentes, Israel Vallarta y yo.
Catorce años más tarde, el pasado lunes 9, autoridades judiciales estadunidenses detienen a Genaro García Luna en Texas a solicitud del fiscal Richard P. Donoghue, quien lo acusa de conspirar con organizaciones criminales para llevar cocaína a Estados Unidos y por mentir a los agentes de migración de ese país.
–Se nota realmente impactada por esa coincidencia.
–Es difícil no estarlo. Es difícil no pensar en las vueltas que da la vida.
Localizada por teléfono en el norte de Francia, donde radica desde hace tres años, Florence Cassez confía a la corresponsal de apro que se enteró de la detención de García Luna el martes 10 al regresar a su casa después de su jornada de trabajo.
A lo largo de siete años –del 8 de diciembre de 2005 al 24 de enero de 2013, fecha de su liberación–, Florence Cassez se convirtió en protagonista de un escándalo político judicial que llevó a México y Francia, entonces presididos por Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy, respectivamente, al borde de la ruptura diplomática.
Acusada de pertenecer a una pandilla de secuestradores encabezada por Israel Vallarta, su pareja en ese entonces, Florence Cassez –quien siempre clamó su inocencia– fue finalmente liberada, luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se pronunció sobre las numerosas fallas al debido proceso, no sobre el fondo del caso.
–¿Quién le avisó de la detención del exsecretario de Seguridad?
–Apenas llegué a mi casa vi un sinnúmero de mensajes en mi celular… Me pareció raro, pero no tardé en darme cuenta de que mucha gente me estaba contando lo que había ocurrido.
–¿Y qué sintió?
–Dos días después de esa noticia aún soy incapaz de encontrar una palabra que pueda expresar de manera exacta lo que sentí cuando supe que habían detenido a ese individuo perverso y vil que destrozó mi vida durante siete años…
Corto silencio.
“Sé que mucha gente debe pensar que me puse feliz, que hoy saboreo mi revancha… que tengo mi venganza…”
–¿Y no es así?
–Extrañamente no es así. En realidad, mientras leía las notas periodísticas que reseñaban la detención de Genaro García Luna e informaban sobre las acusaciones en su contra me empezaron a asaltar muchos sentimientos contradictorios e imágenes violentas… Fue un poco como una erupción volcánica… Fue terrible… No hubo realmente espacio para la alegría… ¿Como decirle?… La palabra que me viene a la mente, aún si no es la más justa es: alivio… Sentí algo parecido a un inmenso alivio… Pensé: ‘¡Por fin…!’ No dejaba de repetirme mentalmente: por fin…
–¿Por fin?
–Por fin cayó García Luna… Por fin lo empiezan a desenmascarar… Por fin lo van a juzgar… Por fin va a salir la verdad… Por fin la gente va a saber quién de los dos es el criminal. ¿Él o yo? Pero al mismo tiempo me costaba trabajo creer que lo habían detenido.
Otro silencio.
“En realidad las noticias que me llegaban últimamente de México, donde sigo teniendo muchos amigos y contactos, me llevaban a pensar que quien iba a ‘caer’ pronto era Isabel Miranda de Wallace, la gran cómplice en mentiras y manipulación criminal de Genaro García Luna y de Felipe Calderón. Pero nunca me imaginé que fuera posible que cayera el mismo García Luna…
“¡Fue tan poderoso durante tantos años! Aterró a todo el mundo, presionó a todo el mundo: a jueces, periodistas, políticos… Yo tenía la impresión de que aún en su ‘exilio’ dorado en Estados Unidos seguía siendo peligroso. Con el curso de los años inclusive llegué a pensar que era intocable.”
–Perdón por mi insistencia, pero si yo estuviera en su lugar creo que estaría pensando en que el destino me brinda algo que se parece a una revancha –insiste la corresponsal.
–¡Pero no está en mi lugar! Aprendí mucho en la cárcel. Esos siete años durante los cuales García Luna se ensañó conmigo me afectaron de manera compleja: por un lado causaron estragos profundos en mi ser –de los cuales todavía padezco secuelas–; por otro, me fortalecieron.
“Toda esa violencia que Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino y Felipe Calderón desataron contra mí no me volvió vengativa, rencorosa, amargada: no me dañó en ese sentido.”
jvg