Héctor Calderón Hallal
En una evidente obviedad del vínculo familiar y gubernamental con los grandes capos del crimen organizado, se celebró en Culiacán la ostentosísima fiesta de XV años de la hijastra de José Ramón López Obrador, hijo del Presidente de la República.
¿Por qué escogieron Culiacán?
¿Qué los vincula con la lamentable capital del narcotráfico?
¿Quién patrocinó el festejo?
¿Por qué no escogieron la capital de la República o cualesquier ciudad con playa como ahora se usa?
Por más que un ser humano normal no quisiera pensar mal por la celebración de este evento tan fastuoso, quedan en el imaginario colectivo infinidad de sospechas y elementos críticos y cuestionables, por un hecho que avergüenza al Presidente de la República, lo haya autorizado o no, previamente.
Este ostentoso festejo daña la imagen presidencial y sus afanes por demostrar austeridad.
Aunque la estulticia del tabasqueño en este y en otros casos, no ha ofendido ni sorprendido a nadie; ha llegado a ser incluso previsible.
Ni las telecomedias de Valentín Pimstein o Angelli Nesma, de aquella Televisa en su punto más álgido de éxito, han podido corresponder tan ‘biunívocamente’ a la correspondiente relación entre causa y efecto, en un argumento por demás gastado y hasta prostituído: el niño acomplejado de la barriada urbana, que creció en los arrabales viendo como los demás lo tenían todo y él, junto con su familia y su entorno, carecían de ese “todo”, como “víctimas irremediables de un destino implacablemente cruel”, de pronto, como en un sueño inesperado, las condiciones de la vida por alguna razón o capricho del destino le favorecen y toda la adversidad se convierte en ‘bonanza económica y social’… es entonces cuando el personaje central, llámese ‘María la del Barrio’, ‘Rosa Salvaje’ o hasta … Andrés Manuel López Obrador, da una apurada e inexacta ‘interpretación’ a ese vuelco que da la vida: “Es mi revancha… mi oportunidad para ejercer venganza”… “Ya me tocaba; estaba escrito, como todo predestinado que soy… así que ahí te voy vidita, a romperte toditita tu progenitora”.
Y en ese tenor, bajo esa argumentación personalísima, emite juicios sobre la totalidad de su entorno … y hasta del resto de la humanidad. Ahí nace el trastorno de la personalidad, tantas veces señalado ya por el brillante psiquiatra y analista político, José Newman Valenzuela.
La coyuntura de revancha es trasladada automáticamente a consanguíneos directos y descendientes. Finalmente el sexenio es corto y el devenir electoral… ya es incierto.
Lo ocurrido este fin de semana en Culiacán, Sinaloa, la “tierra donde se cumplen los sueños y los caprichos más absurdos e inverosímiles”, vamos… el “neverland” de América, revela además el grado de desgaste en su autoridad, que tiene a estas alturas el Presidente de México, Andrés López Obrador: Ya no lo respeta ni la nuera…
Carolyn Adams, “exitosa consultora en la industria petrolera mundial”, que en el apellido lleva el estigma del liberalismo y el desinterés por el control ejercido por el Estado (“Dejar hacer, dejar pasar”… “La influencia de la necesidad de ser aprobado por los demás”/Adam Smith); es la esposa de José Ramón López Beltrán, primogénito de López Obrador… sí, es a decir del propio mandatario mexicano en una de sus explicaciones mañaneras: “es la señora que al parecer tiene dinero… pero ps, ps… yo ni me fijo en eso, es lo que menos me importa”.
Carolyn es además madre de Natalia, joven diceisieteañera a quien se le celebró súbita y fastuosamente su cumpleaños, con una fiesta que habitualmente se celebra al cumplir quince, con el objeto de presentar a las doncellas “en sociedad”.
Pero esta vez, el hijo del presidente y su esposa, la nuera de AMLO, no presentaron a la “hija” en las Lomas de Chapultepec, ni en el Pedregal de San Ángel, ni en San Pedro Garza, ante lo que es, sin duda, la comunidad más influyente en el plano financiero –digamos formal o legal- de este país, ni ante el conglomerado de artistas e intelectuales residentes de esos sectores de la capital de la República o Monterrey, Nuevo León… lo hizo ante la comunidad más influyente del sector económico de la “informalidad” en este país, quizá.
Fue en Culiacán, Sinaloa, una ciudad que no sobrepasa el millón de habitantes, caracterizada por ser el asiento de numerosas familias que emigraron desde los setentas de las cañadas de Sinaloa, en los límites con Durango y Chihuahua… y dedicadas exitosamente a la siembra y trasiego de enervantes… como al lavado de dinero en los últimos años, preponderantemente.
Ahí es donde López Obrador y su gobierno han encontrado el respaldo político y quizá financiero en estos turbulentos cinco años de pésimo desempeño como autoridad de Gobierno, bajo un sólido argumento: La filosofía de su Plan de Gobierno, se centra en una nula intervención de la fuerza pública para inhibir o combatir a la delincuencia altamente organizada. Eso es el “Abrazos no balazos… pues también son pueblo”.
Ahí, en medio de un –hay que reconocer que por lo menos sí tuvieron- muy buen gusto, al dar un auténtico banquete de espectáculos, buenos vinos y finas viandas a sus invitados… de los que no todos se puede decir que poseían ese buen gusto para admirar los arreglos, el diseño del pabellón principal y los vestuarios al estilo ‘Charleston’, de los años veinte, de ídem siglo.
No faltó el clásico ranchero gritón: “¿No quere bucanitas compa?”…
Un mensaje muy sintomático de la brújula perdida que ya se siente en Palacio Nacional.
De la falta de juicio… perdido por cierto desde hace varios meses, gracias a la sensación de infalibilidad… quizá de inmortalidad que da el poder profano en este país.
Pero sobre todo, de incongruencia política y moral, entre lo que dice … y lo que hace…. Entre lo que López Obrador ha dicho siempre ser… y lo que en realidad es: un manipulador de los necesitados.
Eso sí, que la austeridad republicana sea para los jodidos… ellos son diferentes como casta social; los políticos de la 4 T y los ‘progres’, detestan el privilegio “malhabido”…no son iguales a los fifís…”eso ya calienta”.
Y en una de esas, por cierto, con una Xóchitl Gálvez en la Presidencia… o con algún otro protagonista político escindido de la 4 T –el que sea- hasta el actual Gobernador de Sinaloa podría ser citado a cuentas por todas esas extañas y súbitas “facilidades” brindadas para el despliegue del culto al ego presidencial y el de su familia… no solo por el segundo “Culiacanazo” y las protestas de Jesús María, aún sin resolver… no solo por el estado de cosas que priva actualmente en aquella entidad… no solo por los severos señalamientos que hace ya la sociedad sinaloense a su Gobernador, de nepotismo y alta corrupción de consanguíneos directos (hijos)…
Este podría ser un Gobernador que no dure los seis años en el cargo, por estar su destino tan ligado al de López Obrador.
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