Luis Farías Mackey
Cuánta falta nos hace hoy Ibargüengoitia para hacernos las crónicas de Noroña, su fotógrafo escudero y sus plañideras senatoriales.
Desesperado por huir hacia delante del asunto de la compra de una casa en tierras comunales, constitucionalmente inenajenables, imprescriptibles e inembargables, y de un crédito que ninguna institución bancaria le pudo extender por la misma razón, el ínclito Noroña se peleó ayer hasta con su sombra. Tras enardecer los ánimos senatoriales, faltó a lo pactado, se escudó en su mayoría y mayoriteó a la oposición. Reclamado que fue, la Padierna se lo trató de llevar como tía protectora y mansito, el hasta entonces tragafuegos, se tomó de su mano salvadora, cuando Alito lo detuvo y ardió Troya.
No soy fan de Alito, pero ayer millones de mexicanos fuimos Alito. Sin duda hasta en Morena debe haber muchos que festinaron su más que merecida humillación.
Tanto se lo buscó Noroña que lo consiguió y aunque no creo que sean los golpes lo idóneo para procesar las contradicciones parlamentarias y políticas, si creo que eran más que menester tres tortazos entre ceja, oreja y madre para calmar las aguas y llamar a la cordura: nunca más una presidencia rijosa, vulgar, parcial, tramposa, inconfiable y oprobiosa en las cámaras de la Unión.
Noroña cerró su presidencia como se lo merecía, entre mentadas, golpes y corriendo asustado.
Su fotógrafo escudero se metió voluntariamente en un pleito ajeno y no puede ahora llamarse a sorpresa y menos disfrazarse y jugarle al inválido.
Noroña, por su parte, se mece los cabellos, se llama un vejete atacado por jóvenes con alevosía, premeditación y ventaja, no admite que ya nadie le pregunte de su casa y acusa haber sido amenazado de muerte. ¡Ni Ofelia Guilmáin en el mejor de sus papeles!
Repito, no es lo parlamentariamente correcto, pero es lo que se merecía Noroña. Hoy habla de una investidura de la presidencia del Senado, cuando se orinó sobre ella un año completo. Pero Noroña se escuda en la presidencia, cuando no, no zarandearon al presidente del Senado, él jamás estuvo a la altura, lo zangolotearon como loro a toallazos a él.
Quizás sea lo último que políticamente pueda hacer Alito, los morenos le van a echar encima todo el aparato del Estado. Pero sin duda será lo mejor de toda su carrera.
Fuentes fidedignas me aseguran que Morena está preparando ya una denuncia penal contra Alito por maltrato animal.
Alito mostró a Noroña en su pequeñez, teatralidad y desmesura.
Noroña, por otro lado, se peleó ayer con Alito, Tellez, Doring, Utesti, Ciro, Pepe Cárdenas y, seguramente, con Sheinbaum, quien debe ser la más molesta de cómo le ha descompuesto el clima antes de su informe.
A Noroña le quedan cinco años en el Senado y sabe que debe demasiadas como para no estar preocupado.
Y se le nota.
Qué falta nos hace Ibargüengoitia.
PS. Por cierto, cuando hace meses Adán Augusto trató de agredir a un senador del PRI, Noroña y sus plañideras no hicieron tanto pancho. Diría el macuspano: doble moral.