Joel Hernández Santiago
De pronto uno los mira. Ellos –nosotros-yo-tu-él– cuentan meticulosamente las monedas que tiene en la mano; repite la operación por si se equivocó la primera vez. Contrito pide la mercancía en el mercado o en la tienda de la esquina, lo estrictamente necesario –porque los pobres prefieren no entrar a los ‘súper’—o en la tienda de la esquina: estrictamente lo necesario. No hay para más hoy. No hay para mañana.
Esto es así en miles de hogares mexicanos que sobreviven con el “¡Jesús!” en la boca y son millones de seres humanos que recienten políticas públicas injustas y mal diseñadas mal aplicadas y sin gobierno; son políticas públicas en México que han hecho millonarios a unos cuantos y a multitudes de pobres, no sólo de espíritu, sobre todo en su capacidad de respuesta, hasta ahora.
Y, pues eso: la buena noticia de hoy es que ya sabemos cuántos pobres hay en México: Son 53.4 millones de mexicanos que viven y se acongojan todos los días de su vida. O sea, poco menos de la población nacional estimada en 120 millones de seres humanos aquí y ahora, aunque probablemente ya sea esa mitad de la población pues las cifras presentadas retratan hasta 2016.
Esto según la Evaluación de Política de Desarrollo Social 2018 que presentó el miércoles 21 de marzo –día feriado, claro—el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en ocho años la pobreza aumentó en 3.9 millones de personas, aunque aclara que 2.9 millones de personas en México dejaron de estar en situación de pobreza extrema…
Y aclara que quienes forman parte del pelotón de pobres- extremo son 9.4 millones de mexicanos que no tienen ni para hoy ni para mañana… y peor aún, tanto millones de pobres como pobres extremo no cuentan con acceso a los servicios de salud (24 millones de personas) y carecen de calidad y espacios de vivienda (5 millones de mexicanos)
Y, bueno, ya entrados en gastos, según este mismo informe, hay 68.4 millones que carecen de acceso a la seguridad social…
Mientras tanto la inflación está en 5.34% que es decir, la canasta básica es aún más cara que marzo del año pasado mientras que el desempleo entre la población económicamente activa es de 3.4% que es decir unos 3.5 millones de mexicanos que no tienen trabajo ni ingreso ni seguridad social…
Y para no hacer tan dramática la situación, el INEGI ha descubierto que hay 56.6% de la población económicamente activa que vive en la economía informal, esto es, en el desempleo disfrazado pues muchos tienen que dedicarse a alguna ocupación –por su propia cuenta- redituable, para conseguir ingresos: son aquellos que venden por las calles, en puestos improvisados, en servicios y todo aquello que no genera tasas impositivas, pero a quienes tampoco se otorga la seguridad social necesaria para todos.
Así que el panorama no puede ser más dramático en un país que hizo una revolución para solucionar su pobreza, que durante décadas se le dijo que la distribución de la riqueza sería una realidad pronta, que los bienes de la nación le pertenecen y que habría que trabajar muy duro para recuperar el tiempo perdido. Nada.
Y este mismo panorama es el del país que recibirá quien gane las elecciones del 1 de julio de este año y quien tomará posesión el 1 de diciembre. Muy seguramente habrá discursos engolados que dirán que todo esto habrá de resolverse porque “esta situación es insostenible…”
Tal y como se dijo en 2012 y en 2006 y en 2000 y más para atrás, como también se dice en cada uno de los estados en donde campea la pobreza y la desigualdad.
Mientras tanto, los candidatos tanto formales como los independientes que luchan por su foto en la boleta electoral, se debaten en sus dimes y diretes, acusaciones, señalamientos, filtraciones y desvergüenzas.
Al momento, de ninguno de ellos se conoce con certeza algún proyecto de nación, ninguna propuesta real-certera-viable para solucionar el tema de la pobreza, el desempleo, la mala administración del resultado de nuestro trabajo y la justa distribución de lo que nos es propio.
Y bueno. Esto es el día a día de millones de mexicanos a los que –hasta el momento- los candidatos no se refieren.
Mientras tanto hay que apretar el puño para resguardar lo poco que queda en el bolsillo, si es que algo quedó, luego de pagar los insumos básicos si se tiene para ello. ¿Y qué hay de los que no tienen nada? ¿La delincuencia que es, en estos casos, una forma de rebelión y que no debiera existir?
Esta es, por tanto, otra postal del México en 2018, en tiempos electorales.