Los auditorios cautivos de Televisa se fueron para no volver. Cuando impusieron la vulgaridad y lo chusco, tiraron al caño su crédito. Lo mismo pasa con los noticieros radiofónicos y televisados que se empeñan en que el electorado se resigne a aceptar la despensa y el cochupo para seguir alimentando al tigre desde las cavernas de Los Pinos.