Horizonte de los eventos.
Escribo acongojado. He vuelto a fumar: Después de haber sido formado en el seno mismo del Sistema Político Mexicano, con sangre Obregón en mi genealogía. Calles, por formación -estuve en el Salón Juárez, el 9 de julio de 1988. Nueve años después, fui colaborador cercano del Ing. Cárdenas, con absoluta lealtad institucional y personal, por si fuera poco. Gocé la confianza de Luis Donaldo Colosio en su asistencia personal y en su representación en varios estados.
Pleno de convicción, con ellos y con el Dr. Samuel del Villar, quien me “escaneó” previamente, trabajé para cimentar un nuevo régimen, que místico nació en la CDMX y para abolir el régimen priista, por cuanto indigno y perverso con la ciudadanía, desterrar sus prácticas y que nunca, gobierno alguno, volviera a despojar o regatear la dignidad del pueblo mexicano y el legado de nuestros héroes.
Soy constitucionalista, convencido de que el derecho, al que todos debemos someternos, es el único parámetro para medir y garantizar la igualdad, la justicia y el marco de convivencia de las mujeres y hombres sobre la faz de la Tierra y dentro del Territorio Nacional.
¿Qué ha pasado? ¿Cómo es que los mexicanos hemos sido capaces de olvidar aquella tragedia, en que degeneró el Estado Revolucionario? ¿Cómo es que podemos validar la usurpación reaccionaria de otro presidente? ¿Qué tan ciego está el pueblo para regodearse en la mentira y la simulación de la demagogia totalitaria y seudo teocrática?
¿Que no debemos dejarnos manipular? ¿Que no debemos defender, a los potentados que gozan de prebendas? ¿Y que eso justifica arrebatar los derechos de los trabajadores, no sólo del ahorro de sus aportaciones y fideicomisos construidos por instituciones previsoras, ante la eventualidad de una Administración sin dinero? Sino peor aún, permitir y/o mandar golpear a los despojados ¿Hasta dónde llegará el presidente y el sistema que instaura?
Cuando concluí de su Iniciativa de reforma electoral, advertí, lógica y científicamente su propuesta, que de aprobarse, volveríamos al estatus ciudadano de 1963 y 1988 y dotaría al Ejecutivo, del Poder sin controles. Mi conclusión jurídica, políticamente fue ingenua.
Hoy vemos las orejas al lobo: no es a dónde volveríamos, sino para qué quiere el presidente ese Poder: sí era su pretensión, volvernos ciudadanos menores de edad, sin voz, en la oscuridad y desintegrados: solos y separados. Propicios para el abuso y la ignominia. Baste agregar que hoy, que tenemos aún derechos y hay publicidad de muchos actos del gobierno, es vergonzoso el abuso presidencial en contra del sindicato quizás, más preparado del país, en lugar de protegerlo y lograr con su ejemplo, que los demás alcancen ese nivel y otros superiores ¿Las huestes morenistas, menos preparadas y muchas, con todo respeto, ignorantes, imaginarán a lo que estarán (y están) expuestas?
El presidente dice que no nos dejemos manipular y que no defendamos a los que gozan de los privilegios. Y en su lógica, despoja de derechos a los trabajadores (está de más decir que lo hace fuera de la ley: los fideicomisos son inextinguibles, hasta cumplir el objeto de su creación), entonces pregunto ¿A partir de qué monto, se convierte uno en detentor de dichos privilegios?
Porque ahora es el sindicato del PJF, pero de ahí para abajo, Sr. presidente ¿Hasta dónde no somos parte de esa “casta privilegiada” y usted sí respetará nuestro patrimonio -incluido nombre, trabajo y familia? ¿Cuándo se procederá a posteriores despojos de campesinos y jornaleros de la base, en sus modestas casas particulares, el carrito, la bicicleta? ¿O ya se empezó con extranjeros migrantes, por ejemplo?
Nada de los argumentos esgrimidos para esa medida, es legal. Son su mera interpretación y lamento mucho afirmar, que el presidente es víctima por padecimiento, de la prepotencia del Poder: él está convencido que tiene la razón, y la razón, precisamente, entre mujeres y hombres libres y mexicanos, es la Ley. Y nunca la apreciación y decisión discrecional de nadie, de ningún particular ni gobernante.
Hoy son ellos ¡Cuidado mexicanos! Seguimos los demás. No fue expropiación, no fue decomiso ni confiscación: simplemente, extinción por el voto mayoritario del Congreso ¿De verdad? ¿Eso sigue? O mejor dicho ¿En eso estamos? ¡Despertad!
Germán Larrea (bandido de talla internacional, por algo pidió ya audiencia) debe empezar a pensar en garantizar sus propiedades. CEMEX ya vivió el despojo en Venezuela ¿Entonces sus críticos tenían razón?
El apetito absolutista no tiene límites y cuando no haya más que pueblo llano, infeliciaje -porque los capitales se irán-, encontrará la manera de explotarlo aún más, hasta arrancarle la dignidad, la libertad y la vida e imponga la prima nocta: el derecho a fornicar la noche de bodas, con la novia, incluso, para sus lugartenientes. Es la historia la que nos advierte de los alcances del despotismo. Y la única manera de negarlo, es acatando el Estado de Derecho.
El presidente de México, es por definición constitucional y por Victoria histórica de nuestro pueblo, PRESIDENTE DE TODOS LOS MEXICANOS y no solamente de los 30 millones que votaron por él. Por eso su deber es con la nación, con su integración y robustecimiento de nuestra identidad nacional. No su encono y fraccionamiento. Menos lastimarlo y disponer de sus bienes, cual Conquistador del s. XVI, legalizado por Cabildo municipal.
No hablamos de dineros espurios, defraudación fiscal, ni daños al Patrimonio Nacional (como Lozoya y otros consentidos por el gobierno). Hablamos de aportaciones de trabajadores, constituidas en fideicomisos, con todo el rigor legal. Y aquí es preciso apelar a la máxima del Benemérito de las Américas: ¡Mexicanos! “Entre los hombres como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz.”