Claudia Rodríguez
Hace tiempo que el mandatario mexicano, Enrique Peña Nieto actúa distante en materia comunicacional, se queda casi siempre en el discurso, y diferentes entrevistas sobre un tema específico, reciben respuestas coreografiadas una y otra vez.
¡Claro que Peña Nieto está contrariado! No debe ser fácil ser impopular, tener baja aceptación y hasta percibir el enojo social que deviene de sus decisiones; además de ser tachado de deshonesto, corrupto, mentiroso y ahora hasta de desleal.
Sin embargo, el mandatario mexicano al tomar posesión de su cargo, en cumplimiento del Artículo 87 constitucional, juró prestar ante el Congreso de la Unión, guardar y hacer guardar la Constitución (sic) y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo le confirió, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la Unión, y si así no lo hiciera, la Nación se lo demandará.
Es a ese juramento hacia donde Peña debería voltear el enfoque, sobre todo en el marco legal hacer una revisión de a quiénes debe lealtad, para quiénes está desempeñando el cargo y a quiénes debe servir.
Ante la reciente convulsión en su gabinete presidencial en el que al mismo tiempo que Luis Videgaray dejó la Secretaría de Hacienda y que esta fue ocupada por José Antonio Meade y a la vez, a Desarrollo Social de la que se separó Meade arribó Luis Miranda; la verdad es que el presidente no sólo seguramente se siente sólo, sino que se le ve desamparado porque a quien más lealtad le tenía está fuera de su encargo.
Para nadie es un secreto ya, y menos a estas alturas, el que Videgaray era más que el secretario de Hacienda. Fue en la Administración peñista, el ex titular de Hacienda, el “director del gabinete peñista” dictando políticas públicas de todo tipo y señalando a Peña cómo gobernar.
Es por lo anterior, que nadie puede aparentar y seguir mintiendo que Peña Nieto está debilitado. Así como tampoco es creíble el que la debacle de Videgaray fuera una decisión doméstica; necesariamente tuvo que haber sido dictada por otra instancia.
El mandatario mexicano debería sacudirse la idea de que llegar a gobernar México era una genial aventura entre “cuates” para enriquecerse, y voltear hacia su juramento constitucional al tomar su encargo porque ya la Nación se lo está demandando de manera imperativa y urgente, pero además porque es necesario salir de la crisis de gobernabilidad.
Acta Divina… “Las decisiones en el orden político a veces también sujetas a enorme polémica, pero me sostengo en lo que siempre he dicho, solo las he tomado pensando en México y en el futuro que tendrá”, señaló el presidente Enrique Peña Nieto respecto a la salida de Videgaray de su gabinete y agregó:
“Y quizá hoy no se terminen de entender, pero estoy seguro que llegará el momento que se comprenda el porqué de cada decisión tomada, soy el primero en asumir plenamente mi responsabilidad, soy quien asume las decisiones plenamente consciente del por qué y para qué las he tomado”.
Para advertir… Es a los millones de mexicanos que gobierna Peña Nieto a quien debe lealtad y no dejarnos a la suerte de la adivinanza, la conjetura o el análisis.
actapublica@gmail.com