CIUDAD DE MÉXICO, 8, de noviembre (AlmomentoMX).- Desde las elecciones del 5 de junio de 2016, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió 7 de 12 gubernaturas entre ellas cuatro estados en los que había gobernado de forma consecutiva durante 86 años: Quintana Roo, Veracruz, Durango y Tamaulipas, se vio venir la ruina del partido.
De acuerdo con el Sol de Quintana Roo, el PRI vive las consecuencias de sus errores: políticas públicas equivocadas, políticos que llegaron a los excesos de corrupción (Roberto Borge, Javier Duarte, solo como ejemplos, pero la lista es muy larga) que tuvieron conductas asquerosas y que actuaron de manera voraz e irresponsable embolsándose millonadas del erario público. Su riqueza ofende a los mexicanos.
La ciudadanía castigó con su voto. Luis Donaldo Colosio decía: “Lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten”.
La evaluación negativa al gobierno de Peña Nieto es generalizada. De hecho, cualquiera que hubiera sido su candidato a la Presidencia de la República, de cualquier manera hubiese perdido. El problema no fue el candidato, sino el partido.
Politólogos opinan que el PRI está al borde del abismo. No tiene futuro.
“Enrique Peña Nieto y sus funcionarios más cercanos en el gabinete, principalmente los responsables del combate a la inseguridad, a la pobreza y quienes cometieron actos de corrupción o quienes debieron dedicarse a erradicarla, son los responsables en gran medida de los resultados del reciente proceso electoral”, dice Democracia Interna, grupo priista en desacuerdo con las políticas aplicadas por el Presidente de la República y su autoritarismo en la vida interna del partido.
Durante el gobierno de Peña Nieto, 22 gobernadores del PRI fueron investigados por desvío de fondos federales; 2017 pasará a la historia de México como el año con más exgobernadores en prisión (siete), señalados por delitos como corrupción, desvíos, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y hasta nexos con narcotraficantes. La mayoría son del PRI.
GRUPO ATLACOMULCO
Atlacomulco, Estado de México, es un sitio donde nacieron algunos de los políticos más importantes de las últimas décadas, incluido el presidente Enrique Peña Nieto. En el escenario político nacional, viene a ser sinónimo del todavía gobernante PRI.
En ese municipio mexiquense, señala la investigación del Sol de Quintana Roo, nació una de las corrientes internas más fuertes del partido. Es el origen de la fortaleza del tricolor que, a excepción del período 2000-2012, gobernó México desde su fundación en 1929.
Por órdenes del presidente Peña Nieto, en julio de 2016, llegó a la dirigencia nacional del PRI Enrique Ochoa Reza, ex director de la Comisión Federal de Electricidad y con ello se aceleró la caída del partido.
El nuevo dirigente anunció que castigaría actos de corrupción de los funcionarios del partido. “El PRI tiene que ser garante de la honestidad de sus gobiernos”, declaró, aunque en la práctica su gestión fue más que nefasta, a tal grado de llevar al tricolor al precipicio.
Ochoa Reza prometió dialogar y escuchar a la gente para retomar la confianza de la ciudadanía, pero en realidad en su “liderazgo” predominaron la cerrazón, la soberbia y el nepotismo, lo que alejó a las bases y alentó la división y el distanciamiento con las consecuencias por todos conocidas.
En las pasadas elecciones del 1 de julio, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) creado por Andrés Manuel López Obrador luego de abandonar las filas del PRD, ganó todas las posiciones que se disputaban incluso en el bastión priista Atlacomulco.
Así, el PRI perdió el control del territorio que por décadas representaron figuras emblemáticas como el profesor Carlos Hank González, a quien se le atribuye aquella frase de “un político pobre, es un pobre político”.
Las cifras del Instituto Nacional Electoral (INE), dicen que al menos 80 por ciento de los mexicanos le negaron su voto al PRI el pasado 1 de julio.
El PRI no ganó una sola de las nueve gubernaturas que se disputaron, y además redujo significativamente su número de legisladores en el Congreso de la Unión, al igual que en los Congresos estatales.
En la anterior legislatura en la Cámara de Diputados el PRI era el primer grupo parlamentario con 204 legisladores. Actualmente en la LXIV Legislatura ocupa el tercer lugar, con 47 diputados. En el Senado de la República cuenta con solo 14 legisladores, mientras que en la anterior contaba con 55.
Es la más dura derrota que sufre el priismo desde 1929, cuando se fundó el que durante varias décadas se conoció como “partido hegemónico”.
De hecho, el PRI solo estuvo 12 años en la oposición desde su creación, al perder los comicios de 2000 con Vicente Foxy 2006 con Felipe Calderón, ambos del PAN.
Muchos lo ven como un partido en plena decadencia. Luis Carlos Ugalde, director de la consultora política Integralia, refiere que el riesgo es que en cinco o seis años se convierta en un partido en vías de extinción.
Hasta ahora, el PRI conserva el control de 12 de las 32 gubernaturas del país, el menor número de su historia. Es virtualmente su única ancla política y de recursos.
En las recientes elecciones, el PRI registró la peor de sus crisis, pues aunque en 2006 ya había caído al tercer lugar de preferencias electorales con 22.22 por ciento, en este 2018 llegó a su nivel más bajo de votación federal, con sólo 16.4 por ciento de las preferencias electorales, perdiendo la Presidencia de la República por tercera ocasión.
También perdió dos gubernaturas, con lo que registra el menor número de estados que gobierna, con sólo 12 entidades; de igual manera, perdió el control de los Congresos estatales de sus bastiones históricos, como Hidalgo, Colima, Estado de México, así como de estados donde había perdido la gubernatura, pero mantenía el control del Congreso, como Sonora, Sinaloa, Oaxaca, Morelos, Tabasco y Veracruz. También perdió cientos de ayuntamientos.
2018 representa el proceso electoral con el mayor volumen de derrotas registradas por el PRI, desde 1989 cuando perdió su primera gubernatura, Baja California, en manos del panista Ernesto Ruffo Apple, la cual a la fecha no ha podido recuperar.
LA QUIEBRA FINANCIERA
El Sol de Quintana Roo, apunta que el problema no es solo de popularidad, aceptación o credibilidad: la mayor parte del financiamiento de los partidos políticos proviene de recursos fiscales que se asignan con base en el porcentaje de votación obtenido en las elecciones.
Hasta ahora el PRI fue el organismo con mayor financiamiento público, pero hay grandes posibilidades de que sus recursos pasen a ser la mitad de los actuales.
Se trata de un serio problema para una estructura política creada en décadas de existencia como es el caso del PRI.
Tradicionalmente, muchos de sus militantes son empleados en gobiernos estatales o municipales, sin contar los que participan en congresos o dependencias federales.
Pero de los 12 estados que aún controla, siete renovarán el gobierno dentro de tres años. Ese es el plazo que tiene el tricolor, según los expertos, para superar su crisis estructural, existencial y política.
La crisis política se convirtió en económica en el Partido Revolucionario Institucional, que tuvo que reducir salarios, hacer despidos masivos, desaparecer apoyos para militantes y simpatizantes, así como eliminar oficinas para evitar su desaparición, incluso el embargo del Comité Directivo Estatal en Chetumal, Quintana Roo, por el adeudo de laudos laborales.
El hecho de perder las elecciones determinó una dramática reducción, de casi el 50 por ciento, de las prerrogativas para el presupuesto del próximo año; pero no sólo eso, el presupuesto podría bajar aún más si se suma la reducción de financiamiento público que se planteó en el Congreso de la Unión y que aún no se define.
Ante ese escenario catastrófico, el PRI ha tenido que hacer ajustes, pues pasará de un presupuesto de mil 689 millones de pesos durante el 2018, a 720 millones en 2019, si es que no se reduce a la mitad el financiamiento como ha propuesto el partido de López Obrador, Morena.
EL FUTURO INCIERTO DE PEÑA NIETO
Cuando asumió el poder Enrique Peña Nieto dijo ser la nueva cara del Partido Revolucionario Institucional. El Presidente de la República hizo la promesa de representar un gobierno libre de los vicios del pasado.
Era 2012 y el partido que había mandado en México por 70 años, iniciaba un retorno triunfal y muy prometedor.
Pero esos momentos de gloria fueron efímeros. Seis años más tarde y cuando falta menos de un mes para el cambio de gobierno, el PRI se desmorona lastrado por los cuantiosos escándalos de corrupción, el aumento de la violencia criminal y la impunidad.
¿Podrá revivir el partido? Es muy poco probable, porque la dimensión del golpe recibido es mayúsculo.
De hecho, el escritor Héctor Aguilar Camín dice que el voto de castigo al PRI el pasado 1 de julio es “brutal, devastador”, y como pocos partidos lo han recibido en el mundo.
Una explicación es la imagen de Peña Nieto, quien termina su gobierno con la peor evaluación a un presidente mexicano desde que se comenzaron a realizar las mediciones en los años 90.
El mandatario tiene un respaldo promedio del 20 por ciento, según empresas consultoras y de opinión pública como Parametría y Consulta Mitofsky.
La debacle del PRI y la impopularidad del presidente Peña Nieto han generado molestias incluso dentro del mismo partido. Uno de los inconformes es el grupo Democracia Interna.
“El Presidente Peña y sus funcionarios de primer nivel
en el gobierno, principalmente quienes han estado encargados del combate a la inseguridad, a la pobreza y quienes cometieron actos de corrupción o quienes debieron dedicarse a erradicarla, son responsables en gran medida del resultado electoral”, dice el grupo en una misiva.
El camino para la sobrevivencia del PRI no se vislumbra nada fácil, pues por el momento es incierto cuál de los grupos internos tomará el control y si estará dispuesto a revivir al muerto, o de plano optar por parir un hijo.
El presidente Peña Nieto pasará a la historia como el peor gobernante emanado de las filas de tricolor, y no pocos advierten que podría ser sujeto de persecución judicial por los múltiples actos de corrupción durante su fallida administración.
AM.MX/fm
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