Jorge Miguel Ramírez Pérez
Por muchas décadas la gran presunción de los políticos de México, era que el país gozaba de un bien superior hoy relegado: su estabilidad política. Muchos en el continente no la tenían y en el mundo fuera de Europa, la del Norte, era escasa.
En los convulsos años de la guerra fría después de la segunda guerra mundial. México emergía como un trabuco, crecía persistentemente, era enemigo de asonadas y golpes militares, ejemplo de regímenes débiles que se caían sin terminar.
Todos tenían el orgullo profundo de saberse en un país que parecía serio, ajeno de dictadores, locos e iluminados como los que abundaban entonces: Francisco Franco, Leónidas Trujillo, Papá Doc, los diversos militares en Centroamérica y Sudamérica, Jacobo Arbenz, Janio Quadros o Fidel Castro, que extrañamente gozaba de buena reputación en el país.
Y al PRI se le atribuía ese resultado de éxito, los mexicanólogos de los años sesenta -antes del perturbado Luis Echeverría, el que nos endeudó irreversiblemente- lo pregonaban; y solo al margen, reconocían su debilidad institucional, por ser un partido monopólico incorregiblemente autoritario.
Hoy ese PRI no se parece en nada a lo que era el viejo partido, solo en lo autoritario, pero ineficaz y burdo. Lo de defensores de la estabilidad quedó atrás.
Los minidinosaurios de hoy, los que presentó Meade, jamás ganaron una elección competida; y donde le entraron, salió suciedad hasta por los ojos. No saben trabajar políticamente, nunca lo han hecho. Su labor es la de simulación y cobrar mucho dinero en efectivo. Nada más.
Los que son funcionarios incluyendo a Meade tienen en común desviar dinero, negociar las deudas de las que las comisiones son el propósito y nunca, bajo ningún motivo, respetar un presupuesto. Siempre les sale todo mucho más caro. de la peor calidad y sin ninguna utilidad estructural.
Pero todo se ha soportado aunque el deterioro político alcanza daños tan graves que como dijera Ruiz Harrell se exaltan las ineptitudes: cada vez el más pendejo, pone a otro más pendejo para que no le hagan sombra y así, sucesivamente.
Y ya se llegó al nivel de tener hasta un enfermo mental y ególatra parecido a Heliogábalo o a Calígula, como López Obrador que quiere ser presidente y se solaza en la filosofía del cábula. En la burla trae un esquema carnavalesco: Tatiana que ya debiera está arrepentida por comparar al alucinado con su padre, la Yeicol, de origen incierto; una secuestradora profesional, la Nestora; Gómez Urrutia de mente criminal, como se puede constatar con los enjuagues que dieron como resultado la tragedia de Pasta de Conchos; Alfonso Durazo, el traidor de Martha Sahagún ambos, como el padre de Ríos Pitter de las cañerías del Negro Durazo; o los caifanes stripers y padrotes: los Meyer, el Soberón, Cuahutemoc el futbolista, Hugo Flores del evangelio de la prosperidad, todo un desfile de adefesios políticos como los que tenía Tiberio.
Como se ve, todo se aguanta, desde las maniobras sucias de los calderonistas que le regalaron a Peña el poder. Sus incompetencias, como las de los itamitas, una bola de soberbios. Sin olvidar las firmas falsas de los contratados por el gobierno, que se la tiran de independientes, y una serie tras otra, de raterías que ni siquiera encubren, porque creen que van a repetir en el saqueo a fuerza.
¡Pero lo que ya no se aguanta es que quieran partirle la madre al país!
Que hayan prostituido la justicia para ponerla a la orden de una facción, la itamita de un partido que ya ni ideología tiene, porque el PRI desperdició en este sexenio la oportunidad de rehacerse; no sabe en que mundo vive, al grado de que se han dejado chamaquear por un Trump que los ha puesto como lazo de cochino y ni siquiera se pueden defender, porque por todos lados se les saben sus rapacidades.
Incapaces de ocultar la maldad, se le fueron a la yugular al único opositor a Ricardo Anaya. Porque ya se vio que Obrador es el plan B.
¿Y México?, ¿que?
Los mexicanos a hacerse que la virgen les habla, porque se quedan callados, son indiferentes o temen que lo que ven, sea cierto.
No te pases mexicano. Piénsale porque se va a poner bueno esto.
Están jugando con fuego porque si era culpable Anaya ¿porqué se esperaron tanto?, ¿ qué esperaban que se dejara chantajear como Rubén Mendoza el que dejó que Peña ganara la gubernatura?
Solo se han evidenciado que con la simple presunción, ya le cargaron a Anaya toda la saña hasta el nivel de linchamiento.
Queda claro que Anaya el único opositor no está arreglado. ¡Al fin los hechos lo proclaman!