Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
No es fácil -en el abordaje de un mero ejercicio periodístico- abarcar toda la metodología que exige el análisis del poder político. Sin embargo, en la continuación del tema que hemos planteado en recientes entregas de esta sección, nos parece indispensable siquiera una aproximación a tan compleja materia.
No llegó México a la actual circunstancia que prima el poder del Estado sin una evolución de los factores en que se incubó una nueva correlación de fuerzas políticas y partidistas que desplazaron, relativamente por ahora, al antiguo régimen.
Los viejos partidos antagónicos, aparentemente irreconciliables, el PRI y el PAN, advertidos en 1988 de la irrupción de tendencias contrarias al grupo dominante, tipificadas como de izquierda, tomaron debida nota y pactaron lo que se ha conocido como la Alianza Estratégica.
Por ese pacto, permutaron legitimidad de gestión por concertacesiones electorales para repartirse el poder político: PRIAN, se le conoció en el llano.
El PRI, que con sus tres denominaciones ganó 12 veces la elección presidencial, a los setenta años pasó transitoriamente a la oposición en 2000.
El PAN, con más seis décadas de brega de eternidad, por fin llegó a la Presidencia de México. La Docena trágica, fue el santo y seña de su gestión. Salió de Los Pinos en 2012.
El costo de la simbiosis PRIAN, fue el abandono por ambas formaciones de sus valores y principios fundacionales.
Para el tricolor, los fundamentos del nacionalismo revolucionario. Para el azul, su arraigo en la cultura hispánica.
No creemos caer en una digresión si tomamos un cuadrante de corta data: Ahora que está a debate la injerencia política de las calificadoras extranjeras sobre las perspectivas de la economía mexicana, nos viene a ocasión la reciente descalificación de esas agencias por algunos analistas europeos, por regirse, han sostenido, por influencias anglosajonas.
La mudanza de la Cultura Latina a Anglosajonia
Con independencia de prejuicios, lo documentable es que la primera generación de tecnócratas mexicanos, y las subsiguientes, respondieron a su formación en posgrados en universidades de los Estados Unidos y del Reino Unido.
Aclimataron simultáneamente el cambio conceptual del Estado y de los partidos en el gobierno. ¿Qué implica este realineamiento?
Una primera observación, cualitativa, es que el nuevo sello sustituyó la Cultura Latina, que trasplantaron conquistadores y colonos a la América católica con su idea de cristianismo. De esto se trató la evangelización.
Desde la Colonia, los precursores de la Independencia en México tuvieron como abrevadero doctrinario y teórico a los clásicos de la Ilustración, preferentemente franceses; esto es, latinos.
Con Montesquieu, Rousseau, primero; con los enciclopedista Diderot, D´Alambert, De Jaucor y Toussaint… en el marco de la Revolución de Francia; Voltaire y otros para la Generación de la Reforma, las fuentes de pensamiento se extendieron hasta el Constituyente de 1917.
El PAN se abanderó con el humanismo político a la sombra del Bien Común. La idea-fuerza la retomó de Platón y Aristóteles, pero, sobre todo, de Tomás de Aquino. En la hora fundacional del partido, del francés Jacques Maritain, reforzados todos por las encíclicas el papado romano.
Incluso, uno de los padres fundadores del PAN, don Efraín González Luna, filosofando desde los valores católicos, no tuvo reparo en señalar las amenazas del imperialismo anglosajón a la civilización católica.
Por Mont Pélerin a las cumbres de Davos
Si pudiéramos hablar de cambio de adscripción teórica e ideológica de los gobiernos mexicanos a partir de 1990, menester es hablar del Foro Económico Mundial, fundado en 1971 en Ginebra, Suiza, con reuniones anuales en Davos, a la que, desde Carlos Salinas de Gortari, los presidentes, tanto del PRI como del PAN, no habían faltado al cónclave.
La condición para pertenecer a ese club, donde predominan 100 empresas globales privadas, es acreditar una facturación mínima de cinco mil millones de dólares al año. Se le puede considerar al FEM placenta de la globalización neoliberal.
Para llegar a las cumbres de Davos, se requiere reconocer otra vereda seminal: Mont Pélerin,en el mismo nevado país.
En abril de 1947 ahí, convocados por Friederich von Hayek, se dieron cita prominentes personajes, la mayoría economistas, para discernir sobre la suerte del liberalismo económico y tomar providencias contra riesgos.
Sólo para caracterizar el perfil de los asistentes: Hayek, combatiente contra el Estado de bienestar (“totalitario”), lo tipificó como Camino a la servidumbre.
Otro de los ponentes, el estadunidense Walter Lippman, autor de La sociedad abierta y sus enemigos. El impulsor de la Escuela de Viena, Ludwig von Mises, El socialismo: Un enfoque científico y sociológico.
No está por demás recordar que, de aquel cónclave, a la larga algunos de sus participantes fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía. De aquella selecta concurrencia surgieron los conocidos Padres fundadores del neoliberalismo.
Con Zedillo, la Mont Pélerin se domicilia en México
A partir de 1982, la obra editorial del PRI empezó a privilegiar los títulos de aquellos economistas y a distribuirlos entre sus cuadros tecnocráticos en los estados. El Nacionalismo revolucionario, todavía postulado por Miguel de la Madrid, fue arrojado al basurero de la historia.
De Von Mises apareció por aquel periodo el instituto correspondiente a México. En 1995, durante la gestión de Ernesto Zedillo Ponce de León, la Sociedad Mont Pélerin, reunida en Cancún, se aclimató en México.
Uno de sus vicarios, ex militante del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), promovido por el PAN, llegó a ocupar la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados, con los votos de la bancada del PRI. Nada más, pero nada menos.
Escandalizó, cuando la Auditoría Superior de la Federación descubrió el trasiego de partidas presupuestales para la ultraderechista secta Pro Vida. En mérito de lo cual, se le nombró director general de Banobras y presidente de la Comisión Nacional de Defensa de los Usuarios de los Servicios Bancarios y Financieros (Condusef).
Por los caminos torcidos de la ideología, el PRI perdió la Presidencia de México en 2000. El PAN en 2012. El PRI, de nuevo en 2018.
Lo dijo Ortega y Gasset: Los cambios súbitos inconsultos, nos ponen en retorno a la edad del orangután. Hoy el PRI y el PAN, por vías diferentes pero convergentes, bregan por su resurrección sin pasar por el ajuste de cuentas con su pasado. Continuaremos con el PRI. Vale.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.