* Ante los despojos de un cadáver político Alejandro Moreno “Alito” y sus corifeos, se lanzaron con todo contra compañeros de partido como Manlio Fabio Beltrones, al que el campechano acusó directamente como responsable de la muerte de Luis Donaldo Colosio, durante la conferencia a los medios, el ahora reelecto líder del PRI, tuvo un desencuentro con la hidalguense, Carolina Viggiano quien abruptamente abandonó el escenario para regresar con
un evidente mutis y sin aplaudir las balandronadas de “Alito”
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
Especial de Expediente Ultra
Cómo tétrica imagen y ante el sepulcro del PRI, las palabras de Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, más que réquiem sonaron a invocación de un peligroso exorcismo a los fantasmas del pasado cuando puso nombre y apellido, según sus palabras, a uno de los responsables de la muerte de Luis Donaldo Colosio: Manlio Fabio Beltrones.
Ante la invocación en la rueda de prensa realizada tras la Asamblea a puerta cerrada donde junto con su consejo de delegados agachones –ausentes sus escasas bases y los microscópicos simpatizantes–, del también senador electo, ex gobernador de Sonora y ex presidente nacional del tricolor, muchos de los presentes se guardaron de aplaudir y otros, como la Secretaria General, Carolina Viggiano –incluida en el paquete reeleccionista de dos periodos–, de plano se salieron del cuadro mostrando su desenfado con el “escupitajo al cielo” lanzado por “Alito”. En vano “Alito” trató de enmendar el asunto diciéndole: “Véngase para acá, mi Secretaria”.
Los videos ahí están como testigos del infortunado, pero natural desencuentro entre el campechano y la hidalguense.
Pero volvamos al banquillo de los acusados:
Manlio, al que la 4T ha ubicado al lado de altos personajes del viejo PRI como Roberto Madrazo, de ser uno de los dueños en el monopolio farmacéutico y haberse hechos multimillonarios con contratos al IMSS, ISSSTE y otras tantas instituciones de salud a las que vendieron a precios super inflados sus productos, y hasta placebos en lugar de medicamentos de quimioterapias para niños, en estados como Veracruz a gobernadores pillos como Javier Duarte, solo esquivó el golpe pero se abstuvo de hablar sobre las presunción de sus nexos con el cártel de Juárez y la tortura a Mario Aburto, autor material del asesinato de Colosio, según señalaron los medios.
En un tono porril y bravucón que traspasó los límites de la demagogia, Moreno Cárdenas, dijo que fueron esos priístas que asesinaron a sus propios compañeros los responsables del desprestigio de su partido, culpas por las que no deben cargar las nuevas generaciones, los jóvenes que, por cierto tiene mucho que dejaron de interesarse en el PRI como opción política y prueba de ello fueron las pasadas encuestas donde ese sector simpatizó más con el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Maynez, que con la híbrida candidata, Xóchitl Gálvez. El líder del PRI tampoco mencionó un pequeño gran detalle: que el hijo de Colosio milita en MC, no en el PRI.
Por si el “caciquito” campechano no lo sabe, los jóvenes tiene muchos años que dejaron de acercarse al PRI, sin mencionar a los miles y miles de simpatizantes que dejaron de creer en ese partido en todo el país, como los ríos de campesinos, indígenas y trabajadores a los que los priístas neoliberales condenaron por generaciones a la pobreza con las contenciones salariales, el despojo a sus tierras y la expulsión masiva a los Estados Unidos por los efectos devastadores al agro del TLCAN, firmado por Carlos Salinas de Gortari, al que por cierto “Alito” no tocó ni con el acento de una sola línea.
Y si de hablar de priístas responsables de la quiebra electoral se trata, Salinas debió estar presente en el discurso retro de “Alito” pues fue él quien malbarató las miles de empresas públicas estratégicas y rentables para el desarrollo de cualquier nación como Teléfonos de México; la Mina de Cobre de Cananea, los Altos Hornos de México, Fertimex, y otras tantas que fueron entregadas a precio de ganga a empresarios, ahora en la lista de Forbes como multimillonarios, como Ricardo Salinas, Germán Larrea y Carlos Slim, por mencionar algunos.
Lo que al pueblo de México le costó décadas levantar, Salinas y De la Madrid y Zedillo, lo entregaron en bandeja de plata en solo dos sexenios. El patrimonio de la nación no fue defendido por estos priístas, como tampoco la seguridad social de millones de mexicanos. “Alito” no citó en su alharaca el asunto de la quiebra de los banqueros convertida en deuda pública por Zedillo, el FOBAPROA, por 500 mil millones de los de 1996; deuda que siguen pagando las generaciones de jóvenes, sin mencionar el aniquilamiento de las pensiones con la imposición de las AFORES que ahora solo garantizan el 30 por ciento de sus últimos salarios a los ahorradores, pero permitieron que los banqueros manejaran los billonarios fondos a su antojo. ¡Ah¡, y no olvidemos la venta de los ferrocarriles.
Según “Alito” el PRI construyó instituciones como el IMSS, el ISSSTE y pilares educativos como la UNAM, pero no habla de que hubo presidentes como Lázaro Cárdenas o Adolfo López Mateos que a diferencia del impresentable líder tricolor, nunca buscaron eternizarse en el cargo ni tenían ferraris ni fortunas escandalosas como el campechano.
Alejandro Moreno, es realmente un neófito que desconoce la historia de su propio partido y por ello, se olvida que el fundamento de la revolución de donde emergió el viejo PRI, fue la No Reelección que eternizó por más de cuarenta años al porfiriato.
Lo expresado en tono beligerante por “Alito”, ya no tiene vuelta de hoja y al decir que enfrentará a los “cínicos” debe cuidarse porque cuando se escupe al cielo se corre el riesgo de quedar manchado. El pillo acusando a los maleantes. ¡Vaya cosa!
Y como aconteció en la hermética Asamblea Nacional, “Alito” no tiene todas consigo ni dentro de su cúpula; escenas filtradas del pasado domingo mostraron delegados gritaban “No reelección, no reelección”. Y ahora en su conferencia ante los medios, no todos sus corifeos presenten aplaudieron sus balandronadas, entre ellos, Carolina Viggiano y su esposo, Rubén Moreira, seguramente contrariados por no haber podido desplazar al delirante y ambicioso campechano que a fin de cuentas, hasta el momento, se salió con la suya por tener el control absoluto del partido, dos reelecciones sin contratiempos y la seguridad de manejar en los años venir, nada menos que unos 12 mil millones de prerrogativas.
De ése tamaño el botín por el que pelean con uñas y dientes a un PRI que yace, política y electoralmente, tres metros bajo tierra.