Norma Meraz
Para el gobierno de la 4T, México resultó ser un camino lleno de piedras.
La algarabía por el triunfo electoral del uno de julio de 2018 aturdió los oídos de los morenistas y no permitió escuchar los millones de voces que alertaban acerca de la gravedad que el país enfrentaba; la inconformidad social por la corrupción, el narcotráfico, el tráfico de armas y de personas, el crimen –bien organizado–, los feminicidios, el incremento de la migración, las presiones del gobierno de Estados Unidos por imponer aranceles, la economía nacional en “stop”, la falta de inversión de capital privado y público, además de las masacres a personas inocentes.
A un año del régimen del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el registro de tropiezos, errores y omisiones confirman una lista larga.
Amén del 30% de reformas que se le han hecho a la Constitución de la República, los múltiples despidos de la burocracia sin antes haber evaluado lo necesario al personal, se han ido con esa idea de justificar una necesaria austeridad muchos talentos que hoy hacen falta en espacios que ocupan neófitos en áreas de operación especializadas como en la Secretaría de Hacienda, la banca de desarrollo, política social, salud, por mencionar algunas.
Las buenas intenciones no son, per se, objetivos logrados.
La austeridad no es sinónimo de eficiencia, como la terquedad no lo es de conocimiento y experiencia probados.
La inconformidad social ya se deja sentir cuando sufre en carne propia el incremento en el número de delitos de todo tipo. Atracos, extorsiones, asaltos, secuestros, desaparecidos, decapitados feminicidios y ausencia de justicia, además de corrupción en algunas áreas que la imparten, dejan al desnudo el cuerpo del Estado de Derecho, haciendo resaltar la impunidad.
El Presidente López Obrador pensó en su momento que, por haber recorrido varias veces el país, le sería fácil gobernar; insistió en que la política no era una ciencia. A esta afirmación, algunos de sus maestros de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM –a la que asistió—afirman “¡ojalá no se le ocurra –a AMLO– decir quienes fueron sus profesores!”
La primera piedra en el camino fue la explosión del ducto de Pemex en el Estado de Hidalgo, donde murieron 137 personas a causa del robo de gasolina. Fue una gran tragedia.
El mismo Presidente de la República mencionó recientemente que cinco han sido los momentos más difíciles en los 12 meses que van de su Administración.
No pudo dejar de lado el mencionar las presiones que ejerce el gobierno de Donald Trump a nuestro país, comenzando con la amenaza de la imposición de aranceles a cambio de que México le haga la tarea de contener el flujo migratorio de centroamericanos hacia los Estados Unidos, su insistencia con el muro y, la más reciente, catalogar a los cárteles de la droga mexicanos como terroristas.
En otras palabras, Trump señaló: “México sigue mandándonos lo peor, tiene un Presidente que es una buena persona, con ideas socialistas, pero su gobierno no hace lo necesario para contener el narcotráfico, así que estoy trabajando para aplicar nuestras leyes que permiten perseguir y aniquilar a los terroristas que ponen en peligro a mi país , donde quiera que estos se encuentren”. Es decir, otra amenaza, intervenir militar, económica y técnicamente en México para terminar con esa lacra que envenena y mata a miles de norteamericanos con sus drogas.
Trump acusa a México de ser el culpable de que sus adictos –a las drogas– consuman cada vez más y también de que esos cárteles mexicanos –por cierto pertrechados con armas que Estados Unidos les vende– asesinen a ciudadanos norteamericanos civiles en territorio del norte de México, sin que el gobierno haga nada.
Definitivamente fue un crimen inenarrable el que sufrieron las familias LeBarón a manos del crimen organizado mexicano, pero otra cosa es que el Presidente de Estados Unidos, en su afán por reelegirse otros cuatro años, se empeñe en poner nuevamente contra la pared a nuestro triste país.
Por fortuna nuestro gobierno y el país entero rechazan la intervención de cualquier país que intente violar nuestra soberanía nacional.
¡Primero México y luego México!
Además de la piedrita que el cártel de Sinaloa le puso a la 4T, el gobierno mexicano, fiel a los principios que rigen su política internacional, concede el derecho de asilo al señor Evo Morales “Presidente”, de Bolivia. Lo recibe y le entrega las llaves de la ciudad como si fuera un visitante distinguido, mientras este personaje, desde aquí, sigue arengando a sus seguidores para que se manifiesten y le faciliten el regreso a su país.
¿Se merecerá este asilado político tan exquisito trato?
¡Digamos la Verdad!