La todavía joven Administración del Presidente Enrique Peña Nieto salió más que bien librada ante la sociedad con la remoción del titular de la Profeco, tras las muestras de influyentismo y prepotencia de una de sus hijas. Lo ganado, empero, puede diluirse no sólo por el muy controversial nombramiento de Marisela Morales cual cónsul en Milán, tras su desastrosa gestión al frente de la PGR del calderonato, lo mismo que por la permanencia de personajes de dudosa efectividad, pero sí muy comprobada nocividad.
Tal es el caso de un viejo protagonista de este espacio, el titular de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), capitán Gilberto López Meyer, quien inexplicablemente continúa en ese cargo a pesar de habérsele exhibido en diversas ocasiones por la ineficiencia en el desempeño de sus funciones y, en otras, incluso, por señaladas prácticas de corrupción. Para muestra, muchos botones:
Durante su paso al frente de la Dirección General de Aeronáutica Civil, la corrupción permeó por todas las áreas y, se evidenció en red nacional en noticiario nocturno al cuestionársele quién era el responsable de emitir licencias de piloto aviador irregulares, por la insuficiencia de los requerimientos. Ahí admitió que él… y nada sucedió.
La estela de sus incapacidades fue heredada al siguiente director general de ese órgano desconcentrado de la SCT, que trajo como consecuencia –ante auditoría de la Organización de Aviación Civil Internacional–, la reclasificación de su categoría pasando de nivel 1 a nivel 2 por no cumplir con los estándares administrativos, organizacionales y de seguridad. La consecuencia para la industria aérea mexicana en su conjunto fue grave, pero a López Meyer en nada afectó.
Posteriormente, ya en ASA, su gestión ha sido señalada en sesiones de Consejo de Administración y en el propio medio aeronáutico y aeroportuario como mediocre, por decir lo menos, manejándose éste en un espacio de confort que le permite “nadar de muertito”, recibiendo los beneficios laborales de ese cargo y extendiéndolo para equipo cercano de colaboradores e incondicionales de muy bajo perfil.
PREGUNTAS A RESPONDER
En tal circunstancia, surgen preguntas que no deberían quedar sin respuesta y, de ser el caso, sin sanción:
¿Bajo qué argumento normativo respalda López Meyer la vigencia y actualización de su licencia de piloto aviador, si los cursos a los que asiste por más de dos semanas en territorio norteamericano, han sido pagados por el Organismo anualmente? El estatuto orgánico de ASA, de ninguna manera establece el uso de recursos públicos para fines privados.
Ante el caso de la Compañía Mexicana de Aviación, la Auditoría Superior de la Federación formuló diversas observaciones administrativas –que pudieran haberse convertido en penales– por el daño patrimonial generado. Una de ellas apuntó hacia López Meyer en virtud de “no haber cuidado los intereses del Estado, al continuar autorizando el abasteciendo de combustible a las aeronaves de la aerolínea, a sabiendas que las garantías otorgadas no estaban vigentes”.
Sobre esto mismo, ¿por qué no se actuó de inmediato con las refacciones de Mexicana, cuando entró en concurso mercantil, poniéndolas a disposición del SAE para su pronta enajenación y recuperación del crédito? Este quebranto se pudo evitar, pero no. Nos costó a los contribuyentes más de 1 mil quinientos millones de pesos por favorecer a Mexicana, aerolínea donde “casualmente” López Meyer trabajó como piloto. ¿Fue por eso? ¿O algo má$?
En la presente administración, López Meyer fue nombrado director general del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y, por el apartado al que pertenece ASA en la legislación laboral, a él y a su grupo cercano –al que incorporó al AICM– se les otorgó su liquidación. Días después hubo cambio de señal al reubicar a Guillermo Ruiz de Teresa en Puertos y Marina Mercante, regresando a López Meyer y a su grupo a ASA. La normatividad ordena devolver la liquidación, pero no lo hicieron. ¿Por qué?
Al interior de ASA, las áreas responsables conocen de las muchas irregularidades llevadas a cabo en los contratos licitados o adjudicados mañosamente, para otorgarlos a conocidos, amigos o socios; tal es el caso de la construcción de una barda perimetral en las oficinas generales cuyas anormalidades en el proceso trajeron como consecuencia inflar su valor por más de cien millones de pesos. Asimismo, la adjudicación del contrato para el servicio de comedor de empleados, cuya empresa ganadora año tras año pertenece a familiares del Coordinador de Servicios Corporativos, Héctor García Fox, compadre de López Meyer.
Casos como estos hay muchos más.
Pero, ¿por qué permanece López Meyer en la nómina? ¿Por qué tenemos que seguir pagándole los contribuyentes, si nos ha venido defraudando?
Son preguntas a responder.
Índice Flamígero: Todo indica que hay simulación en el caso del subprocurador de Profeco, Roberto Figueroa, dizque “sancionadito” por su intervención en el penoso caso de la hija de su ex jefe. Sigue usufructuando un vehículo de ese organismo, un Aveo 2011, con placas 418YEA. Lo sancionaron, ¿sí o no? + + + Por cierto que ¿cómo se sentirá López Meyer con la llegada de pesos completos para coordinar los trabajos para lo que sería la construcción de un nuevo aeropuerto para la zona metropolitana del valle de México: Nuñez Soto, Elías Ayub y Del Mazo González? De entrada, no le aceptaron las oficinas que puso a su disposición en ASA y prefirieron ubicarse en un edificio de Las Flores y Periférico. ¿Será porque son chicos “totalmente palacio” a quienes no agrada trasladarse hacia la zona del Peñón de los Baños, a no ser para abordar un vuelo internacional? Los domésticos, claro, en aviones privados.