Debe ser un gran martirio para muchos honorables jueces (que sí los hay) el enterarse día con día que los medios de información nacional publican cosas que los vinculan con actos de corrupción e ignorancia en la aplicación de la ley; para que acabe ese suplicio es necesario, que la Cuarta Transformación de la Nación efectúe una limpia en todos los recintos de justicia de nuestro México.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados, estima y así lo hace saber, que en muchas ocasiones el ideal de justicia que México requiere es factible si nuestros jueces de probidad siguen actuando y juzgando con conocimientos a fin de tratar de desvirtuar lo que expresan los medios de información y poder así todavía, según su conciencia, dar la razón a la parte que la tiene.
Ese ideal es muchas veces una hábil manera de maniobrar con que cuentan esas togas que defienden a la justicia y a México de los desaseos y errores de sus compañeros de judicatura.
México requiere de esas togas, no necesita de aquellas de corrupción que envilecen a la justicia, de aquellas de inmoralidad las cuáles se apartan de la ley para que la injusticia prevalezca.
Es la probidad, en consecuencia, el principal elemento de la toga de nuestros jueces. En la profesión de nuestros juzgadores debe de prevalecer la honestidad en la manera de pensar y actuar, rectitud en sus determinaciones y lealtad para la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en todos y cada uno de sus actos.
Puesto que esos juzgadores de bien desempeñan una misión de confianza, para con la justicia y para con México y deben cumplirla con decoro y honor.
Lamentablemente, ello no sucede siempre así.
En ésta Cuarta Transformación de la Nación y en la reciente época del neoliberalismo, existen y existieron jueces insolentes, porque sintiéndose señores de horca y cuchillo, tratan o trataron a los justiciables que se ven y vieron forzados a solicitarles justicia, como señores feudales de los viejos tiempos del medievo, ejerciendo sobre ellos todos los parámetros del terror.
Situación ésta que se resume en un comportamiento insólito, que además de ser absurdo, amoral y estúpido, rompe y rompió el equilibrio que debe de prevalecer en un juez que se dedica a impartir justicia, que además está obligado, por la propia función que le ha sido encomendada, a ser cortés, amable, educado, condescendiente y caballeroso con los justiciables que requieren que se les provea justicia.
A esos pésimos jueces, que además se dedican a vender y prostituir a la justicia, se les califica como ignorantes y corruptos.
Moraleja:
A fin de evitar el martirio a las togas decentes de la judicatura, en éste tiempo que requiere reformas cruciales, el Foro Independiente de la República, por voz de la Academia de Derecho Penal, propone, ya que nos parece substancial, para que no se tuerza más un estado de derecho, unir esfuerzos con esas togas limpias a fin de sanear nuestros recintos de impartición de justicia.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..