La semana pasada abordé la urgencia e importancia de la puesta a disposición por parte de la Secretaría de Seguridad Pública. Recomendé al Ing. y Lic. Durazo Montaño, lo imperativo de establecer un grupo élite asesor de todos los esfuerzos de la Secretaría encaminados a judicializarse. Responsable de guardar la pruridad probatoria de los elementos identificados con el delito. Y para ello, recomendé estableciera bases de coordinación funcional con la PGR y con las Fiscalías de los Estados: Una utopía posible.
Con toda mi prudencia, señalé el imperativo lugar que impulsa mi recomendación, toda vez que de no hacerse, todo su esfuerzo de investigación tendiente a judicializarse, así como todas las puestas a disposición, seguirán condenando al Poder Judicial de la Federación y de los Estados, a liberar y absolver a los imputados y puestos a disposición, pues las investigaciones y pruebas presentadas, por mandato legal, deberán ser desestimadas por el juzgador, por no preservar su pruridad probatoria, de no observarse las reglas contenidas y ordenadas por las normas de la Cadena de Custodia, de observancia obligatoria para todo el país.
El artículo tuvo reacciones de resuelta interlocución: 1. Funcionarios policiacos que sin ambagues señalaron la falta de preparación, actualización y capacitación que reciben por parte de sus Instituciones (sí, “las Instituciones”: PGR, ex Comisión Nacional de Seguridad y locales). De siempre, décadas, ok? Falta de capacitación institucionalizada.
Particularmente, en tratándose del Nuevo Sistema de Justicia Penal: “Cansados de que los detenidos por la Policía, sean sueltos por el Ministerio Público” –ni al Juez llegan.
2. Es preciso enfatizar que lejos de la coordinación, los policías, de cualquier corporación, incluidos los de la Secretaría de Seguridad federal, son menospreciados con humillante desdén y el más vergonzoso despotismo e inconsciencia, por parte del Ministerio Público. Verdad también institucionalizada desde hace décadas en nuestro sistema federal (incluidas Entidades Federativas). Hábitos atávicos correlativos -el que despóticamente humilla, a su vez, por despótico, asimismo se humilla- que no debemos permitir, que debemos superar (somos los mismos):
Nefasta petición de principio de nuestros operadores del sistema de justicia que debe superarse ya, en honor de la dignidad mexicana, sin perjuicio de la eficacia y de la economía procesal, ignoradas así, por la procuración de justicia del país ¿No les parece, señores titulares, que la transformación aquí, no debe esperar?
(MP a policía: “Sí, sí –seco, sin voltear-, ahorita” y con la mano señala, “para allá”) Tienen que esperar turno como cualquiera, cuando ese elemento allí, haciendo fila ¡Urge retorne a su puesto! ¿Por qué los objetivos de la 4T, por voto de la soberanía nacional manifiestos, de acciones firmes y elementales contra la delincuencia, deben esperar? (!)
3. Coordinación (art. 21, párr. 10º de la Constitución). El compromiso con el servicio público, la solución y la urgencia de la realidad nacional bastarían para que todos ustedes, SSPC y PGR, en todos sus niveles de todos los niveles de gobierno, estuvieran ya definiendo con sus pares, en qué facultades coinciden, cómo no duplicar y eliminar prácticas y procesos administrativos innecesarios y establecer aquellos que propicien su fin, para multiplicar recursos y resultados ¡para cumplir más rápidamente su mandato y Función! ¿Se puede? “¿O formamos una comisión?” –irónico diría Oquita y Meléndrez.
Su naturaleza constitucional hace inexcusable su inaplicabilidad (constitutiva de delitos): origen de la gramática de nuestro lenguaje: la Constitución, del derecho:
“La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios, en las respectivas competencias que esta Constitución señala. La actuación de las instituciones policiales se regirá por los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo y honradez.
“La Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios se coordinarán, en los términos que la ley señale, para establecer un sistema nacional de seguridad pública” (artículo 21 Constitucional. Ref. 1994). Nota: El mandato de coordinación no es limitativo al Sistema Nacional de Seguridad Pública
4. Hubo también quienes comentaron experiencias en el país, de lo que llamé Comités Vecinales de Vigilancia, en 1998. Destacaron muy diversas virtudes, con resultados que transformaron puntos de alta incidencia delictiva, en pocas semanas, en barrios, pueblos y cuadras de colectivos sociales, con un renovado tejido social, en virtud de la coordinación de órganos de seguridad y ciudadanía. Posibles en gracia de la necesidad de alternativas de operación, imaginación y el apoyo de las instancias gubernamentales: de servidores públicos y ciudadanos líderes de base, tras el ejemplo de los de arriba.
Naucalpan y muchos otros. De ellos destaco el caso verificado de un maduro policía de caminos, en activo, que tras la verificación de su caso, afirmo que es arquetipo de este esquema de conducción oficial, hacia las metas de seguridad de toda comunidad.
Las condiciones resultan las mismas en grandes ciudades que en zonas rurales, porque un “comité vecinal de vigilancia o seguridad”, o como se le llame, obedece a eso: una comunidad, una esquina, tres cuadras. Un problema delincuencial que afecta a todos por igual y se organizan por su propia necesidad e inteligencia y por la convocatoria y conducción de la autoridad, que identifica sus problemas y les da voz, cuestionamiento, reflexión, conclusión y acción. En integración y colaboración paritaria.
Todo este trayecto lleno de resentimientos viejos, asimismo lleno de coincidencias y necesidades comunes por las que confluyen, siempre que haya una autoridad capaz de romper el ruido y hacer armónica la comunicación social. Con definición, seriedad, compromiso, inteligencia aplicada conforme a la ley y a las obligaciones superiores del Estado: la libertad, la dignidad, la Patria, el orden social. Con un fin, el florecimiento de la Nación Mexicana. De eso se trata. En todos los niveles: ¡Sí se puede!
Porque para la 4T no sirven figuritas ni nerviositos. Sólo mujeres y hombres con liderazgo, que sepan enfrentar una realidad adversa sin temor de arriesgar la vida, por el contrario, convencidos de la verdad y del respaldo ciudadano para transformarla ¿O no, Sr. Presidente?
En 1993, en Frontera, Coahuila: “Un Policía, Un Amigo”, programa de seguridad pública, se instituyó. Policías de los tres niveles de Gobierno, incluida la policía ministerial, para el eficaz y pronto auxilio requerido por la población, creado por el Comandante Nacho González. Hombre conocido por resultados en la corporación como en el sector transportista privado, entonces comisionado por el gobierno a resolver un conflicto grave en ese municipio. Resolver: identificar, convocar, sumar coincidencias, aplicar recursos, imaginar soluciones y abrir las puertas tras ellas para alcanzar el objetivo: resolver con la mayoría social, que sólo y así, funciona un acuerdo macizo y duradero.
“Coordinación, comunicación e información, para la integración de la indagatoria o para la pronta captura del delincuente, con fundamento en la reforma del arriba citado art. 21 constitucional, no sólo era en el ámbito policial sino con dependencias del mismo Gobierno y organismos no gubernamentales, que tuvieran que ver de alguna manera con la problemática social y dar continuidad al programa mediante un esfuerzo compartido entre ciudadanía y autoridades.”
Los comités de seguridad ciudadana, involucrando y concientizando a los habitantes como una alternativa para combatir la delincuencia: La Seguridad Pública asume su responsabilidad, sin descargarla en los ciudadanos. Creando instructivos en su organización, acciones y límites. “Se trabajó con la premisa de atender a las personas y desactivar problemáticas que propiciaran la carencia de autoridad. Con el objetivo de fortalecer los valores de amistad, patriotismo, respeto, solidaridad, sinceridad, entusiasmo, orden y responsabilidad, y sobretodo, con jóvenes de nivel medio superior”, concluyó sobre el particular Don Ignacio, en nuestra charla.
Yo lo tomé de un programa sociodelincuencial chino, integrado con adultos mayores, que reafirmó su autoestima, dada la importancia y utilidad de su servicio social, con un alto grado de beneficio comunitario, de aprovechamiento humano y de información.
Conclusión: Los Comités Vecinales solidifican a la sociedad, privilegiando la confianza ciudadana, dan seguridad y a esta, la vincula con su autoridad, en quien confía porque comparten problemas y propósitos, soluciones, estrategias, límites, objetivos y acciones, y juntos alcanzan metas. En donde operan los comités, abaten el 80% o más del delito que les afecta. Y robustece, bello, el tejido social.
Cd. de México. 18 de enero 2019.
Dr. Ramiro Oquita Padilla.