Incursionar en la política y la vida pública entraña para sus actores ceñirse a una línea de ética y congruencia que en México no parece ser la norma. Entre las acciones que deben seguir los políticos y funcionarios, está la conducta que deberán observar sus cónyuges, parejas y familiares, más allá de los actos de campaña y protocolarios en los que deban estar presentes.
La elemental decencia aconseja para la familia y primer círculo de afectos del político o funcionario, prudencia, un bajo perfil y salvo las cuestiones relacionadas con su obligada seguridad personal, mantenerse alejados de prebendas, privilegios y el beneficio de los recursos públicos. También que se abstengan de protagonismos y la tentación de aprovechar el momento como un trampolín político para incursionar ellos mismos, también en la política.
La reflexión en torno a lo anterior es oportuna, pues estamos a semanas del relevo presidencial, pero también del cambio de no pocas gubernaturas, alcaldías y el congreso a lo largo y ancho del país. El México actual está plagado de historias en torno a las familias de funcionarios, que dejan un mal sabor de boca y reflejan lo peor de nuestra clase política.
Estas historias van desde la prepotencia y excesos de hijos de presidentes, a gobernadores que antes de asumir el cargo con trabajos llegaban económicamente a fin de mes y ahora han acumulado un patrimonio y enriquecimiento inexplicable que envidiaría el más avezado y disciplinado capitán de empresa. Hay casos que particularmente indignan como el del Director de la Comisión Federal de Electricidad quien como Secretario de Gobernación “bajo el swicht” a la elección que muy seguramente le fue arrebatada al ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas, hombre fundamental en nuestra democracia y líder moral de la izquierda mexicana.
Hoy asombrosamente, esa izquierda cobija a su victimario perpetuando su permanencia en el erario público, otorgando multimillonarios contratos a su hijo, y permitiendo la escandalosa y astronómica fortuna de la “amiga con derechos” del Licenciado Bartlett.
Otro caso chusco pero no menos reprobable es el que atañe a un antiguo Delegado Estatal del IMSS en un estado del centro de la república, quien se indignó cuando la prensa local sacó a relucir su magnífica colección de autos antiguos, el balconeado funcionario, en su descargo manifestó sentirse agraviado porque él aseguró que proviene de una familia rica, evidentemente las declaraciones provocaron carcajadas.
El presidente de la república, ha manifestado desde hace lustros apegarse a la honestidad valiente, denunciando a viva voz, los excesos de los políticos y sus familias y el nepotismo, pero sobre todo: el no robar como una de las columnas sobre las cuales se sostiene la Cuarta Transformación.
Es por ello que quizás la herida que más hondo lo marcará será en menor medida, el doble discurso de su esposa, quien por un lado rechazó demagógicamente el título de primera dama, pero por el otro desplegó una protagonismo sin igual, y en mayor medida los escandalosos señalamientos de corrupción y tráfico de influencias hacia los hijos de su primer matrimonio.
De la misma manera, mientras al igual que se dan casos de políticos y funcionarios “chapulines”, es lamentable como en los tres órdenes y niveles de gobierno se produce un nepotismo rampante que asombrosamente nuestra sociedad tolera resignada.
Se han dado y se dan casos de esposos, esposas, padres, hijos y familiares cercanos que se suceden entre si en cargos públicos, en curules, otros que son dirigentes de formaciones políticas mientras sus familiares han alcanzado una alcaldía o gubernatura por ese mismo partido político. Usualmente la justificación a algo que debería ser severamente censurado , es decir que los los favorecidos también tienen derechos que no pueden ser vulnerados o bien , que están comprometidos con “el proyecto”.
La comparaciones suelen ser odiosas, pero ahora vienen a al caso, pues no solo muestran la línea a seguir, sino también que la corrupción y el nepotismo en torno a las familias de políticos y funcionarios se pueden desterrar con un poco de voluntad. Tony Blair, afamado primer ministro del Reino Unido en la decáda de los noventa, pertenece al Partido Laboralista, formación de corte progresista a la cual la izquierda mexicana ve con simpatía. Blair está casado con Cheryl, destacada abogada con talento natural y vocación hacia la política.
Resulta que cuando Blair comenzó a incursionar en el laborismo, hizo un pacto con su mujer, acordaron que si uno destacaba en la esfera pública, el otro se haría a un lado para evitar cualquier conflicto de intereses, Tony llegó a primer ministro y Cheryl jamás se insmicuyó en asuntos públicos o partidistas.
Es recordada la polémica que precipitó la abdicación de Juan Carlos I al trono español. El monarca se vió envuelto en el escándalo alrededor de su belicosa amante, y su yerno el Iñaki Urdangarín ingresó en prisión por corrupción y tráfico de influencias en el Caso Noos. Sin embargo, el Rey Felipe sacó el barco a flote, el Rey Juan Carlos vive exiliado en Emiratos Árabes, apartó a sus hermanas de la posición oficial en la Familia Real y está formando bien su hija y heredera.
La Princesa Leonor actualmente recibe instrucción militar, pues está destinada a ser comandante suprema de las fuerzas armadas. La instrucción de la princesa, es bien vista por el 76% de los españoles y tres de cada cuatro españoles creen que Leonor reinará sucediendo a su padre.
México llega a un momento histórico con la primer mujer en la presidencia de la república, es un parteaguas en todos los sentidos, lo deseable será que estos vientos de cambio también se lleven lejos de nuestra geografía, el nepotismo y él tráfico de influencias que hoy es una regla no escrita en la política y administración pública mexicana.