Eduardo Sadot
La desesperanza de quienes tienen consciencia, conocimientos, cultura y amor a México, que no es – como dicen sus acusadores – que hayan perdido “privilegios” tampoco que sean “prianistas” o encuadren en cualquier apodo endilgado desde la garganta mentirosa y resentida que habitara recientemente Palacio Nacional. Es el grito ahogado de quienes ven la destrucción del México – que con tropiezos y logros – había llegado a ser lo que fue y que pretenden que no quede nada, en el deterioro de la democracia naciente devenida en una oclocracia galopante.
La pregunta es: qué hacer, guardar silencio cobarde, temerosos de perder la libertad y hasta la vida, ante lo que sucede en la patria mexicana. Aún hay mucho por hacer, mientras haya vida, pero, qué hacer. Cuando instituciones como la Comisión de Derechos Humanos se queda petrificada – petrificada es una palabra que viene de piedra – ante las injusticias y el atropello de los derechos humanos al convertirse en un apéndice, de un partido político, servil e inútil.
Ante un INE infiltrado y dócil a los caprichos de quien tarambana y neciamente nombró funcionarios incondicionales a modo de sus exigencias, ante ilegítimas reformas que destruyeron el equilibrio de poderes y al poder judicial, que sí necesitaba de reformas, pero no de su destrucción, Es como si ante la enfermedad de un dedo se decidiera cortar el brazo, nada más ¡estúpidamente irracional! y mesiánico, pero. Sí hay caminos aún.
La creación de organismos ciudadanos alternos que ocupen los espacios que el servilismo ha dejado vacíos. Total, antes tampoco existían y sin embargo se luchó para hacer y se hicieron las tareas inminentemente necesarias para corregir y denunciar los abusos, desvíos de recursos y corrupción que hoy, con el pretexto de desaparecerlas, solo se han enmascarado.
Pues nos queda fundar instituciones ciudadanas que fiscalicen denuncien y cumplan la función que han dejado de cumplir, cómo, con la voluntad férrea de mujeres y hombres con experiencia de la tercera edad que aún tienen mucho que dar y hacer.
Con jóvenes soñadores y conscientes de lo que sucede con su patria, unos preparados o preparándose, esos mexicanos excepcionales que no tienen miedo a enfrentar su realidad y destino, que asumen su roll de responsabilidad histórica para cumplir con su ministerio.
Mujeres, que al igual que muchos hombres también se deciden a tomar el futuro de su patria en sus manos, que los hay de todas las profesiones, de todos los lugares del suelo patrio, de todas las edades, de todos los estratos sociales, cuyo único objetivo es México, un México grandioso, reconstruir a la patria, porque no se resignan a conformarse con lo que han vivido, que tampoco se resignan a callar y no hacer nada, por el contrario que aún hay mucho por hacer, para salvar a México.
Pues ya hay comenzar por organizarse en grupos de dialogo y estudio en redes por materias, siguiendo – por qué no – el mismo modelo de organización de la administración pública y de organismos descentralizados, comités cuya tarea sea al principio de reflexión, debate y análisis sobre lo que hace el gobierno, en cada secretaría son: veintidós federales, en cuanto al poder ejecutivo, depositado en un solo individuo – según nuestra propia Constitución – en correspondencia, los ciudadanos tendremos que organizar un consejo de mexicanos, en un poder ejecutivo colegiado, frente al Ejecutivo Federal.
Y así también, para cada institución, dependiente del poder ejecutivo: secretarías de despacho o de estado, igualmente revivir órganos colegiados ciudadanos que realicen las tareas que se han perdido con la desaparición de los Organismos Autónomos Constitucionales. Y así, en los tres órdenes de gobierno, federal, estatal y municipal.
Con las mejores mujeres y los mejores hombres de México, en equivalencia a las estructuras del gobierno, es asumir el poder de facto en sustitución a las instituciones ocupadas mediante una farsa y remedo de iuris – de derecho – corrompidas con vicios de origen. Es retomar las funciones pero con la autoridad moral y ética de ciudadanos, las funciones que han sido asaltadas e infiltradas con la simulación de procesos electorales y constitucionales con vicios de origen.
En toda la federación, en los tres poderes, en cada Estado, en cada municipio, en cada alcaldía y en todo México. La pregunta es, si habremos de ser, la cantidad de mexicanos para poder hacerlo. La propuesta está ahí, para enriquecerla, asumirla, corregirla, perfeccionarla y ejecutarla.
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