De Cábalas y Cábulas
Por Eduardo Macías
¡Por fin! Gracias al cielo rojo y a Santa María de todisísimos los santos, con sus ángeles, arcángeles y querubines, concluyeron sí ¡bendito Dios! Llegaron a su término en nuestro sufrido México las ensangrentadas campañas políticas, algunas iniciadas desde mediados del sexenio, con la propia bendición oficial y su brutal carga de ilegalidades a cuestas.
Con ello se pone un alto al suplicio padecido por los mexicanos en los tiempos recientes y tormento sufrido también por alguno que otro milloncejo de extranjeros marginales, mexicanizados por el INE del bienestar, según las malas lenguas, pero todos en edad de votar… de sufragar, de comiciar, de legitimar pues el poder.
Sí, la votación es la única fiesta donde se invita lo mismo a campiranos que al infelizaje industrial, definido por Marx como proletariado, a los estamentos medios, así llamados por el mismo autor, hoy clase media aspiracionista, que a los despreciables burgueses rebautizados por la 4T en su narrativa decimonónica como fifis conservadores y jijos de toda su repuerquísima…
No olvidar al lumpen proletariado, esa masa votante y mayoritaria compuesta por delincuentes, prostitutas(os), desempleados, trabajadores de la informalidad y toda clase de marginados englobados bajo el manoseado concepto de pueblo, idea que dice todo y nada.
Allí, en el lumpen, está la espina dorsal de los regímenes fascistas.
Sí mis bien amados hijos y jijos de la patria, frente a la boleta electoral todos somos iguales, los ricos muy ricos y el peladaje. Dentro de la mampara valen lo mismo Carlos Slim que un diablero de la Merced o un vende chicles.
Así lo afirman los publicistas electorales y dicen, esos mismos agoreros, que no importa si le vas al América o Cruz Azul, o incluso si detestas el clásico pasecito a la red.
Ante la boleta de sufragar… ¡todos somos hermanos! Faltaba más. Es una fiesta democrática dicen los cursis, toda una epopeya con su respectivo baño de sangre pa’que amarre y lo que falta.
¿Fiesta con ley seca? No mameyes en tiempos de ciruelas, reviran los adoradores de Baco.
Pero es allí precisamente en lo electoral el punto exacto donde la puerca tuerce el rabo, tal como dicen que dijo un filósofo trinchón y vanguardista, simpatizante de la cuatroté… tres veces te empiné, tres veces te empiné…
–¿Y la cuarta apá? Aguante m’ijo, algún día todo esto será tuyo… y pa’dentro.
–Pa’ eso y más me gustabas chinche culei…
Decía de la cuarta reencarnación y las millones de veces que los mexicas han sido engañados. Esta elección 2024 sin duda representa el punto de quiebre de la perversa relación política-sociedad nativa y huehuenche a toda honra.
Así está firmado con la sangre de decenas de candidatos muertos en el campo de batalla como testimonio de real valor y veracidad del aserto a toda prueba.
El abusivo patriarcado político, surgido desde endenantes y reforzado con la propia Independencia nacional, visualiza su fin, afirman iluminadas feministas tras la revelación de sus oráculos… ¿cómo llegaron a tales conclusiones?
Presten atención, va la explicación lógica, e histórica, aportan presurosos los infaltables mamilones.
Es que después del demencial mar de dinero negro aplicado a la espantosísima propaganda electoral previa y 2024, que dejó temblando y en calzones a la administración pública y súper endeudadas a varias generaciones, lo más jodido es que los mexicanos no tengan hoy ni por quién votar. Vaya paradoja.
En la palestra política solo hay remedos y sucedáneos. Es muy grave la cosa.
Así es de inaudita nuestra jodida realidad, los huehuenches no tenemos por quién sufragar y nos conformamos a la de a huevoris no con la mejor, como sería en país civilizado, sino con lo menos peor de las opciones electoreras.
Vistos en frío los retos nacionales, de los actuales contendientes por la presidencia, de los tres no se hace uno. Y de allí para abajo es lo mismo.
México está muy amolado en rubros básicos. Las elecciones en los tres niveles de gobierno es un festín de impresentables. Una costosísima comedia de terror. Eso es insostenible. La mafia del poder ya se pasó gacho de rosca.
Por un lado, vemos a un cobarde borrachín haciendo de palero del oficialismo y dos señoras, ambas con seis décadas y un año a cuestas, con posibles historias de éxito personal, pero muy poco que presumir frente el colectivo y con sobrada opacidad en la revisión de sus cuentas.
Y los tres candidatos son movidos por hilos muy obvios como marionetas.
¿Tan jodidos estamos? Pues sí, pero es lo que lo que hay y tejones porque no hay ardillas. Esa es la triste realidad impuesta por la mafia del poder investida de partidocracia.
De los tres en la boleta presidencial, reitero, sostengo y afirmo, no se hace uno, o una, con los tamaños necesarios para atender con eficacia los retos y las necesidades actuales de este México bárbaro tan bañado en sangre.
LA CABALLADA ESTA FLACA
Y como maldición, nuestra constitución política establece en su artículo 80: “Se deposita el ejercicio del SUPREMO PODER Ejecutivo de la Unión en un solo individuo, que se denominará Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.” (subrayado nuestro).
Es decir, al único poder depositado en un solo individuo, el Ejecutivo, se le acredita la calidad de Supremo Poder, allí está en la norma, lo que significa estar por encima de los dos restantes de la división clásica, donde tanto el Legislativo como el Judicial son poderes colegiados.
Así, la caballada nacional está flaca diría otro clásico de la picaresca política mexicana. Y de allí saldrá el o la comandante suprema de las fuerzas armadas. Huy qué mello.
Y es que por sus historias, muchos de los hoy candidatos, en un país civilizado, estarían pisando cárcel, pero aquí, uf, en esta patria bendita de Dios, mañana serán gobernantes. Uf y recontra uf diría el perro cronista.
Los que ya nadamos en el tercer hervor, como decían las abuelas, hemos comprobado de manera fáctica, y a veces empírica por deformación profesional, las comedias de engaños, la ópera bufa y chafa, las promesas fallidas y los bestiales saqueos sexenales.
Nos consta que todos los quebrantos patrimoniales quedan en cínica impunidad que representa el mal mayor de nuestra patria, porque si no hubiese impunidad hoy tan descarada, habría muy poca o cero corrupción.
Así de simple.
Y así se mueven y regodean esos coyotes de la misma loma que son los partidos políticos tan llenos de privilegios y millonarias prebendas que se auto asignaron desde las cámaras legislativas, para perpetuarse en el poder.
De espaldas a la sociedad, con una hipnotizadora narrativa de falsas reivindicaciones populares, los partidos en su conjunto se disputan entre sí, solo entre sí, los espacios de poder y constituyen así una férrea dictadura.
Y allí andan los fanáticos de cada bandería haciendo de las suyas, acusándose de impíos entre feligresías cuando tienen en sus propias filas a los demonios que tanto dicen detestar, pero que adoran en lo oscurito.
Y el pueblo bueno y sabio sigue como dicen que estaba el chinito en los ayeres: “nomás milando”. Eso se acabó porque China ya es primera potencia y aquí las cosas llegaron a punto de quiebre por tantos excesos demenciales.
Si no fuera por la tragedia que representan, resultarían hasta cómicas las travesaras de los delincuentes del bienestar, mismos que ya cuentan hasta con secretaria propia. Un verdadero sacrilegio para una legalidad básica.
Y ni qué decir de sus fanaticadas que, como hordas del bien hacer político, asaltan las redes impartiendo justicia social llevando como oferta las cromadas al jefe máximo y las mentadas a los opositores, todo ello con muy simplistas justificaciones machacadas a diario como máximo discurso.
Allí están las patéticas ladillas del bienestar chingue y chingue con su manido discurso chafa y sus porras infantiloides.
Es de sobrada experiencia que en los procesos electorales los burros siempre hablan de orejas. Esos jumentos, con perdón de los asnos, juegan con infiernos del mal y cielos gloriosos, según la marea. Dan lástima y pena ajena.
Ellos, la costosísima partidocracia, atesora y apaña el poder para sí, y no lo comparte en lo mínimo con ciudadanos no militantes, es decir, aquellos sin pertenencia a la pandilla, los sin bandera ni patria ni matria partidista.
En México, como ejemplo de lo anterior, es más fácil formar un partido político nacional que ser candidato independiente a la presidencia de la República. Allí están las pruebas en las normas electorales.
Quien hace la ley hace la trampa, dice un viejo refrán elaborado por marrulleros clásicos. Pero aquí, en materia político electoral, neta, se mancharon muy gacho.
Hoy está en peligro real nuestra democracia liberal, dicen algunos alarmados, y es que un solo grupo político se quiere apañar para sí mismo todo el poder político y a muy largo plazo, sin convidarle ya para nada a sus congéneres.
Ese grupo faccioso, acusan, actúa bajo el liderazgo de un solo hombre, cuyo partido se mueve sin chistar a su pleno arbitrio, con una narrativa populachera, nacionalista y de reiterada como falsa superioridad moral, tan similar que hasta parece calca de los viejos regímenes fascistas.
Ese grupo, alertan esas voces angustiadas, busca secuestrar el poder. Se quiere comer todo el pastel y no hay derecho. Eso es jugar sucio. Oiga usted, se vale ser marrano, pero no tan trompudo.
Para eso hay reglas y por tanto en cada sexenio la partidocracia hace los mismos diagnósticos y recicla las promesas: Que si la inseguridad pública creciente, que si la educación a la baja, que si la economía y su crecimiento mediocre, que si la mano del muerto etc. etc. Todos se la comen a puños.
La única verdad es que son tan predecibles como burros de noria.
Fox ofreció un siete por ciento de crecimiento anual del PIB y lo logró, pero en todo su sexenio. Y no hay tos. No pasa nada. Así es esto. Son cosas que suceden, diría otro clásico de modelo reciente.
No pasa nada y pasa todo. A México lo alcanzó la maldición de López Portillo quien pronosticó que lo peor que le podría pasar a nuestra nación era convertirse en un país de cínicos. Lo logramos. Vaya destino abominable.
En este siglo XXI, ya con tres alternancias políticas, de fondo vemos más de lo mismo sin importar partido, los mismos rollos y promesas con resultados sistemáticos de fracaso, lo que agrava el estado de cosas, y sin que exista una mínima sanción para los falsarios.
Lo único que no falla y que arriba puntual cada sexenio son las nuevas comaladas de millonarios a costa del erario, y, obvio, a costa de los mexicanos que los apoyaron en las urnas.
El saqueo de las arcas públicas y los beneficios del ejercicio del poder corrupto son sin duda el gran motor de la política mexicana, el santo grial de la grilla sintetizado en el enriquecimiento demencial de sus actores políticos.
Todo lo demás es lo de menos.
Esa cínica postura de incongruencia vil entre el decir y el hacer ya forma parte sustantiva de nuestra normalidad democrática.
Lo dicho, somos ya un país de cínicos.
HAY CAMINOS SIN DUDA
En la Ley Federal del Consumidor, a los prestadores de bienes y servicios se les sanciona si incurren en publicidad engañosa (artículo 32) y si los partidos incumplen promesas de campaña, es decir, hacen propaganda engañosa … ¡No pasa nada! Con todo cinismo vuelven a participar en elecciones.
Pura impunidad pues, impunidad pura al mejor estilo del México lindo y querido.
Impunidad con sabor a milpa y a mercado popular citadino, aromas rurales y urbanos con sabor a pueblo que aderezan la plataforma de mandatarios para hacerse de enormes fortunas mal habidas.
Así, la partidocracia goza chido, de lo más lindo todos sus excesos, abusos y privilegios, mientras esa masa amorfa llamada pueblo calla y aguanta vara.
Basta con asomarse a ver a los niños verdes, a los rancios y dizque modernos falsarios de movimiento ciudadano, a los alitos y markitos y demás fauna nociva para acreditar el aserto.
Sin embargo, hoy surgió un nuevo ingrediente y en la actual administración una parte del populacho sabio defiende ¡la corrupción honesta!
Ver para creer. Kafka, André Breton y Buñuel se habrían quedado con el ojo cuadrado ante esos escenarios pasados de surrealismo.
¿Dónde y cuándo se perdió el rumbo y nos convertimos en una sociedad cínica y de antivalores?
Los factores de la gobernabilidad como medios de comunicación, iglesias, sindicatos, patronales, etcétera, sobre todo los partidos políticos, fracasaron ¿deliberadamente? en construir una nación con valores y altura de miras.
Ellos tienen la culpa del desastre nacional aunque chiflen fingiendo distracción o demencia a la hora de rendir cuentas.
Hoy “gobierna” a una buena parte del país el crimen organizado. ¿Cómo pudimos caer tan bajo? Una cosa es cierta, el crimen se organiza desde arriba, desde el mismísimo altar mayor del poder político.
Allí están entonces focalizadas las causas y los culpables del deterioro nacional. Esto debe parar. No es posible seguir con el país postrado ante el hampa y pagando todos derecho de piso que significa el secuestro del más elemental derecho a existir.
Vivimos un evidente Estado fallido pues el gobierno abandonó su principal responsabilidad, el ejercicio de la violencia institucional para protegernos. Abdicó a su principal tarea y dio manos libres al crimen y todavía se molestan si lo llaman narco gobierno. Ver para creer.
¿Cuándo y quién hará rendir cuentas a los delincuentes del poder? ¿Quién podrá llevarlos ante la justicia? No vemos en el horizonte a los súper héroes que hoy hagan posible esa tarea tan urgente como necesaria.
Países como Singapur lo lograron. Erradicaron sus patologías sociales y se convirtieron en potencias. Y no tienen ni soñando los recursos de México. Allí están sus claves del éxito ¿Por qué no las revisamos? Capaz que nos va bien…
En algunos municipios de Michoacán como Cherán, a escasos 30 minutos de la capital Morelia, sus habitantes mandaron a la goma a los partidos políticos y desde 2011 tienen un auto gobierno legal y muy exitoso.
Eso significa que hay caminos y senderos por donde transitar. Todo es cuestión de buscar y hacer bien las cosas porque el que busca encuentra.
Allí están los ejemplos de Pepe Mújica en el Uruguay y Julio Anguita, ese gran historiador y gobernante exitoso de Córdoba, España, como referentes entre el decir y el hacer bien las cosas, con honestidad verdadera y un claro compromiso con las mayorías populares.
Tenemos a nuestro favor el gran potencial de la unidad del mexicano ante las desgracias. A todos nos consta que frente a un terremoto, sacamos lo mejor de nosotros mismos y apoyamos sin descanso a las víctimas.
En esas emergencias sacamos desde el fondo del corazón lo mejor que tenemos retirando escombros, rescatando heridos, donando sangre, llevando agua o haciendo tortas y café para los rescatistas.
¿Y por qué una vez que pasa la emergencia volvemos a ser los mismos culeis de siempre? ¿Por qué no seguir con esa mística de amor al prójimo? Eso nos haría mejores humanos en todos los campos de la existencia.
NUESTRO LEGADO POLÍTICO ESTÁ PA´ LOS PERROS
En lo personal tengo escaneados en la memoria política a Luis Echeverría con su Arriba y Adelante, a José Guillermo Abel López Portillo con su La Solución Somos Todos y Miguel De la Madrid con su Renovación Moral de la Sociedad.
A Carlos Salinas de Gortari con su Que hable México y la patria calló cuando las arcas nacionales fueron brutalmente asaltadas desde el poder y de allí para delante.
Por supuesto está muy presente el asesinato de Luis Donaldo Colosio y que a su muerte entró de emergente Ernesto Zedillo Ponce de León con su Bienestar para tu familia. Y otra vez la burra al trigo, la riqueza nacional siguió siendo asaltada.
La decepción de fin de sexenio y la renovada esperanza del que llega es la lógica de la tragicomedia mexicana (José Agustín, dixit).
Con Vicente Fox y su Voto por el Cambio ocurrió una alternancia que pronto valdría madres. La sobada promesa de combatir la corrupción de las tepocatas y víboras prietas sucumbió ante la ineptitud y raterías del guanajuatense y su familia política que le clavó durísimo el diente al presupuesto.
Con Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa y su titubeante El Presidente del Empleo, la patria también fue asaltada pero entró a jugar abiertamente el crimen organizado desde las más altas esferas del poder. Ese fue el signo más visible de su gestión.
Con Enrique Peña Nieto y su mamila Te lo Digo y te lo Cumplo y Mi Compromiso es Contigo la cosa se puso grave, el carita de yo no fui resultó una mega ratota, bueno, nivel canguro, y rodeado de roedores similares.
Se dieron un festín obsceno, fue tan desproporcionado el saqueo tricolor que lo aprovechó muy bien el único político que creció como opositor en las últimas décadas y desde su manido Por el Bien de Todos Primero los Pobres ¡Zas! Que lo castiga diosito y gana la presidencia en 2018.
Las clases medias urbanas le dieron, por hastío de la corrupción azul y tricolor peñista, la confianza antes negada. Así AMLO arrolló en las urnas.
¿Y qué pasó? La esperanza, la honestidad valiente se asoció con las ratas-canguro y gastó desde inicio 140 millones de pesos diarios en culto a la personalidad. Resultó un auténtico Nerón de la posmodernidad que deja como legado, no la chirris Roma milenaria en llamas, sino un país completo ardiendo y bañado en sangre.
De manera muy evidente, tampoco cumplió lo prometido en largos lustros de campaña política. Así termina su mandato, con resultados de fracaso en fracaso en los temas más sensibles de la nación, pero eso sí, con altos índices de popularidad. Faltaba más.
Algunos no se explican la contradicción entre fracaso administrativo y popularidad personal. Es simple. El presidente invierte ¡tres mil millones de pesos mensuales de dinero público en culto a su personalidad!
Sí, 36 mil millones de pesos anuales cuestan sus mañaneras que son el acto de gobierno más importante y al mismo tiempo un inútil desatino.
Y terminará el sexenio con un gasto total de ¡216 mil millones de pesos invertidos en culto a la banalidad! Una monstruosidad sin duda, como monstruosa es su corrupción.
¿Cuánto se pudo haber hecho con esa cifra astronómica usada solo para denostar enemigos, mantener popularidad y dividir a los mexicanos?
Que cada quien saque conclusiones. Lo evidente es que las mañaneras representan un abuso de poder que linda en lo criminal, mismo que la heredera afirma habrá de proseguir “si el voto popular la favorece”. Huy qué mello.
LO QUE VIENE DETRÁS DE LA TORMENTA
Los mexicanos no tienen hoy mayores opciones y algunos no saben siquiera ni por qué ni por quién votar, pero irán a las urnas.
Algunos concurren extorsionados con los programas sociales, otros corrompidos u obligados a sufragar por Morena a través corporativismo clientelar, histórica práctica priista apuntalada hoy por el CO.
Por supuesto, algunos millones más de electores ejercerán su voto en conciencia y a pesar de los peligros, mientras a un amplio sector, alrededor del 35 por ciento del padrón, simplemente le valen madre las elecciones.
Así, llegue quien llegue a la presidencia, a las nueve gubernaturas en juego, a las 628 sillas de las cámaras legislativas del Congreso de la Unión, a las mil 808 presidencias municipales y alcaldías en juego, además de los congresos locales, todos deberán iniciar de inmediato la limpieza de la casa convertida en auténtico infierno.
No hay vuelta atrás. Estamos a punto de quiebre. No tenemos salida. Las nuevas generaciones están en grave riesgo. Así de simple, así de llano.
México está convertido en un Gregorio Samsa, ese personaje de Franz Kafka en La metamorfosis donde de ser un hombre trabajador y con hermosa familia, un día amaneció simplemente convertido en horrible cucaracha.
Hoy tenemos en el aquí y ahora al crimen organizado haciendo de las suyas, protegido por la mafia del poder cual espantosa cucaracha del bienestar.
México sufre que buena parte de su población, la más crítica e informada, le truene los dedos al poder para que se largue, mientras otra lo aplaude y afirma que AMLO es el mejor presidente de la historia.
Unos dicen es un presiente de oro que vale un millón, mientras para otros sí es el presidente del millón, ¡pero del millón de muertos!
Todo eso debe parar. La unidad nacional es condición indispensable y de extremada urgencia para lograr un cambio verdadero y eso pasa por el tamiz de una obligada autocrítica que sacuda la conciencia nacional.
De no hacer ese cambio obligado, de no emprender acciones urgentes, es mejor ¡que se vayan todos…y todas! De aquí en adelante ya no caben tantas bajezas, esas luchas estériles entre moros y cristianos posmodernos.
Ya tocamos fondo y hay que salir a flote. Ojalá lo entiendan las mayorías pero sobre todos los que representan a los factores de la gobernabilidad. No hacerlo será un suicidio más que anunciado.
No podemos seguir así, con un segundo piso de la transformación-destrucción. No es posible. La casa está a punto del estallido.
¡Jesús, María y José José nos amparen y que el diablo nos agarre confesados! Amén.
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