HOMO POLÍTICUS
PAVE SOBERANES
- México, Primer Lugar en Desperdicio de Alimentos
Sin contar Nochebuena y Noche Vieja, en México se desperdician 30 millones de toneladas de alimentos al año. Vaya paradoja, cuando miles de familias padecen de inseguridad alimentaria…
Nuestro país, inmerso en grandes desigualdades —una fábrica de nuevos millonarios sin trabajar cada año—, ocupa el primer lugar en desperdicio de alimentos per cápita en América Latina.
En las festividades de fin de año se duplica el desperdicio de alimentos: cada minuto se tiran a la basura cuatro tráileres llenos de comida, literal y literalmente, mientras hay familias que racionan su comida para que alcance para todos o se van a la cama sin alimentos, como se levantan.
Las fuentes de información —la FAO [Organización para la Alimentación y la Agricultura], Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Red de Bancos de Alimentos de México, el Banco Mundial, el Instituto de Recursos Mundiales, bajo investigación de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México [UNAM]— alertan demás del impacto ambiental del desperdicio de alimentos, provocando la generación de gases de efecto invernadero, liberación de gas metano, calentamiento atmosférico y dióxido de carbono.
Se estima que el desperdicio promedio de alimentos de un mexicano es de 105 kilogramos al año. Los ricos y nuevos ricos tiran más alimentos y provocan mayor daño al planeta, aunque no todos. Si pudieran compartir 250 gramos tan sólo de cada platillo con familias en inseguridad alimentaria o pobreza alimentaria, México sería otro. Si parroquias y templos fueran abiertos para convertirlos en cenadurías, aunque fuera dos veces al año recibiendo alimentos de sus feligreses para los necesitados, este país cambiaría. Si dejaran las mujeres y hombres de los gobiernos las acciones superfluas y demagogas y decidieran dar cobijo a las familias en desventaja, serían buenos servidores públicos.
«En términos económicos, el desperdicio alimentario equivale a miles de millones de pesos anuales que se pierden sin generar ningún beneficio social. Los alimentos desechados significan dinero perdido para los productores, los comerciantes y las familias, que destinan una parte importante de su ingreso a la compra de comida», dice el estudio.
Las regiones más pobres suelen ser las más afectadas por la escasez o el encarecimiento de los alimentos, mientras que los sectores de mayores ingresos concentran el consumo y, paradójicamente, el desperdicio.
En la Ciudad de México, por ejemplo, se destinan en promedio cinco mil 172 pesos mensuales para alimentos, mientras en otras entidades, como Morelos, se cuentan con apenas siete mil pesos para cubrir todas las necesidades, contra los 40 mil pesos de las familias de mayores ingresos, quienes son las que más desperdician alimentos y causan afectaciones al medio ambiente.
Quizá la verdadera abundancia de las fiestas no esté en la mesa llena, sino en la conciencia de que cada alimento tiene un valor que va más allá del precio. Si logramos que la próxima Navidad y Año Nuevo deje menos basura y más reflexión, habremos dado un paso seguro hacia un futuro más justo, responsable y sostenible, cita la fuente.
Una torta de bacalao —o romeritos, ensalada rusa, pavo, pierna— y un ponche a una persona que cuida a su familiar en una cama de hospital, o al enfermo mismo, al cuerpo médico, es una bendición para quien la da y para quien la recibe. Si fuera tan sólo una torta de pollo rostizado y un té de hierbas, sería fantástico. Buen provecho a quienes lo hacen y lo harán, sin tomarse fotografías. Ser sepulcros blanqueados es la peor de las hipocresías…
