José Alberto Sánchez Nava
“En cada vida perdida, una herida que compartimos como nación; en cada familia en duelo, un llamado urgente a la paz y la justicia que todos merecemos.”
1.-Una escena de terror.
Un nuevo episodio de terror y violencia ha dejado un profundo vacío en Querétaro. En la noche del sábado, un comando armado irrumpió en el bar “Los Cantaritos” y desató una masacre que dejó diez personas asesinadas y trece heridas, dos de ellas en estado crítico. Los responsables de esta atrocidad sembraron el caos en pleno corazón del centro histórico de la ciudad, dejando tras de sí familias destrozadas y una comunidad aterrada. Este brutal ataque no fue dirigido contra rivales criminales; fue, de acuerdo con expertos, un claro intento de “calentar la plaza”, una escalada intencional de la violencia que ha dejado ver, una vez más, los enormes vacíos y fracasos de la estrategia de seguridad en México.
2.-Los seis años de AMLO y el inicio de un mandato sin rumbo
El dolor que hoy embarga a Querétaro no es producto del azar ni una consecuencia aislada. Es el resultado de seis años de una administración federal encabezada por Andrés Manuel López Obrador que, en lugar de asumir el combate al crimen organizado, optó por políticas de “abrazos, no balazos” y de “atender las causas” de la violencia. A más de un mes de su llegada, Claudia Sheinbaum, sucesora de López Obrador y su aliada política, parece mantener la misma estrategia sin un verdadero plan que aborde de raíz la emergencia de seguridad. En sus recientes declaraciones, Sheinbaum ha intentado minimizar tanto el dolor de las víctimas como las serias amenazas de violencia que enfrenta México, dejando claro que la continuidad política es su prioridad, aunque eso signifique profundizar la crisis.
Las responsabilidades constitucionales del Gobierno Federal en la materia son innegables y puntuales: la seguridad nacional y la defensa del territorio contra el crimen organizado recaen, en última instancia, en el Ejecutivo Federal. De acuerdo con el artículo 89 de la Constitución, es responsabilidad del presidente preservar la seguridad interior y proteger a la ciudadanía. Sin embargo, los números y hechos apuntan en una dirección preocupante: con el incremento en la tasa de homicidios, masacres como la ocurrida en Querétaro se han convertido en una terrible constante en estados como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Sinaloa, Michoacán Sonora y gran parte del país, que atestiguan cómo la omisión y la indiferencia de la política de “abrazos” han dejado al país indefenso.
3.-Terrorismo: Definición legal y una realidad ignorada
El Código Penal Federal de México establece en su artículo 139 que se considera acto de terrorismo “el que utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material nuclear, material radiactivo, explosivos o armas de fuego, realice actos en contra de bienes o servicios, ya sea de manera individual o en grupo, con el propósito de infundir terror en la población o para presionar a la autoridad”. Bajo esta definición, la masacre en Querétaro es un claro acto de terrorismo, al ser una acción violenta cuyo propósito parece ser tanto amedrentar a la ciudadanía como enviar un mensaje a las autoridades. Lo único que nos faltaría es que el oficialismo derogue con su ficticia mayoría su maldad legislativa y supina ignorancia con efectos retroactivos, dicho artículo del código penal federal.
El uso de la violencia indiscriminada por parte de los cárteles y grupos armados es un intento por controlar regiones y “calentar” las plazas, a menudo presionando al Estado para que retire la presencia de las fuerzas de seguridad. No nombrar estos actos por lo que son—terrorismo—niega la realidad de la crisis de seguridad en el país y el sufrimiento de los ciudadanos que viven bajo el temor constante de ser víctimas de este tipo de violencia. La incapacidad del gobierno para reconocer y enfrentar el terrorismo interno en México solo permite que estos grupos ganen más terreno, incrementando su control sobre comunidades enteras.
- Las familias en duelo y el vacío de justicia
Mientras las altas esferas del poder debaten y minimizan las masacres, en Querétaro las familias lloran a sus muertos. Es difícil imaginar el impacto de esta tragedia: padres que perdieron a sus hijos, hermanos que no volverán a reunirse, vidas que se apagaron sin previo aviso en un acto indiscriminado de terror. Cada asesinato cometido no solo representa una vida pérdida, sino un núcleo familiar desgarrado, una comunidad sumida en el miedo y la impotencia. La magnitud de esta violencia afecta la confianza en las autoridades, que en su intento de “blindar” la plaza fallaron en lo esencial: proteger a los civiles inocentes que esa noche solo buscaban un momento de esparcimiento.
Para las familias que hoy lloran la ausencia de sus seres queridos, la promesa de justicia del gobernador Mauricio Kuri es insuficiente. Las palabras no traen de vuelta a sus muertos ni calman el miedo que se ha instalado en sus corazones. Cada balazo disparado esa noche resonó como un recordatorio de lo vulnerables que todos somos ante la impunidad y el abandono de las autoridades. Mientras el Estado pretende tranquilizar a la población con discursos, cada familia que perdió a un ser querido en esta masacre exige, con derecho, acciones concretas, justicia real y un cambio de rumbo.
5.-Un vecino poderoso y una amenaza ignorada: el regreso de Trump
El futuro de la seguridad en México no solo está en juego por el rumbo que tome la administración federal, sino también por factores externos como el inminente regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Trump ha sido claro en su intención de endurecer las políticas contra el narcotráfico, llegando incluso a considerar la intervención directa en suelo mexicano para enfrentar a los cárteles. Esta amenaza, minimizada por Sheinbaum en recientes declaraciones, es un factor crucial que podría desestabilizar aún más la región si no se aborda con seriedad y estrategia.
El papel de Estados Unidos en la lucha contra el crimen organizado en México no es menor, y el regreso de un presidente que aboga por una intervención directa debería ser motivo de alarma y acción para el gobierno mexicano. Minimizar esta posible amenaza, como lo ha hecho Sheinbaum, es una muestra de su falta de visión y previsión frente a una realidad que no espera. Si la administración federal no reestructura su estrategia de seguridad, México podría verse envuelto en una tormenta de consecuencias impredecibles, exacerbada por presiones externas. Si la clase política, ya sea del pasado o de la presente administración, espera negociar su responsabilidad por acción u omisión en la colusión criminal, encontrará en la política de Donald Trump un muro de indiferencia y endurecimiento hacia México, que no solo intensificará la presión, sino que pondrá en riesgo cualquier intento de diálogo o cooperación futura porque eso es lo que vendió al electorado estadunidense con un congreso totalmente alineado por mayoría a los republicanos.
6.-Un país herido: sin paz, sin seguridad y sin rumbo
La masacre en Querétaro es un recordatorio innegable de la crisis que atraviesa México. Esta tragedia debería ser un llamado a la acción para Claudia Sheinbaum y su gobierno; un llamado que urge a dejar de lado los discursos y las estrategias que han demostrado ser insuficientes. México necesita una política de seguridad efectiva que proteja a sus ciudadanos, y no más palabras vacías sobre “abrazos” y promesas de resolver las causas de fondo mientras las armas siguen hablando.
La nación está de luto por las víctimas de Querétaro, pero también por cada vida perdida en una guerra no declarada que se libra todos los días en sus calles. México merece más que indiferencia. Merece un gobierno que, al ver el dolor de sus familias, tome decisiones para detener esta pesadilla. Porque mientras el crimen organizado siga ganando terreno, cada uno de nosotros, de norte a sur, corre el riesgo de ser la siguiente víctima en una lista que no debería existir.