Javier Peñalosa Castro
A últimas fechas, el desgobierno que padecemos, encabezado por Peña Nieto y sus incondicionales, ha emitido señales de alarma que han hecho reaccionar a medios como el New York Times y al propio gobierno gringo, particularmente en lo que concierne al enredo interminable derivado de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, con crecientes signos ominosos que apuntan a un crimen de estado, en el que habrían participado policías locales, federales, ministerios públicos y fuerzas armadas.
Es a todas luces imposible sostener la “verdad histórica” elaborada por el exprocurador Jesús Murillo Karam, miembro prominente de la pachucracia, y que se empeñan en defender a sangre y fuego los secuaces de Peña. Pero peor aún es ver que esta camarilla de impresentables no reacciona ante éste ni cualquier otro asunto.
No sólo el grupo internacional de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al que recientemente Peña dio las gracias, sino gobiernos de otras naciones y organismos internacionales han insistido en que la camarilla en el poder debe ofrecer una versión creíble de lo ocurrido, pues si insiste en esconder la verdad, sólo habrá de complicar más su situación y llevará a un nivel ínfimo su ya de por sí deteriorada imagen pública.
Sin embargo, en éste, como en todos los asuntos trascendentes, como ya hemos comentado en este espacio, la modorra parece ser la línea a seguir. Ciertamente el comportamiento de Peña, Osorio Chong y el resto de los encargados de la (virtualmente inexistente) seguridad indica que acusan recibo de los reclamos. Sin embargo, no se percibe preocupación, tensión o el mínimo deseo por atenderlos, sino todo lo contrario.
Cuando más, lo que prevalece es la simulación: hacer como que se conmueven ante tragedias como la ocurrida en Pajaritos —provocada por la negligencia del grupo Mexichem, de Antonio del Valle, que compró la planta petroquímica a precio de ganga en los remates del gobierno y jamás le dio mantenimiento—, o pronunciar discursos impropios de un orador universitario, como el pronunciado recientemente en la ONU, en el que Peña cantinfleó de lo lindo para no comprometerse ni, mucho menos, hacer propuestas originales en relación con la despenalización de las drogas.
Así, por más graves que sean los acontecimientos, lo más que se puede esperar de Peña y sus corifeos es una condolencia, una oferta hueca de investigar lo que sea turbio, la fabricación de culpables y de “verdades históricas a modo” o el simple arte de “chiflar en la loma”, que con tanta maestría ejecuta este grupo de vivales.
Crecimiento, sí, pero para 2021: FMI
Mientras, el Fondo Monetario Internacional se burla al decir que México sí crecerá al 3.1% anual, pero en 2021, gracias a las “reformas estructurales”, cuando al vender las mentadas reformas, Peña y su equipo dijeron que el PIB crecería a un ritmo superior al 5% anual, y que para el 2032 nos habríamos instalado en el Primer Mundo.
La modorra que aqueja a nuestros dizque gobernantes hace recordar a aquel Niño Verde que solicitaba una “mordida” de 20 millones de dólares como quien pide un vaso de agua, en especial porque parecen estar dedicados a hacer crecer su patrimonio a costa del erario, que no es otra cosa sino el dinero de todos los mexicanos.
Los partidos, por la libre
Incluso la lucha por manipular a estos títeres y a sus similares dentro de los partidos políticos está lejos de aproximarse a un enfrentamiento sordo. Sin que se los propongan, PAN y PRD parecen estar a partir un piñón, y a menos que el PRI decida convertirse de nuevo en PRIAN para tratar de hacer frente a un cada vez más fuerte López Obrador, habrán de aliarse para impulsar una candidatura “ciudadana” que, no habría por qué extrañarse, podría ser encarnada por Margarita Hillary Zavala, en tanto que Movimiento Ciudadano ya aceptó, a través de su dirigente Dante Delgado, su responsabilidad en la filtración del padrón electoral a Internet. Por supuesto, incluso después de esta confesión, nada pasó, y este affaire probablemente terminará en una amonestación y, en el peor de los casos (para MC), una multa.
Ningún alto funcionario se pronuncia en serio sobre éste ni otros temas tan relevantes como la creciente violencia en Acapulco, única ciudad de Guerrero que estaba parcialmente al margen de las trapacerías del crimen organizado, o de Veracruz, donde el crimen organizado es potestad del infame tiranuelo Javier Duarte, quien parece desafiar al secretario de Gobernación y al Propio Peña Nieto.
Cabe preguntarse si Peña será capaz de reaccionar a esta serie de estímulos de alto calibre, cobrar conciencia de que está sentado en un barril de pólvora, y darse cuenta de que, si no se hace algo en todos estos frentes, no tardarán en darse algunos barruntos de explosiones sociales que, la Historia nos lo ha demostrado una y otra vez, pueden generalizarse en un abrir y cerrar de ojos.
Prácticamente todos los sectores tienen inconformidades. Tales son los casos de los maestros, los burócratas rasos, los trabajadores de la cultura y las artes, los politécnicos, los campesinos, los obreros, los profesionistas sin esperanza de mejorar en la escala social y un etcétera prácticamente interminable.
¿Verá a tiempo el riesgo alguno de los “genios” que viven para halagar a Peña, o persistirá la modorra aun si se ponen en riesgo el puesto, los beneficios económicos, el poder y la vida misma?
Aparentemente no, y lo grave es que nos quedan aún más de dos años a merced de esta caterva de cleptócratas incompetentes.