La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Son como el chorrito, pero en binomio: uno es grandote y otro chiquito
El calificativo adecuado es: patético.
Así es como se vio el gobernador; Cuitláhuac García Jiménez, cuando arremetió contra la reportera Sarah Landa, misma que sólo le preguntó sobre el rechazo de las barras de abogados al delito de ‘ultrajes a la autoridad’.
Sobreactuado, el mandatario pretendió dar clases de periodismo y en un claro abuso de poder, acusó a la comunicadora de ser ‘defensora de los delincuentes’.
Incapaz de dar una respuesta congruente al planteamiento o salir por peteneras, el ‘góber sabadaba’ hizo gala de prepotencia y con manoteos, además de argumentos falaces, intentó humillar a la joven Landa, quien haciendo gala de firmeza, sostuvo su interrogación.
Fuera de control, histérico pues, el Cui espetaba incoherencias: “¿Dónde están la seriedad periodística? Dime quiénes; hay abogados que están defendiendo a la delincuencia organizada, ¿tú abogas por ellos? Ve qué papel estás jugando como medio; la sociedad debe darse cuenta qué papel juega un medio esto la sociedad lo debe saber. ¿informas a la sociedad o no? Pregunto a ti, ¿es tu derecho mal informar a la sociedad?”.
Sin embargo, el fondo del asunto, como ya lo hemos señalado antes, es la incapacidad de García Jiménez para practicar el quehacer político, no tiene la menor idea del galano arte.
Así pues, para remediar el hecho, sus asesores (que parecen sus malquerientes), le sugieren imitar al patrón, lo cual redunda, para su desgracia, en continuos lapsus verbales, ya que, no es un hombre calificado, dado lo limitado de su expresión oral, para la retórica.
Por lo tanto, señor gobernador, serénese, es por su propio bien, no olvide, que algún día se acabará la plenitud del pinche poder. Bueno, para solaz de todo mundo, ya no falta tanto.
Posdata: la mala copia, es la versión abstemia del mala copa.