Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
La emergencia que provoca el COVID en México no se reduce con discursos ideológicos. Los médicos mexicanos están teniendo que trabajar jornadas de 11 horas. No sería demasiado si se consideran las brutales jornadas a las que de por si suelen ser sometidos los internistas. El problema es que al tener que entrar con equipo de protección a las salas de pacientes infectados, no pueden ir al baño o salir a tomar agua porque tienen que cambiarse todo el equipo infectado y no hay repuestos. La primera línea de batalla, integrada por virólogos y neumólogos está siendo diezmada y tiene que ser sustituida por médicos no especialistas.
Un respetable grupo de ideólogos de izquierda ha defendido la presencia de médicos cubanos en México con salarios de 30 mil pesos mensuales, el doble que el de los mexicanos. Ese no es el problema, merecen una prima por riesgos en un país extranjero. Lo que los médicos nacionales aparentemente peleaban es que los extranjeros no lo estaban desquitando.
Tampoco es una ganga. Por ese precio igual podríamos contar con los servicios de profesionales médicos argentinos (el Che era argentino), portugueses, costarricenses, panameños o colombianos, que también tienen su prestigio.
Con consideraciones más bien ideológicas que médicas, varios amigos me recriminaron por el artículo, cuyo encabezado es responsabilidad absolutamente mía y que afirmaba “México está tirando a la basura el dinero que paga a los médicos cubanos”.
En favor de estos críticos consigno que una foto de Bloomberg publicada en El Financiero mostraba a un grupo de personas de rasgos afroeuropeos acompañando una nota en la que denunciaba que los médicos cubanos en México cobraban por un trabajo que no se ve. Al mismo tiempo recibí un “Watts app” de una persona que se identificaba como médico de Xoco y que en su parte medular dice:
“Así que No, no tienen la capacidad, ni él conocimiento para trabajar con pacientes, son médicos de escritorio, por lo cual, solo los usamos para que los 30 minutos que permanecen en los servicios tomen la temperatura al personal del hospital. No se presentan a los servicios de diferentes especialidades, luego desaparecen o permanecen afuera en pasillos o áreas al aire libre, fumando y platicando.
“Generalmente ningún médico especialista los quiere, y prefiere que desaparezcan ya que en enseñarles desperdiciamos el tiempo, el cual se alarga, para atender a los pacientes, y no sirve de nada porque no trabajan”.
Algo anómalo presentí respecto de la foto: todas las personas de la gráfica eran gente de color, lo que es raro porque prácticamente en todas las imágenes de misiones médicas de Cuba aparecen tanto mulatos como blancos.
Luego me informan que el “Watts app” que yo recibí de una amiga médica, no sólo me lo habían enviado a mí, sino que era parte de una cadena que sospechosamente había corrido por muchas partes. Así que, en efecto, el uso con fines políticos de los mensajes adversos contra los médicos cubanos es muy probable.
En otro flanco un grupo de personajes notables y respetables como el sociólogo Pablo González Casanova, el periodista Carlos Fazio o el ideólogo de Morena, Héctor Díaz Polanco (pero ningún doctor en medicina) ha publicado un desplegado en una de cuyas partes aseguran: “…Bajo el mismo guion de matriz estadunidense, circula en medios de comunicación una campaña contra el personal de salud cubano, que ignora el prestigio internacional que tiene la medicina de esta nación hermana”.
Nadie ignora ese prestigio: lo que quisiéramos es saber cómo han contribuido estos médicos cubanos a reducir que México ocupe ya por varias semanas el séptimo lugar mundial de muertes por COVID con más de 16 mil víctimas fatales. Hemos hecho ya la pregunta al doctor López-Gatell. Al director del hospital de Xoco Víctor Cuacuas Cano y esperamos su respuesta.
Dicen los defensores de los médicos que en la Isla la epidemia de Coronavirus se detuvo gracias al uso de medicamentos como el Interferón y el Itolizumab, ¡Sinceras felicitaciones! Cuba ocupa el lugar 95 entre los 215 países registrados con el virus. Su registro es de 7 muertos por cada millón de habitantes, mientras en México hay 128 muertos por cada millón.
El Interferón tiene más de 45 años que lo fabrica en México el Instituto Politécnico Nacional, desafortunadamente no se han publicado los resultados que este ha tenido en el tratamiento del Covid en México, ni siquiera si la COFEPRIS ya tiene una valoración al respecto.
Por lo que respecta al Itolizumab, si los médicos cubanos lo trajeron a México y lo probaron, nos gustaría saber qué resultados tuvieron, ya sea bueno o malo. Pedir cuentas de ninguna manera es una “falta de respeto” como estigmatiza la denominada Red en Defensa de la Humanidad. Exactamente, al contrario, es la mejor manera de defender a la humanidad.
En México, supongo que la mayoría, queremos mucho a los cubanos, pero “exigir respeto” basados solamente en consideraciones románticas o filias ideológicas y no informar cómo se están aprovechando los casi siete millones de dólares que pagamos por la presencia de los médicos isleños, también es una falta de respeto y más cuando se supera el millón de mexicanos que han quedado sin trabajo.
El periodismo militante es legítimo, pero no por ello es válido rasgarse las vestiduras y calificar de campaña estadounidense, lo que es una inquietud legítima de los médicos mexicanos, cuya palabra no debemos menospreciar en favor de la de los extranjeros.
Información sin chauvinismo ni xenofobia. Nuevamente esperamos que las noticias, buenas o malas, las tengamos de primera mano, de los profesionales mexicanos de la salud y no a través de los apologistas o de los agentes del G2, del servicio secreto cubano. Es una cuestión de sanidad periodística y jamás debería ponerse a cuestión una duda razonable.
Si el periodismo no cuestiona, no es periodismo. “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”, dijo y dijo bien George Orwell.