MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
La etapa de reconstrucción en la Ciudad de México y los estados, donde los daños materiales implican erogaciones multimillonarias no previstas, porque, en efecto, es imposible prever una catástrofe como la provocada por los sismos del 7 y 19 de septiembre, demandan algo más que buenas intenciones y mecanismos para hacerse de esos dineros requeridos para apoyar a quienes perdieron su patrimonio.
Como en septiembre de 1985, los días de duelo tuvieron sus tiempos pero, finalmente, la vida continuó su camino con nuevas lecciones y experiencias que posibilitaron una cultura de prevención activada una y otra vez en simulacros, que dieron esa posibilidad que evitó una tragedia mayor 32 años después. En fin.
El caso es que, como lo citó ayer el presidente Enrique Peña Nieto, los recursos con los que cuenta el Fondo de Desastres Naturales, FONDEN, amén de ser insuficientes para atender las tareas de reconstrucción, no tienen etiquetado aplicarlos para reconstruir o construir, en su caso, viviendas de particulares; están destinados para inmuebles y servicios públicos.
Las primeras previsiones aluden a montos superiores a los 40 mil millones de pesos para atender esa demanda de techo y sustento, además de otras necesidades en materia educativa y de salud.
Sin duda, obtener esos recursos no es misión imposible para el gobierno de Enrique Peña Nieto. Y no es imposible porque hay mecanismos, incluso dentro de la propia estructura del gasto público aprobado por el Congreso de la Unión para este año, que no requieren del famoso apretón de cinturón que implica correr a trabajadores.
La austeridad aplicada en otros momentos, con recortes presupuestales ha tenido otros fines que no tienen comparación alguna con la emergencia fincada en la necesaria e impostergable reconstrucción.
Ya verá usted cómo, de pronto por ahí surgirán los ahorros, los fondos especiales, los fideicomisos que suelen ser hoyos negros en los que la opacidad permite el desvío de recursos públicos, por más que se haya legislado en la materia, para impedir esas estrategias que desaparecen dineros sin dejar huella.
Además, y esto es importante, cada estado de la república cuenta con un seguro de desastres, tal cual ha manifestado, por ejemplo, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat.
Así que, la preocupación no es la falta de recursos, la preocupación es cómo sumar de aquí y de allá, de las bolsas presupuestadas para ayudar a los damnificados.
El problema, es cómo reconstruir a la credibilidad en el sistema de partidos, en los políticos y los llamados representantes populares que han hecho el gran teatro con esos papelazos de mezquindad para destinar recursos propios, no los de las prerrogativas que al final son dineros de nuestros impuestos.
Porque, usted lo tiene presente, más que discutir las vías legales para lograr que el Instituto Nacional Electoral les descontara las prerrogativas que mensualmente entrega a los partidos políticos, sus dirigentes discreparon respecto de quién daba más y quién había hecho la oferta primero.
Lo que no explicaron, en especial los dirigentes del PRD, el PAN y Movimiento Ciudadano, es que para lograr ese objetivo se requiere de una reforma a la Ley Electoral, porque ésta prohíbe destinar los recursos de las prerrogativas, etiquetados para uso electoral y de operación de los institutos políticos, hacia otros fines.
La demagogia y la oferta fácil estuvieron en la mesa de la discusión. Pero, ¿usted vio a algún político colaborar en las tareas de rescate? ¿Registró el momento en que un diputado, un senador o secretario de despacho haya abierto su cartera para donar una cantidad de varios ceros para ayuda de los damnificados?
Nada, nada. Puro rollo, la demagogia en pleno, la rebatinga por las primeras planas, por la foto oportunista y protagonista.
Esos personajes, tienen la urgente tarea de reconstruir su imagen y fama pública, tarea harto difícil cuando no imposible, porque el ciudadano que vota y reflexiona y cuestiona, ya registró es ausencia de apoyo y la proclividad al engaño.
Ya verá usted cómo les va en los comicios federales de julio de 2018. Morenos y azules, amarillos y tricolores tienen la tarea insoslayable de reconstruir la forma de hacer política.
Por cierto, ¿habrá entendido Andrés Manuel López Obrador que México ha cambiado en los días recientes, tanto que su oferta ya no conmueve ni a sus vecinos?
Conste.
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