* En un vergonzoso doble lenguaje, Adolfo Pontigo denuesta actos de colectivos feministas contra inmuebles por la muerte de la joven doctora Bety, pero tolera y encubre en la máxima casa de estudios del estado, los acosos contra alumnas en una clara violación a las leyes de equidad de género
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
Especial de Expediente Uktra
El cuerpo directivo de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), desde hace unos 30 años controlado por la “Sosa Nostra”, tiene todos los rasgos característicos de los corporativos del sindicalismo mafioso y, por ende, los “usos y costumbres” de los palurdos encumbrados, con una “subcultura” del trato a la mujer como ser inferior, destinado desde la cuna al servicio del hombre.
Eso se refleja crudamente en el desprecio mostrado ante las quejas, denuncias y exigencias en cuanto al respeto a muchachas estudiantes y maestras que son víctimas de acoso, hostigamiento y abuso sexual. Denuncias de hace diez años y más tienen como destino el cesto de la basura, en aras de solapar y proteger a maestros que utilizan el puesto para abusar, lo mismo estudiantes adolescentes que maestras, generalmente dependientes de su salario y, por lo mismo, imposibilitadas para denunciar.
A todo eso se suma la hipocresía al extremo grotesco, al emitir un comunicado en respuesta a las protestas recientes de grupos estudiantiles y feministas, con expresiones que pretenden tapar una larga historia de no solo indolencia ante la violencia sexual, sino de descarada protección hacia los acosadores y abusivos:
“La casa de estudios- señala el rector Pontigo, sin que le gane la risa- manifiesta su preocupación y lamenta los daños el viernes 18 de junio en diversas instalaciones públicas, de culto religioso y universitarias, entre las que se encuentran las preparatorias 1 y 3 de Pachuca.
“La violencia como respuesta a la violencia no hace justicia a las víctimas. El reclamo difícilmente puede escucharse si se acompaña del perjuicio a quienes también queremos un México justo, seguro y próspero”.
Y es que diferentes organizaciones por los derechos de la mujer en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) tomaron las calles el pasado viernes 18 con el grito multitudinario: “¡Basta con el hostigamiento y acoso en la universidad!” y la exigencia de que se investiguen más de 20 casos denunciados “y ninguno ha sido atendido”.
América, una estudiante y activista del “Colectivo Estudiantil Feminista”, declaró a los medios: “Es evidente el incesante acoso y hostigamiento sexual por parte de los profesores hacia las alumnas y personal femenino de administración; pero por desgracia, hemos recibido denuncias por parte de profesoras las que nos han pedido anonimato por miedo a perder el empleo.”.
Afirma tajante: “Creo que estamos en una posición vulnerable ante personas que justamente aprovechan su posición de poder para seguir violentándonos; entonces, creo que quien calla, encubre”.
“Si no somos nosotras -agrega América- quienes tomemos las riendas en esta situación, para poder obtener el mínimo respeto y un ambiente sano en un lugar donde se supone deberíamos tan solo venir a estudiar, nadie lo hará por lo que nos toca exigir”.
UAEH: LÁGRIMAS DE COCODRILO
El rector de la UAEH, Adolfo Pontigo Loyola, el sábado 19, contestó a las protestas y demandas de justicia de las estudiantes agraviadas, la muerte de la doctora Bety y el deceso de Leobardo, con un texto que es un modelo de caradura, hipocresía y doble lenguaje:
“La UAEH comparte las demandas de justicia y toma de conciencia sobre los casos que vulneran a la sociedad.
“Es indudable que existe un clima de violencia e injusticia que sufren con impunidad las mujeres. El miedo se está apoderando de los espacios públicos en los que las personas no se sienten protegidas”.
Con gigantesca desfachatez, el rector omite -una vez más- dar respuesta a las denuncias presentadas, por lo menos desde 2016, de los abusos, acosos y violencia contra estudiantes y profesoras, siguiendo la línea de rectores anteriores.
Unos ejemplos: Con fecha seis de junio de 2016, una estudiante de 17 años de la Preparatoria 1, denunció abuso sexual por un profesor de geometría. A esto, el entonces rector Gustavo Veras Godoy dijo que “no tengo conocimiento de la denuncia, solo son rumores”.
En el colmo de la cara dura, Veras Godoy se alcanzó la puntada de sugerir que la agraviada deberá acudir con el defensor universitario, Rafael Randell Badillo “para buscar a la alumna”. (¿No sería mejor “buscar al responsable”?)
Veras Godoy todavía tuvo arrestos para expectorar lo siguiente: “Independientemente de lo legal, no existen casos documentados de abuso y acoso sexual. Sólo son rumores”.
Con esas barbaridades discursivas, el entonces rector pretendía ignorar la denuncia 12-2016- 05239, iniciada por la víctima y su madre ante la Coordinadora General de Atención a la Familia y la Víctima de Atención Temprana (CAVIT).
La madre de la víctima declaró que su hija fue objeto de tocamientos por parte del profesor, por lo que se dictó una medida de protección a favor de la menor y una orden de restricción para la menor.
En su denuncia, la estudiante declaró: “Que el profesor la citó el tres de junio…” Que el maestro Ariel la citó para entregarle una calificación, a las seis de la tarde. Había reprobado la materia, pero tenía dos puntos extra “y que necesitaba proyectar mi calificación, por lo que me indicó que fuéramos al último salón, llegamos y cerró las cortinas, me tocó, lo empujé y me citó a las diez de la mañana”.
La víctima dijo que contó todo eso a una compañera, que lo notificó a otro maestro y éste la ayudó a entrevistarse con el director.
La madre señaló que en ningún momento la dirección de la preparatoria le envió notificación del asunto, sino que se enteró por el novio de su hija.
Con fecha 11 de mayo de este año, un profesor del Instituto de Ciencias de la Salud presentó su renuncia al ser acusado de hostigamiento hacia una estudiante, pero la comunidad estudiantil consideró que las autoridades no atendieron el problema de fondo y anunciaron una marcha de protesta “porque la renuncia no resuelve el problema de acoso en la UAEH y faltan protocolos para erradicar estas conductas”.
Así las cosas, acusaron a la autoridad académica de encubrir estas prácticas y así, “normalizan la situación y, por lo mismo, no hay sanciones ni seguimiento en los casos de ese tipo”.
ALGUNOS NOMBRES
El 14 de mayo de este año, estudiantes de Mineral de Reforma denunciaron acoso y hostigamiento y proporcionaron algunos nombres de maestros y estudiantes de la UAEH acusados por alumnas de la casa de estudios y decidieron manifestarse con el grito: “¡Basta al hostigamiento y acoso en la universidad!”
Los nombres: Rigo Nacid, Julio Moisés, Armando Trejo, Jorge Sáenz, Julio César…
Los manifestantes se quejaron de las autoridades porque “han hecho caso omiso a su llamado y que no pararán de que sea investigado cada uno de los casos presentados de por lo menos 20 denuncias.
LA PANDEMIA NO HA SIDO IMPEDIMENTO
Un aspecto interesante en este ambiente pesado de acoso en el ámbito estudiantil, es que “la pandemia no fue impedimento para que las violencias siguieran en la misma frecuencia… (los acosadores) han adoptado otras fotos, como mandar por redes fotos de sus miembros a las alumnas, a las maestras, por lo que, desgraciadamente, el sistema de clases en línea no permitió que las cosas mejoraran…”, señalaron.
Ante todo esto, el rector Pontigo Loyola, junto con la diputada Lidia García Anaya, presidenta (sustituta) del Patronato Universitario, no tiene empacho alguno en incluir este párrafo en su carta a las feministas:
“Entendemos y reconocemos el valor de las acciones de la sociedad civil que contribuyen a visibilizar prácticas inaceptables como la desigualdad y la violencia de género”.
¡Vaya cachaza! Eso dice Pontigo en tanto que la institución a su cargo dedica grandes esfuerzos para, precisamente, “invisibilizar” los crímenes que se cometen contra estudiantes y profesoras.